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Un reinado sin agenda pública: ¿debe Isabel II pasar el testigo?
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FAMILIA REAL BRITÁNICA

Un reinado sin agenda pública: ¿debe Isabel II pasar el testigo?

El pueblo necesita ver a su reina. La presencia pública de la jefa de Estado es una de las claves de la institución

Foto: Isabel II, en una imagen de archivo. (EFE)
Isabel II, en una imagen de archivo. (EFE)

Para las monarquías, los actos públicos son clave. El pueblo tiene que ver, tiene que sentir la presencia de su rey o reina. De poco sirve la agenda institucional si no tiene esa visibilidad en la calle. De ahí que en el Reino Unido cobre cada vez más peso la siguiente pregunta: ¿ha llegado el momento de que Isabel II ceda el testigo al príncipe Carlos? Entre los británicos crece la preocupación porque llevan ya casi un mes sin poder ver a la jefa de Estado.

Tras tomarse un periodo de descanso por prescripción médica, la soberana, de 95 años, iba a reaparecer con el llamado Domingo del Recuerdo ante el Cenotafio, un monumento a los soldados fallecidos situado en el corazón de la capital británica. Su vuelta era de lo más esperada. Pero apenas dos horas antes de que comenzara el acto solemne, el Palacio de Buckingham comunicaba que “con gran pesar” debía cancelar sus asistencia debido a un dolor en la espalda.

Foto: Camilla Parker, Kate Middleton y Sophie de Wessex durante el homenaje en el Día del Armisticio. (Reuters/Toby Melville/Pool)

Isabel II, que vivió la Segunda Guerra Mundial cuando era adolescente, es la jefa de las fuerzas armadas. Para ella, este es uno de los días más importantes de todo el año. En casi siete décadas de reinado, solo se ha perdido la ceremonia en seis ocasiones: cuatro de ellas al estar de visita en el extranjero y dos por estar en avanzado estado de embarazo.

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Isabel II de Inglaterra, durante una grabación en Buckingham Palace. (Buckingham Palace/AFP)

Desde que cumplió los 91 años, es su primogénito, el príncipe Carlos (que este domingo cumplía 73 años), quien se encarga de realizar la ofrenda floral. Pero Isabel II siempre ha estado en el balcón presidencial.

Durante este mes de ausencia pública, la monarca ha seguido llevando a cabo sus obligaciones, manteniendo, entre otros, audiencias con embajadores por videoconferencia. Y el Palacio de Buckingham no ha dudado en publicar fotografías de estas actividades. Cierto es que a la soberana se le veía con buen aspecto.

Es más, se la ha podido ver incluso conduciendo por las inmediaciones de Windsor. Las imágenes fueron capturadas, casualmente, el mismo día en el que debía haber asistido a la COP26 de Glasgow. El hecho de que se tuviera que perder una de las citas más importantes a nivel diplomático para el Reino Unido de la era pos-Brexit, mandando en su lugar un mensaje grabado, hizo saltar todas las alarmas. Pero ahí estaba ella conduciendo ese día su coche para poder pasear a sus perros: ¿mensaje subliminal de que sigue al volante?

Los que la conocen aseguran que no pasa por su cabeza la posibilidad de abdicar en su hijo. Por su fuerte devoción religiosa, asume que debe servir al país hasta su muerte. No obstante, desde hace tiempo, el heredero del trono cada vez tiene más peso en la Corona, por lo que muchos expertos hablan de “transición tranquila”.

Penny Junor, experta en realeza y autora de varias biografías de la familia real, sugiere que Isabel II está entrando en una nueva fase de su reinado en el que los británicos van a tener que acostumbrarse a no verla tanto en público.

placeholder Isabel II, en una imagen de archivo. (Getty)
Isabel II, en una imagen de archivo. (Getty)

“Es muy triste para la reina haberse perdido el acto de este domingo porque este es el único evento del año en el que realmente le gusta estar. Recordar a los muertos en la guerra es una parte muy muy importante de su calendario anual”, explicaba a 'Evening Standard'.

Junor cree que a partir de ahora vamos a ver a la monarca “más en vídeos y probablemente menos en persona”. “No es sorprendente porque tiene 95 años. Estamos tan acostumbrados a verla siempre en primera línea y parecer años más joven que habíamos asumido que siempre podría seguir este ritmo. Pero claramente no puede. Llega un momento en la vida que se debe admitir que se está envejeciendo y que no se pueden hacer las cosas que tal vez se quieran hacer”, añade.

Por su parte, Joe Little, director de la revista 'Majesty', recalca que “cada vez más a menudo surgirán recordatorios así, de que ya no puede esperarse de ella lo que se esperaba hace 10 o 20 años”.

El Palacio de Buckingham ha comunicado que la reina espera continuar con su programa planeado para la próxima semana desde su despacho. Una “agenda ligera” lo llaman los medios británicos. ¿Ha llegado el momento de pasar el testigo? ¿Tiene sentido tener una reina que no pueda atender su agenda pública? El pueblo siempre tiene que ver a la soberana.

Tras la muerte de su marido, el duque de Edimburgo, lejos bajar el ritmo, Isabel II retomó su actividad con un calendario de lo más intenso. Solo en las dos primeras semanas de octubre, tuvo 16 actos públicos. Pero el día 20 de octubre se vio obligada a cancelar un viaje a Irlanda del Norte por recomendación médica para “poder descansar durante los próximos días”. La visita, que se había preparado durante meses, estaba cargada de simbolismo, ya que coincidía con el centenario de la partición de la isla de Irlanda y las nuevas negociaciones entre Londres y Bruselas, ante las grandes tensiones creadas por nuevos controles aduaneros pos-Brexit.

placeholder Isabel II y el duque de Edimburgo,  leyendo una tarjeta de sus bisnietos. (Palacio de Bukingham)
Isabel II y el duque de Edimburgo, leyendo una tarjeta de sus bisnietos. (Palacio de Bukingham)

La cancelación, por tanto, no habría tenido lugar si no hubiera sido por un motivo de peso. No obstante, el Palacio de Buckingham quiso quitar dramatismo asegurando que Isabel II “había aceptado con reticencia” el asesoramiento de los doctores y se encontraba “con buen ánimo”.

Lo que no reveló, sin embargo, en ese momento es que los servicios médicos la enviaron ese mismo miércoles a un hospital para realizar unas “investigaciones preliminares”, y la monarca acabó pasando allí la noche. Era la primera vez que se quedaba hospitalizada desde 2013, cuando sufrió una gastroenteritis. Solo cuando la noticia fue revelada días más tarde en portada por 'The Sun', el tabloide más vendido del Reino Unido, fue cuando Palacio se vio obligado a confirmarla.

Lo cierto es que el de Palacio es un equilibrio complicado. Por un parte, debe dar a conocer suficientes detalles sobre la salud de la reina para mantener informado al público. Pero, al mismo tiempo, debe mantener la privacidad a la que tiene derecho. El gran problema es que cuando la jefa de Estado tiene 95 años y las informaciones se dan con cuentagotas, se acaba por provocar más preocupación que transmitir tranquilidad.

Durante este mes, la reina ha tenido que cancelar también sus asistencia a COP26 y el concierto de este pasado sábado del Día del Recuerdo en el Royal Albert Hall. Sigue con sus actividades y audiencias por videoconferencia. Pero el pueblo necesita ver a su reina. La presencia pública de la jefa de Estado es una de las claves de la institución.

Para las monarquías, los actos públicos son clave. El pueblo tiene que ver, tiene que sentir la presencia de su rey o reina. De poco sirve la agenda institucional si no tiene esa visibilidad en la calle. De ahí que en el Reino Unido cobre cada vez más peso la siguiente pregunta: ¿ha llegado el momento de que Isabel II ceda el testigo al príncipe Carlos? Entre los británicos crece la preocupación porque llevan ya casi un mes sin poder ver a la jefa de Estado.

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