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Isabel de Braganza: la trágica vida de la reina de España que creó el Museo del Prado
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Isabel de Braganza: la trágica vida de la reina de España que creó el Museo del Prado

Responsable de sembrar la semilla del que después se convertiría en uno de los museos más importantes del país, la vida de Isabel de Braganza no fue sencilla

Foto: Isabel de Braganza, la reina de España que luchó por el Museo del Prado, en un retrato de Francisco de Goya. (Museo Meadows de Arte de Dallas)
Isabel de Braganza, la reina de España que luchó por el Museo del Prado, en un retrato de Francisco de Goya. (Museo Meadows de Arte de Dallas)

Algunas personas pasan poco tiempo en este mundo, sin embargo, su huella queda para siempre. Esto es lo que sucedió con María Isabel de Braganza, quien murió joven y de forma trágica, pero será siempre recordada, no por ser reina de España, que también, sino por dejar uno de los legados más maravillosos que se pueden dejar, su amor por el arte.

Igual que el Palacio de Mónaco ha estado y estará siempre unido a los Grimaldi, o el Castillo de Glamis pasará a la historia por sus fantasmas y por ser el lugar donde la reina madre de Inglaterra pasó su juventud, el Museo del Prado de Madrid siempre quedará vinculado a la reina Isabel de Braganza, la mujer que inspiró su creación y abandonó este mundo antes de ver cómo este sueño se hacía realidad, ya que murió un año antes de su inauguración.

Antes de detenernos a hablar sobre las circunstancias que rodearon su muerte, conviene hacer un repaso a su vida, pues bien merece la pena recordar a esta mujer, que, a pesar de ser recibida con recelos y desprecios, demostró estar a la altura de lo que se esperaba de ella. Puso amor en su matrimonio concertado, así como algunos límites que llevaron a la pareja a protagonizar sonados encontronazos, pues no siempre recibió por parte de su marido la lealtad esperada.

Los primeros años de Isabel

Hija de un matrimonio roto casi desde el principio, Carlota Joaquina de Borbón y Juan VI de Portugal, Isabel de Braganza nacía el 19 de mayo de 1797 en el palacio real de Queluz, en Portugal. La infanta portuguesa fue la primogénita del matrimonio, que después tuvo otros ocho hijos, aunque no todos ellos se atribuyeron al mismo padre, pues las crónicas de la época señalan a diferentes cortesanos como responsables de ello.

Recibió una exquisita educación por parte de profesores afines a la Compañía de Jesús y también se cuidó su gusto artístico, recibiendo una formación sublime al respecto. En Portugal vivió hasta que en 1807 la familia real tuvo que exiliarse a Brasil, allí permaneció junto a su madre, pues sus padres hacían vidas separadas desde que ella tenía 10 años.

placeholder 'Fernando VII con manto real' de Goya (1814-1815) y 'Fernando VII' de Luis de la Cruz y Ríos (1825). (Cortesía)
'Fernando VII con manto real' de Goya (1814-1815) y 'Fernando VII' de Luis de la Cruz y Ríos (1825). (Cortesía)

Años tranquilos para Isabel de Braganza hasta que en 1814 se acordó su matrimonio con el rey español Fernando VII. Regresaba este triunfal a España tras un tiempo en el exilio y tomaba la decisión de volver a casarse, pues había enviudado sin descendencia. Se acordó su matrimonio con Isabel, así como el de la hermana de esta, María Francisca, con el hermano del monarca, Carlos María Isidro. En 1816 se firmaban las capitulaciones matrimoniales y ambas hermanas se embarcaban en el viaje de regreso a la Península.

No fue recibida de la mejor forma posible, al parecer la joven no cumplía con los cánones de belleza que se esperaban en una reina, por ser esta de cara regordeta, ojos saltones y piel pálida, además de portuguesa. Llegaba a Madrid en el mes de septiembre y apenas dos meses después comenzaba a sentir los síntomas de un muy deseado embarazo. Una alegría que se tornaría en tristeza muy pronto, pues la infanta que nació fruto de esta unión en agosto de 1817, María Isabel Luisa, moría cinco meses después de llegar al mundo.

La tragedia que acabó con su vida

Decidida a dar un heredero al trono, no tardaba en volver a quedarse en estado, provocando así de manera indirecta el final de su propia vida, pues fue durante el parto de este segundo bebé cuando la joven perdía la vida con tan solo 20 años. El 26 de diciembre de 1818 comenzaron las contracciones y el parto se alargó hasta que la reina sufrió una preeclampsia. Creyéndola muerta, los médicos se decidieron a practicar una cesárea para intentar salvar la vida al bebé.

A pesar de las advertencias de su hermana María Francisca, quien aseguraba que su hermana seguía con vida, comenzaron la intervención, provocando que Isabel gritara desgarradoramente a causa del dolor. Siguieron con la intervención a pesar de todo, lo que provocó que la joven muriera desangrada. La niña recién nacida moría también pocos minutos después. Como no pudo dar un heredero a la corona, no pudo ser enterrada en el Panteón Real del Palacio Real, por lo que descansa en el Panteón de Infantes de El Escorial, según mantiene la tradición real.

Trágica muerte para una vida breve, que, sin embargo, trajo un poco más de belleza al mundo, pues como ya hemos comentado fueron sus inquietudes artísticas y su pasión por la pintura lo que dio lugar al nacimiento de uno de los museos más importantes de nuestro país. Durante una estancia en El Escorial, descubrió que en sus sótanos se apilaban obras de arte, lienzos de grandes pintores italianos y españoles que habían sido llevadas allí desde el Alcázar o que habían sido expropiadas por los franceses.

Pensó en exponerlas en el Palacio de Riofrío, pero finalmente se decidió por Madrid, pues así un mayor número de personas tendría acceso a ellas. El sitio escogido fue el Gabinete de Historia Natural, y se denominaría Real Museo de Pinturas y Esculturas, aunque con el tiempo se convertiría en el Museo del Prado, cuya inauguración, como hemos señalado antes, ella nunca llegaría a ver con vida, pues no se celebró hasta noviembre de 1819, un año después de su fallecimiento.

Así, aunque su nombre no sea recordado como el de una de las reinas más famosas, no cuente con una parada de metro o con una gran avenida que resalte su labor, la reina María Isabel de Braganza creó el germen de uno de los espacios más relevantes para la cultura de todo el mundo. Solo en lo que llevamos de 2021 (y a pesar de la pandemia), casi un millón de personas han visitado esta pinacoteca, demostrando que la reina acertó en su decisión de sacar aquellos tesoros artísticos de un sótano.

Algunas personas pasan poco tiempo en este mundo, sin embargo, su huella queda para siempre. Esto es lo que sucedió con María Isabel de Braganza, quien murió joven y de forma trágica, pero será siempre recordada, no por ser reina de España, que también, sino por dejar uno de los legados más maravillosos que se pueden dejar, su amor por el arte.

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