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Pedro Sánchez pasa la pelota de la vuelta del emérito al rey Felipe
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OPINIÓN

Pedro Sánchez pasa la pelota de la vuelta del emérito al rey Felipe

El mismo Gobierno socialista que presionaba públicamente a Casa Real en julio de 2020 y que luego celebró aquella salida forzada del emérito es el que ahora pasa la pelota a Felipe VI en exclusiva

Foto: El rey Felipe y Pedro Sánchez. (Getty/Carlos Álvarez)
El rey Felipe y Pedro Sánchez. (Getty/Carlos Álvarez)

No es la primera vez que cito a la impagable Isabel Burdiel. Es por esta historiadora que supe -'Isabel II. Una biografía'- que la tatarabuela del rey Juan Carlos se las tuvo muy tiesas con el entonces jefe de Gobierno, Antonio Cánovas, en su denodado intento por volver del exilio con ocasión de la restauración borbónica que devolvió el trono de España a su hijo, Alfonso XII. “Usted no es una persona, es un reinado, una época histórica, y lo que el país necesita es otro reinado y otra época diferente de las anteriores”, le escribía sin tapujos el proverbial político conservador del XIX español a la oronda y ya abdicada soberana, refugiada y desesperadamente aburrida en París.

Recordaba la cita estos días, no tanto por asimilar la situación del emérito a la de Isabel II -el rey Juan Carlos no fue derrocado por una revolución en absoluto y su exilio forzado recuerda mucho más al de la propia madre de Isabel, la exreina gobernadora María Cristina-. Lo recordaba más bien por su contraste político con el jefe de Gobierno de nuestros días. ¿Alguien imagina a Pedro Sánchez hablar hoy con una claridad semejante al regio residente de Abu Dabi?

placeholder El rey Juan Carlos y Pedro Sánchez, en la capilla ardiente. (Getty/Pool/EFE/JP Gandul)
El rey Juan Carlos y Pedro Sánchez, en la capilla ardiente. (Getty/Pool/EFE/JP Gandul)

Si algo me ha llamado la atención de este penúltimo capítulo del regio serial prenavideño no es que don Juan Carlos haya redoblado la presión del año pasado para comerse el turrón en España. Sobre todo, después de que la Fiscalía suiza haya dejado en ridículo a la española con un cierre que pone en evidencia la artificial prolongación de las investigaciones patrias. Tampoco me ha sorprendido que, una vez más, y pese a la contundencia de los titulares, el horizonte de su llegada haya vuelto a alargarse de manera indefectible, por la fría y muy realista resistencia de Zarzuela.

Lo singular ha sido el encogimiento de hombros del Ejecutivo. Porque el mismo Gobierno socialista que presionaba públicamente a Casa Real en julio de 2020 y que luego celebró como una operación de Estado aquella salida forzada del emérito es el Gobierno que, ahora que vienen mal dadas, pasa la pelota a Felipe VI en exclusiva, como si nunca hubiera tomado parte en este juego institucional.

placeholder El rey Felipe y Pedro Sánchez, en Zarzuela. (EFE/Pool/Emilio Naranjo)
El rey Felipe y Pedro Sánchez, en Zarzuela. (EFE/Pool/Emilio Naranjo)

Desde luego, la cosa no es nada fácil. No lo es para Sánchez, que antes o después habrá de elegir entre ‘susto o muerte’: o un incómodo y polémico regreso del Rey que regularizó con Hacienda fondos millonarios de origen no declarado; o un fatídico desenlace, muy lejos de las fronteras, del Rey que trajo -nada menos- la democracia a España.

Pero tampoco fue fácil para Cánovas, quien por cierto, ojo, acabó por ceder… de alguna manera. Y es que Isabel II volvió a pisar España. Lo hizo dos años después de sus encendidos ruegos. Pero ni durmió en palacio ni vio la Puerta del Sol siquiera. Hubo de residir en Sevilla, justamente en el feudo de su íntimo enemigo Montpensier, hasta que pronto se hartó y cogió el camino de vuelta. A partir de entonces, las visitas fueron muy puntuales: algún balneario del norte, algún palacio real próximo a Madrid… Justamente el único panorama que ahora se dibuja para don Juan Carlos, y al que él ya parece empezar a resignarse.

En realidad, Isabel recibió de Alfonso XII el mismo trato que ella dio a su madre, María Cristina: el de la cruel distancia. Pero en ambos casos, aún siendo tiempos predemocráticos, fueron los gobiernos quienes refrendaron aquella política de supervivencia. Sin ir más lejos, fue otro político conservador, Antonio Maura, quien aconsejó a Alfonso XIII no viajar a París a recoger el cadáver de su regia abuela. Sus restos volvieron en soledad a El Escorial. Sería de esperar, desde luego, que al menos en esto no se repita la historia.

No es la primera vez que cito a la impagable Isabel Burdiel. Es por esta historiadora que supe -'Isabel II. Una biografía'- que la tatarabuela del rey Juan Carlos se las tuvo muy tiesas con el entonces jefe de Gobierno, Antonio Cánovas, en su denodado intento por volver del exilio con ocasión de la restauración borbónica que devolvió el trono de España a su hijo, Alfonso XII. “Usted no es una persona, es un reinado, una época histórica, y lo que el país necesita es otro reinado y otra época diferente de las anteriores”, le escribía sin tapujos el proverbial político conservador del XIX español a la oronda y ya abdicada soberana, refugiada y desesperadamente aburrida en París.

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