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El origen de los villancicos y su relación con la familia real española
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FELIZ NAVIDAD

El origen de los villancicos y su relación con la familia real española

El villancico se convirtió en el siglo XVI en santo y seña de ciertos círculos dentro de la Iglesia ya que sus letras eran una enseñanza de los evangelios y de todo aquello que el protestantismo cuestionaba

Foto: Retrato de Felipe II. (Dominio público)
Retrato de Felipe II. (Dominio público)

Quizás no es usted de los que se fijan en la etimología de las palabras, pero si lo hace puede que hasta hoy no haya caído en la de la palabra 'villancico', que proviene, como ya podrá ir imaginando, de villa, esto es, de pueblo, de algo popular. Un vez despejada esta 'gran' incógnita, podríamos preguntarnos: ¿cuál es su origen? Pues podemos presumir de algo típicamente español, y es que ya se tienen noticias en el siglo XIII y XIV de su existencia en Castilla, aunque no como cantos religiosos o dedicados a la Navidad. De hecho, muy en sus orígenes eran más bien coplas sobre temas cotidianos como amores, la muerte, las cosechas, etc.

Siglo XVI, el siglo del Imperio, de la Contrarreforma… y del villancico

El siglo XVI no pudo ser más importante para la Monarquía Hispánica en todos los aspectos, pero si hay uno que cabe destacar -conquista de América aparte-, es el enorme papel que tuvo frente a los turbulentos sucesos que durante prácticamente toda la centuria tuvieron como consecuencia de la Contrarreforma y que tanto Carlos V primero como Felipe II después llevaron hasta las últimas consecuencias para defender la 'verdadera' fe, luchando contra el anglicanismo, luteranismo, calvinismo, es decir, contra el protestantismo.

Contrarreforma y villancico

La Contrarreforma se acota en la historiografía entre 1545, fecha en la que da comienzo el Concilio de Trento, y 1648 con la Paz de Westfalia, tras 30 años de encarnizadas guerras entre las principales potencias europeas. Potencias, todas ellas, que vieron mermadas sus arcas de forma considerable gracias a esto y como no, a la lucha contra el turco.

Para llevar a cabo la Contrarreforma, las monarquías católicas tenían en sus manos la gran política: la guerra, los matrimonios concertados, la diplomacia… Y también lo pequeño, en lo cotidiano, en casa, en la calle, en la gente. El villancico se convirtió en la segunda mitad del Quinientos en santo y seña de ciertos círculos dentro de la Iglesia Católica ya que sus letras, sencillas y pegadizas, eran una pura enseñanza de los Evangelios y todo aquello que el protestantismo cuestionaba.

placeholder Imagen navideña. (EFE/Francisco Guasco)
Imagen navideña. (EFE/Francisco Guasco)

No hay que olvidar, además, que en aquella época la lengua culta, la que hablaban reyes, príncipes y clases altas, era el latín, siendo esta totalmente desconocida para el pueblo llano. Los villancicos se cantaban en lenguas vernáculas. Poco a poco se fueron transmitiendo, además, con el beneplácito de la Iglesia. Eso sí, de la Iglesia del pueblo, ya que la parte más, digamos, 'elevada' y elitista no lo vio con buenos ojos y veía los villancicos como responsables de la vulgarización de los mensajes. No erraban, lo eran. Y precisamente por eso les convenía, pero era algo que ellos, entonces, no sabían. Y erraban porque, precisamente, al no hablar el pueblo latín y siendo la liturgia en este idioma, el villancico servía de una enorme enseñanza del evangelio y en el idioma del pueblo. Además, de manera pegadiza y alegre. Igual que el resto de las artes cuya principal misión fue casi siempre la de trasladar la idea de la fe, bien a través de las imágenes bien a través de la música.

Fue tal el revuelo que se formó con el asunto de los villancicos que tuvo que intervenir la mismísima Capilla Real de la Casa de los Habsburgo. Felipe II dictó un real decreto en el año 1596 para que en esta "no se canten villancicos, ni cosa alguna de romance, sino todo en latín como lo tiene dispuesto la Iglesia". No hay un consenso en la historiografía, pero se cree que esto se mantuvo así hasta el reinado de Felipe IV (1621-1640). Estamos hablando ya del siglo XVII, en el que el villancico, como buen canto del pueblo, goza cada vez de más prestigio a nivel popular, es decir, en las casas, las calles etc, y centrado en las fiestas navideñas.

placeholder Retrato de Felipe IV realizado por Diego Velázquez. (Dominio público)
Retrato de Felipe IV realizado por Diego Velázquez. (Dominio público)

Poco a poco se fue haciendo su hueco y, por otra parte, se profesionalizó de tal forma, tanto en la letra como en la composición, que dejó de ser patrimonio solo de lo popular, del pueblo. Es más, en la España del Barroco, la vertiente culta fue el género musical más notable y con mayor producción. Pero en 1750 el rey borbón Fernando VI ordenó que no se cantasen más villancicos y que estos fuesen 'responsorios' compuestos por su maestro de capilla, Francisco Corsello. Por esta decisión, el villancico volvió a abandonar la zona culta y regresó a las clases populares, donde desde entonces sigue gozando de gran prestigio desde hace más de cien años.

Hoy día es sinónimo de celebración navideña, sus letras hacen siempre referencia a la Natividad de Jesús, a los pastores, a la llegada de los Reyes Magos, etc, y desde luego es un cántico de más de 600 años de historia que pasa de generación en generación y que se ha expandido al resto del mundo, principalmente al de habla hispana.

Gema Lendoiro es periodista y doctoranda en Historia Moderna por la Universidad de Navarra.

Quizás no es usted de los que se fijan en la etimología de las palabras, pero si lo hace puede que hasta hoy no haya caído en la de la palabra 'villancico', que proviene, como ya podrá ir imaginando, de villa, esto es, de pueblo, de algo popular. Un vez despejada esta 'gran' incógnita, podríamos preguntarnos: ¿cuál es su origen? Pues podemos presumir de algo típicamente español, y es que ya se tienen noticias en el siglo XIII y XIV de su existencia en Castilla, aunque no como cantos religiosos o dedicados a la Navidad. De hecho, muy en sus orígenes eran más bien coplas sobre temas cotidianos como amores, la muerte, las cosechas, etc.

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