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El ‘cumpleaños de la marmota’ del rey Juan Carlos
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El ‘cumpleaños de la marmota’ del rey Juan Carlos

El padre del monarca lo ha intentado todo: pagar lo que nunca habría imaginado a la Hacienda de su país, llorar a los amigos, litigar con su ex amiga, implorar a Zarzuela…

Foto: El rey Juan Carlos en una imagen de archivo. (Getty)
El rey Juan Carlos en una imagen de archivo. (Getty)

No debe resultar muy difícil ponerse ahora mismo en su lugar. De hecho, enseguida me viene a la mente un personaje, el del ‘día de la marmota’, y visualizo a don Juan Carlos atrapado en él. El emérito está a punto de soplar las velas en un aburrido y lejano paraíso, pero va a hacerlo por segunda vez sin que entre una y otra se haya producido un solo cambio real de circunstancias o decorado; sin que exista perspectiva de un mañana mínimamente diferente.

Cumplir 82, 83, 84… no puede variar mucho si se hace en soledad. Si acaso, como en el cine, uno puede sucumbir a la melancolía, a la rebeldía, a la desesperación… O puede hacer el pino puente. Así, a ratos. Porque por más que uno intenta cambiar el guión de la jornada, es que no hay manera.

placeholder Imagen oficial del 80 cumpleaños del rey Juan Carlos. (Casa Real)
Imagen oficial del 80 cumpleaños del rey Juan Carlos. (Casa Real)

El padre del monarca, como su personaje, lo ha intentado todo: pagar lo que nunca habría imaginado a la Hacienda de su país, llorar a los amigos, litigar con su ex amiga, implorar a Zarzuela… Pero España ya ‘no es país para viejos’. Y hasta la Transición ha dejado de ser un talismán político. La Corona ya no es de oro sino de cristal, y su titular la sujeta sobre su cabeza como un metódico equilibrista sobre el alambre mediático e institucional.Antes era el Gobierno el que arrostraba el ‘mérito’ del exilio de on Juan Carlos.

Ahora que vienen mal dadas -cerca de despejarse su horizonte judicial, aunque aún pendiente el pleito de Corinna en Londres-, arroja toda la ‘carga’ del hipotético o puntual regreso del emérito sobre Palacio. Y éste, a ver, por instinto de supervivencia, se apresta a redoblar las distancias para seguir manteniendo el equilibrio. Antes o después, no obstante, el personaje en cuestión solo vive la misma película.

placeholder Felipe VI con su padre. (Getty/Ricardo Garcia)
Felipe VI con su padre. (Getty/Ricardo Garcia)

Hubo momentos en que creyó tocar el vuelo de vuelta con los dedos. Como cuando se supo que la fiscalía española iba a dar carpetazo a las diligencias de investigación más largas de la historia. O cuando la fiscalía suiza confirmó lo propio. Pero la marmota tiene una mano muy negra, con la que siempre se las arregla para volver a la rutina más cruel. En la ficción, ‘el día de la marmota’ dejó de serlo cuando el hombre atrapado en el tiempo desistió de intentar cambiar las cosas para atreverse a cambiar… él mismo.

Ignoro cómo cabría trasladar esta moraleja a la vida real de don Juan Carlos. Pero sospecho, dadas las cosas por aquí, que va por ahí el único camino para celebrar un cumpleaños feliz.

No debe resultar muy difícil ponerse ahora mismo en su lugar. De hecho, enseguida me viene a la mente un personaje, el del ‘día de la marmota’, y visualizo a don Juan Carlos atrapado en él. El emérito está a punto de soplar las velas en un aburrido y lejano paraíso, pero va a hacerlo por segunda vez sin que entre una y otra se haya producido un solo cambio real de circunstancias o decorado; sin que exista perspectiva de un mañana mínimamente diferente.

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