Las claves de la crisis entre Iñaki y Cristina: "Hace tiempo que ella no está muy bien"
La pareja lleva unos meses en situación crítica y estas navidades las han pasado juntos para mostrar normalidad. Las fotos de Iñaki con otra mujer han dejado a todos en 'shock'
Lo que a todos nos pareció un encuentro familiar feliz, incluso esperado, no era más que un intento esforzado por tratar de mostrar normalidad cuando no la había. La familia Urdangarin de Borbón pasó unos días en Baqueira antes de ir en Nochebuena a Vitoria y las fotografías de esa cita nos trasportaron a los buenos tiempos, cuando el caso Nóos ni se atisbaba. Pero lo cierto es que Iñaki y Cristina decidieron reunir a sus cuatro hijos en el Valle de Arán para demostrarles que todo seguiría igual pese a que sus padres estaban en crisis.
Una crisis que se agudizó este otoño, nos cuentan desde el entorno de la pareja, quienes pese a saber del distanciamiento entre ambos no daban crédito al ver las fotos de él con otra mujer. Eso ha sido un 'shock' para todos, incluso lo fue para la Infanta, nos dicen, cuando supo de la publicación. Esta noticia ha sido precisamente la puntilla, porque ellos estaban en crisis, pero no podemos asegurar que doña Cristina supiera de la existencia de esta relación antes de que se tomaran las imágenes.
Como todo periodista (o buen periodista) hace, los responsables de la revista ‘Lecturas’ advirtieron a la Casa Real y a la Infanta de la exclusiva que iba a salir publicada el miércoles. Eso les dio cierto margen de maniobra, aunque Cristina de Borbón no se pudo sacudir de encima ni el susto ni el disgusto. “No está bien, por mucho que digan, es un golpe para ella; hace un tiempo que no está muy bien, la verdad”, nos dice una amiga, que no quiere entrar en demasiados detalles.
En Vanitatis no sabemos cuándo decidieron que el matrimonio estaba en situación crítica ni en qué fecha concreta se lo comunicaron a sus hijos. Sí que sabemos que antes de irse a Baqueira, el sábado 18, doña Cristina y sus hijos Juan e Irene fueron a ver jugar a Pablo en el Palau Blaugrana. Aquel día, Iñaki no se sumó al encuentro, que culminó con una cena en un restaurante de Sarrià, en la calle Bisbe Català. Al día siguiente, se disponían a ir todos a Baqueira, el punto de inflexión en esta historia.
El peso de la distancia
Miguel llegaba justo para la escapada directo de Reino Unido, donde estudia. Nos dicen quienes les conocen que dudan mucho que sus padres le dijeran nada por teléfono. Porque los hijos son sagrados para la pareja y lo que ha obligado a la Infanta a quedarse en Ginebra en lugar de vivir en España, más cerca de su marido. Su hija Irene, en plena adolescencia, estudia en la Ecolint de Ginebra y por nada del mundo pensó Cristina en cambiar a la niña de colegio. Esa distancia ha pesado. Sobre todo desde que Iñaki es (casi) libre.
Antes, cuando el exduque de Palma estaba preso, recibía la visita de su mujer con una frecuencia inaudita si tenemos en cuenta que vive en Suiza. Eran como mínimo dos veces al mes las que la hermana de Felipe VI visitaba a su marido. Nadie de su entorno, ninguna de las muchas personas con quienes hemos hablado este miércoles, ponen en duda la entrega de la infanta Cristina a su matrimonio. Ese amor y esa dedicación han sido inquebrantables durante todo este tiempo.
Mudanza y pandemia
Pero llegó la pandemia, el encierro sobre el encierro para Urdangarin, y la distancia se hizo mucho más intensa. Así que cuando salió de prisión en tercer grado el pasado mes de mayo, al todavía cuñado del Rey se le abrió el cielo. Logró un empleo en una asesoría, en el centro de Vitoria, hasta donde se ha estado desplazando casi a diario. Solo tiene que ir a prisión una vez a la semana a firmar. Y si está fuera, en Bidart o en Ginebra, puede cambiar la firma por una llamada telefónica.
Porque consiguió un permiso para viajar al extranjero. Y de mayo a junio estuvo al menos dos veces en Ginebra de visita. Tanto es así que ella esperaba que su marido terminara su condena en Ginebra y su abogado trabajaba en esa dirección. Allí, la Infanta está ilocalizable para los medios desde que decidiera mudarse de casa para evitar precisamente lo que podría haber pasado esta misma semana: un acoso mediático aciago.
La relación entre ambos siempre ha sido intensa y eso quiere decir que sus discusiones también lo eran. Incluso hemos podido leer mensajes entre ellos en los que se disculpaban por los arranques de ira y se llamaban cariñosamente 'kid' entre palabras de amor. Son dos personas con temperamento y carácter, y eso también ha pesado. En lo bueno, sí, y en lo malo.
Las piezas del puzle
Con la llegada del verano, nos contaban que Urdangarin iba con mucha frecuencia a Bidart y que esas visitas eran para poner a punto la casa familiar de cara a las vacaciones. Algo que parecía extraño en su momento y que ahora podría tener otra explicación. Pero quién sabe. Urdangarin cuentan con dos escoltas, pero desde que salió de prisión pasó a tener seguridad de bajo nivel, nos dicen, dos agentes con poca experiencia, que no lo conocían y con quienes no compartía la sintonía que tenía con los anteriores. Además, si se iba a Bidart, al no ser territorio español, se quedaba sin custodia. Una libertad que él entendió mal porque en lugar de tener más posibilidades de movimiento, lo que le sucedió es que se quedó desnudo ante la opinión pública. “Con escoltas, esas fotos no se habrían hecho”, aseveran las mismas fuentes.
¿Otro dato curioso? La infanta Elena tenía previsto pasar esta Nochevieja en Vitoria con su hermana y su querido cuñado, a quien ha apoyado por encima de todo. Incluso le ofreció su casa para pasar su última noche en libertad, antes de entrar en prisión, la misma casa en la que pasó su primera noche fuera de la cárcel de Brieva. Allí, en la casa del barrio de Niño Jesús se reunió doña Elena con Juan Urdangarin, el primogénito, y el propio exduque. La infanta Elena tenía previsto ir a Vitoria, decíamos, pero canceló su visita navideña y pasó el fin de año en una finca en Toledo con amigos.
Viajes cancelados
En otoño supimos también que la infanta Elena había visitado a su cuñado, en una visita relámpago, sin la presencia de su hermana, algo que ahora podría tener una justificación: ¿tenían que hablar del estado del matrimonio? Es difícil llegar hasta la mente y las conversaciones íntimas de los personajes públicos. Es poco recomendable, incluso.
Lo que sí es cierto es que las hermanas pretendían visitar al padre, al rey don Juan Carlos I, en su retiro en Emiratos Árabes y ese viaje se canceló de forma precipitada. El exmonarca, nos dicen, ha visto las fotografías y lejos de alegrarse se ha enfadado y se ha preocupado profundamente. Sobre todo por cómo puede pasar su hija estos momentos. Según ‘¡Hola!’, el martes, horas antes de que la revista llegara a los kioskos, la Infanta llamó a don Juan Carlos para contarle lo que iba a suceder.
Otra nueva pieza del puzle: en lugar de viajar a Abu Dabi, las dos hermanas pasaban el domingo 2 de enero en el palacio de la Zarzuela, donde comieron con su madre, la reina Sofía, en una larga e intensa reunión. Más claves para una crisis que parece que, esta vez sí, no tiene vuelta atrás. “Nos vamos a querer igual”, ha dicho Pablo Urdangarin. Unas palabras y unos gestos amables que son la muestra, dicen quienes conocen a la familia, de que la educación de los hijos del matrimonio siempre ha estado por encima de sus intereses. Pero los niños ya son mayores.
Lo que a todos nos pareció un encuentro familiar feliz, incluso esperado, no era más que un intento esforzado por tratar de mostrar normalidad cuando no la había. La familia Urdangarin de Borbón pasó unos días en Baqueira antes de ir en Nochebuena a Vitoria y las fotografías de esa cita nos trasportaron a los buenos tiempos, cuando el caso Nóos ni se atisbaba. Pero lo cierto es que Iñaki y Cristina decidieron reunir a sus cuatro hijos en el Valle de Arán para demostrarles que todo seguiría igual pese a que sus padres estaban en crisis.
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