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Santo subito Pablo (Urdangarin)
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OPINIÓN

Santo subito Pablo (Urdangarin)

El hijo de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin ha dado una lección de aplomo y naturalidad cuando le han acercado un micrófono para preguntarle por las famosas fotos de su padre

Foto: Pablo Urdangarin. (VA)
Pablo Urdangarin. (VA)

“Son cosas que pasan”. “Todos estamos tranquilos”. “Nos vamos a querer igual”. “Es algo que hablaremos en casa”. Pablo Urdangarin, segundo hijo de los antes conocidos como duques de Palma, camina por una calle de Barcelona. Responde así a los micrófonos de Europa Press después de ver a su padre en la portada de la revista ‘Lecturas’ paseando de la mano con una mujer que no es su madre.

Una mujer llamada Ainhoa Armentia, que tiene 43 años y trabaja en el mismo bufete de abogados que Iñaki Urdangarin, y que se define a sí misma en su currículo como una persona con “la habilidad para enfrentar situaciones de desafío y superación. Alta capacidad de relación, trabajo, entusiasmo y energía. Emprendedora, polivalente y resolutiva". Por si fuera poco, juega al pádel. Un perfil de los que habrían encantado al antes conocido como presidente de Ciudadanos Albert Rivera.

placeholder Iñaki Urdangarin. (EFE/David Aguilar)
Iñaki Urdangarin. (EFE/David Aguilar)

El muchacho se comporta con educación exquisita y su tono revela que a estas alturas ya casi nada le sorprende. Ha visto entrar y salir a su padre de la cárcel, alguien le habrá hecho llegar los correos electrónicos en los cuales su progenitor coquetea y gañanea con otra que tampoco es su madre.

Sabrá del caso Nóos y esa manera de hacer negocios, sabrá de los silencios de la casa (la real y la Real) en la que ha nacido, asumirá como natural que hace tiempo que no habla con sus tíos, los Reyes de España, que su madre vive en Ginebra y que su padre, que desde junio ya no duerme en prisión, optó por quedarse en Vitoria en vez de reunirse con la mujer con la que está a punto de cumplir las bodas de plata. Y por si fuera poco, también hoy habrá leído que su abuelo tiene a un amigo que lo busca la Interpol y cuya profesión es la de mercader de armas. Cómo no va a destilar templanza. Santo subito Pablo.

placeholder Pablo Urdangarin.
Pablo Urdangarin.

Mi amigo Alberto insiste en que no caigamos en la moralina de las infidelidades. Cada pareja, insiste, tiene sus códigos, pactados o no, y hace lo que puede por resistir. Cristina aguantó y suponemos que miró para otro lado, se empecinó en seguir al lado del jugador de balonmano que decidió seguir los pasos de su suegro, el Gran Conseguidor, porque se suda menos y se vive mejor.

Echó la caña, intuimos también, a quien le pareció oportuno. Ella mantuvo silencio y quizá hizo lo propio. La sociedad de gananciales compensaba a pesar de los deslices siempre que se mantuviera el mismo silencio que imperó cuando reinaban los eméritos. Que sepan, que hablen, pero que no se vea. Hasta hoy.

Entre 'Crepúsculo' y Manuel Carrasco

Las fotos tienen algo de puñalada al corazón de los que aún creemos en el amor para toda la vida, porque un paseo en la playa implica mucho más que uno, dos o trece encuentros sexuales. Es un darse la mano y agarrarse la cintura mientras se escuchan las olas del mar y se aprovecha, que dirían las revistas del corazón más cursis, “para compartir confidencias”. Es un noviazgo de los del ‘Diario de Noah’, la saga ‘Crespúsculo’ al completo, una balada de Manuel Carrasco. Es todo eso y más.

Y mientras la Casa Real habla de Fitur, España se chotea, busca desesperadamente en Google el nombre de Ainhoa Armentia, comenta las fotos de la confidente entrañable de Iñaki y aprovecha para arremeter contra las amistades del abuelo, Pablo aguanta el chaparrón y se lleva las manos a la cabeza no por la que está cayendo, sino para ordenar su pelo, que aún tiene restos de humedad.

placeholder Iñaki y la infanta Elena con todos sus hijos, en una imagen de archivo. (Getty)
Iñaki y la infanta Elena con todos sus hijos, en una imagen de archivo. (Getty)

Se cambiaría en ese mismo instante por sus primos Felipe Juan Froilán o Victoria Federica. Se pregunta hasta cuándo le durará la paciencia, cuánto durarán los elogios de la prensa. Echa de menos apellidarse López. Ojalá salir corriendo, y no precisamente a Abu Dabi.

“Son cosas que pasan”. “Todos estamos tranquilos”. “Nos vamos a querer igual”. “Es algo que hablaremos en casa”. Pablo Urdangarin, segundo hijo de los antes conocidos como duques de Palma, camina por una calle de Barcelona. Responde así a los micrófonos de Europa Press después de ver a su padre en la portada de la revista ‘Lecturas’ paseando de la mano con una mujer que no es su madre.

Iñaki Urdangarin
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