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Iñaki Urdangarin, el inescrutable
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EN BOCA DE TODOS

Iñaki Urdangarin, el inescrutable

Condenado, compungido, a la espera de otras causas, parece haber encontrado apoyo para sus desgracias

Foto: Iñaki Urdangarin. (Ilustración: Jate)
Iñaki Urdangarin. (Ilustración: Jate)

Otra foto al mentidero. Y lupa sobre un paseo. Un andar mano con mano para volar de boca en boca. Giro en el mundo mediático del cuché y los colorines. De unos hipotéticos pechos a muy reales despechos en menos de una semana. Y han colapsado los medios. El éxtasis es evidente. Disfrutan los medio monárquicos y los republicanos enteros. Se defienden los leales excluyendo del entorno al paseante imprudente. Toda la mierda al recluso que, a decir por esas fotos, parece haberse liberado. Al menos del aparente yugo que le imponía la corona, o el anillo precisando complementos.

Foto:  La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, en Pekín en 2008. (CP)

Los caminos del señor me siguen inescrutables. Los del señor Urdangarin no están claros, me refiero. Balonmanista de éxito cautiva princesa mona dos olimpiadas por medio. Estatus de singular en una época en que ser Borbón o aproximado te convertía en sereno. Tenían todas las llaves y la confianza del pueblo. Un suegro aún valorado, una suegra en la penumbra, ciega y muda por consenso, y un cuñado sin el pitbull. El escenario perfecto para desarrollar labores que, aun dejándote algún rédito, mostraran ejemplaridad, servicio público y honores.

placeholder Iñaki Urdangarin. (EFE/Foto: David Aguilar)
Iñaki Urdangarin. (EFE/Foto: David Aguilar)

Desde esa plataforma y con nobles objetivos raro que no accedieras a cualquier lujo conocido. Otras familias reales, gobiernos con intereses, jeques con pretensiones, empresarios sensiblones y una especialidad al alza, el deporte, te ponen en un pedestal en menos que canta un gallo.

Avión privado, recepciones, lugares paradisiacos, eventos de primer orden… podría haberlos disfrutado con su vitola de príncipe, con su fenomenal aspecto de joven galán con suerte que consiguió ser consorte metiendo goles de extremo. Pero la ambición y su plan pronto cantaron la gallina devaluando lo puro de un amor que era película y entregándose al amor propio que se mide en una cuenta. Ese que paradójicamente se llena cuanto más ceros acumulas, arrastrándote a un final que suele ofrecer vacío, en el mejor de los casos.

Rodeado de traperos, avaros y sin escrúpulos, el plan del cuento de hadas se tornó gansteril asunto. Presiones a cambio de nada, o de promesas de todo, aflojaron a los flojos que con pólvora del rey -los presupuestos de todos- pretendían avanzar en sus carreras políticas acercándose a la corte donde repartían el oro. O al menos eso creían y los contratos firmaban. Un par de fotos estándar para la campaña de turno. Oropel, bombo de medios perfectamente engrasados, y supuestas buenas intenciones para mejorar servicios municipales de deporte para niños. Fundación de fundaciones completamente infundadas. Y cuenta de nuevo a cero después de las elecciones. Burdo plan para ser bueno, pero quién se iba a acordar de haber pagado millones por preparar un informe que diga cómo actuar para optimizar presupuestos, mejorar instalaciones, captar patrocinadores, patrones o figuras deportivas que apenas ocupan un folio y que, como mucho, recomiendan la contratación de empresas que formaban parte de la trama.

placeholder Iñaki Urdangarin, en una imagen de archivo. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Iñaki Urdangarin, en una imagen de archivo. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Yo fui testigo de cerca. Ojiplático e impotente. Evito la ubicación para evitarme problemas aún con la tranquilidad de la prescripción de por medio. Representando a un club con más de mil quinientos jugadores -la mayoría de ellos niños y muchos con discapacidades- peleaba ilusionado ayudas municipales, convenios, acuerdos y ayudas con patrocinios. Nunca fueron generosos pero el año de los hechos casi nos da un infarto. El cien por cien del presupuesto se destinaba a un informe que iba a arreglar el mundo, al menos el mundo del deporte, en el pretendidamente anónimo municipio. Casi un millón del ala para el más famoso ala del mundo del balonmano. Cero euros aquel año a todos los clubes deportivos. Y un informe proponiendo una fundación de postín con un gerente concreto. El final, ya se imaginan. Otro sueldo municipal a manos de un enchufado experto. Tres años en que todo el apoyo se lo llevó el balonmano, imaginen la procedencia del ínclito recomendado. Un alcalde orondo y con pretensiones, al estilo de su década, ahuecado cual gallina por las ínfulas de una foto que daba vergüenza ajena. El deporte de base por los suelos, pisoteado de nuevo por su falta de glamour y su demasiado lento rédito. Impotente ante la luz de este aspirante a rey, Midas, que traería millones a cambio de unas migajas, eso sí, necesariamente adelantadas.

Cuando el balón se va de las manos, echas fuera la pelota. Y eso decidió el patriarca de la familia real. Echar balones fuera que persiguieran los perros que representan la prensa. No sea que merodearan otras cuentas más rumbosas, más rubias, más cercanas y más extensas. Y del tropezón, o la zancadilla, la caída a los infiernos. Pasando por el purgatorio judicial de la espera de sentencia. Arrastrando a su mujer, y exiliando a su familia, su defensa se quebró por falta de contraataque. Cierto código quedaba porque pudo hacer un Bárcenas, o un Villarejo, que información seguro que habría tenido a su alcance.

placeholder La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, en una imagen de archivo. (REUTERS/Albert Gea)
La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, en una imagen de archivo. (REUTERS/Albert Gea)

Condenado, compungido, a la espera de otras causas, parece haber encontrado apoyo para sus desgracias. Nada que reprochar a quien se ilusiona de nuevo. Nada menos contarlo a tu entorno por lo menos.

En tiempos de personas-cámara, de cotillas sin remedio, en una ciudad pequeña, en un día soleado me pregunto si esto no vuelve a ser, más que un descuido, un plan. Una forma de afrontar algo que te supera. Enviar un mensajero para que allane el camino ante quien no va a perdonar. Otra vez que ha mal medido. Con el quiosco gritando, con las portadas rugiendo, con la sorpresa por medio, no parece que se ayude a generar un entorno de confesiones y acuerdos.

Pero ya conocemos todos su condición de inescrutable. Por no entender sus preceptos, sus métodos, sus decisiones, sus prisas, sus aburrimientos, sus bandazos, sus razones. No le deseo más mal que el que se haya ganado a pulso, ni que pague a la sociedad ni un día más de lo que le deba. Pero por Dios, y por el rey que diría algún amigo, con tu familia cuidado. A tu mujer, un respeto si se ha acabado el cariño. Y a tus hijos, referencias por mucho que la hayas cagado, que la reinserción es más fácil con la sangre de tu sangre que con los que has sangrado.

Otra foto al mentidero. Y lupa sobre un paseo. Un andar mano con mano para volar de boca en boca. Giro en el mundo mediático del cuché y los colorines. De unos hipotéticos pechos a muy reales despechos en menos de una semana. Y han colapsado los medios. El éxtasis es evidente. Disfrutan los medio monárquicos y los republicanos enteros. Se defienden los leales excluyendo del entorno al paseante imprudente. Toda la mierda al recluso que, a decir por esas fotos, parece haberse liberado. Al menos del aparente yugo que le imponía la corona, o el anillo precisando complementos.

Iñaki Urdangarin
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