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Sexo, secretos y dinero: el final de la historia para Andrés, el príncipe repudiado
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FAMILIA REAL BRITÁNICA

Sexo, secretos y dinero: el final de la historia para Andrés, el príncipe repudiado

Sin dinero, sin sitio en la familia real, sin ONG a las que representar, al duque de York, el hijo favorito de la reina Isabel, solo le queda el ostracismo

Foto: El príncipe Andrés, en una imagen de archivo. (EFE)
El príncipe Andrés, en una imagen de archivo. (EFE)

Hace ya tiempo que la vida del príncipe Andrés, hijo favorito de Isabel II, supera ya cualquier umbral del surrealismo o decoro. La bochornosa entrevista que concedió en 2019 a la BBC hablando sobre su amistad con Jeffrey Epstein -el multimillonario americano que se suicidó en una prisión de Nueva York mientras esperaba un juicio por tráfico de menores- aún retumba en la cabeza de los británicos. "¿En qué momento le pareció una buena idea alojarse en la casa de un condenado por delitos sexuales?", le preguntó de manera directa la periodista Emily Maitlis.

El episodio -brutal, rocambolesco y anodino- forma parte de una turbulenta historia que lleva persiguiendo al 'royal' desde hace más de una década, una historia que este martes alcanzó su final legal, pero que jamás podrá ser ya borrada de la vida de un hombre que se ha quedado sin sitio en la familia real, sin dinero, y, ante todo, sin ningún tipo de honor para la mayoría de los ciudadanos a ambos lados del Atlántico.

placeholder El príncipe Andrés, el pasado abril. (Reuters/Steve Parsons)
El príncipe Andrés, el pasado abril. (Reuters/Steve Parsons)

El príncipe, de 61 años, ha llegado un acuerdo extrajudicial con Virginia Giuffre, de 38 años, la mujer que, desde 2011, le acusa de haber mantenido relaciones sexuales con ella -hasta en tres ocasiones- cuando era menor y estaba siendo explotada por una red pedófila controlada por Epstein. El pacto llega cuando faltaba menos de un mes para que el duque de York tuviera que declarar ante los tribunales de Nueva York. Ninguna de los dos partes ha querido ahora especificar la cuantía económica, pero los expertos consideran que la cifra podría rondar los 12 millones de euros.

Andrés evita así tener que ir a juicio y sufrir -aún más- el escarnio público. Pero el acuerdo, de alguna manera, le hace asumir la culpa (no legal, pero sí moralmente), cuando él siempre ha recalcado su inocencia. Aunque, siendo sinceros, hiciera lo que hiciera, su reputación estaba ya más que dañada.

El hijo de la monarca siempre había defendido que no tenía recuerdo alguno de haber conocido a Giuffre y que la famosa foto en la que aparecen juntos está manipulada. Pero el tono empleado en el comunicado conjunto es ahora muy distinto. Asegura que "nunca tuvo la intención de difamar su reputación" y acepta que "ha sufrido tanto como víctima establecida de abuso como resultado de ataques públicos injustos". "Se sabe que Jeffrey Epstein traficó con innumerables niñas durante muchos años. El príncipe Andrés lamenta su asociación con Epstein y elogia la valentía de la Sra. Giuffre y otros sobrevivientes al defenderse a sí mismos y a los demás. Se compromete a demostrar su arrepentimiento por su asociación con Epstein apoyando la lucha contra los males del tráfico sexual y apoyando a sus víctimas”, añade.

placeholder El duque de York, en una imagen de archivo. (EFE/Facundo Arrizabalaga)
El duque de York, en una imagen de archivo. (EFE/Facundo Arrizabalaga)

Andrés se había quedado sin margen de maniobra a principios de año, cuando el juez Lewis Kaplan, del Tribunal de Distrito de Nueva York, rechazó su petición de archivar el caso, argumentando que la víctima (que ahora reside en Australia) y el difunto magnate norteamericano ya habían firmado un pacto en 2009, por el cual ella renunciaba a perseguir a Epstein "y a otros potenciales acusados" por abuso sexual, a cambio de un pago de medio millón de dólares. El juez consideró entonces que las acusaciones contra el príncipe no eran las mismas que contra Epstein y que el caso se veía en una jurisdicción diferente. Aquello hizo tambalear los pilares del Palacio de Buckingham, que ya había apartado al príncipe de la agenda pública en 2019, tras su desafortunada entrevista.

Según revelan ahora medios británicos -entre ellos, la reputada BBC- desde palacio existía una "tremenda presión" para que el príncipe llegara a un acuerdo con la supuesta víctima y diera, de una vez por todas, carpetazo a un escándalo que ha ido devorando, poco a poco, la imagen de toda la monarquía.

En Buckingham, estaban "horrorizados" con la manera en la que el equipo legal del duque estaba lidiando con la polémica y no entendían cómo habían permitido que llegara tan lejos. Cada paso que daban hacía que el príncipe se hundiera más en el fango, como la solicitud de que el asunto fuera expuesto ante un jurado popular, y que fuera esta institución la que decidiera sobre su culpabilidad o inocencia. “El príncipe es muy valiente o muy estúpido”, llegaron a plantear los tabloides.

placeholder El príncipe Andrés y la reina Isabel, en Sandringham. (Reuters/Chris Radburn)
El príncipe Andrés y la reina Isabel, en Sandringham. (Reuters/Chris Radburn)

En un principio, Isabel II no pensó que toda esta tormenta iba a dañar la imagen de la Corona porque -quitando el vínculo afectivo- consideraba a Andrés como una parte "irrelevante" de la institución. Al fin y al cabo, es el noveno en la línea de sucesión.

Pero la propia soberana acabó siendo arrastrada al centro del huracán. La prensa -incluso la más afín a la Casa Real- comenzó a plantear preguntas incómodas: ¿es la reina quien está costeando los abogados?, ¿es la reina la que está apoyando a su hijo? Y la gota que colmó el vaso fue la demoledora carta enviada por 152 militares de alto rango, mostrando su malestar ante el hecho de que el príncipe Andrés siguiera conservando sus títulos: “Entendemos que es su hijo, pero le escribimos en su calidad de jefa de Estado y comandante en jefe del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea. Por favor, no deje pasar más tiempo”.

La decisión fue inmediata. En enero se despojaba al duque de York de todos los honores militares y el tratamiento de alteza real. El código real del deber -que dicta país primero, devoción familiar después- está impreso en el ADN de la monarca, de 95 años. Por lo que no había lugar a debate.

placeholder El príncipe Andrés, durante un desfile militar. (EFE/Oliver Recrop)
El príncipe Andrés, durante un desfile militar. (EFE/Oliver Recrop)

Despojado de sus afiliaciones militares y patronazgo reales, Andrés se iba a enfrentar a su caso "como ciudadano privado". Y el juicio habría sido realmente humillante y doloroso para su familia más próxima. Entre otras cosas, porque su hija, la princesa Beatriz, podría haber sido llamada a declarar, ya que el duque aseguró que estaba con ella en uno de los días en los que la presunta víctima sexual asegura que tuvieron relaciones.

En su demanda, Giuffre afirmó que el royal abusó sexualmente de ella siendo una menor en la mansión de Epstein en Manhattan y en su isla privada, Little St. James, en las Islas Vírgenes de EEUU. La demanda también afirma que Andrés, Epstein y la novia de este último, Ghislaine Maxwell, la obligaron a tener relaciones con el príncipe en la casa de Maxwell en Londres. La víctima asegura que temió repercusiones si desobedecía a los tres debido a “sus poderosas conexiones, riqueza y autoridad”.

En agosto de 2019, el millonario norteamericano fue encontrado muerto en una celda de la cárcel de Manhattan mientras esperaba el juicio por cargos de tráfico sexual. Por su parte, Maxwell fue también condenada en diciembre de 2021 por tráfico sexual y otros cargos.

placeholder El príncipe Andrés, en una imagen de archivo. (EFE)
El príncipe Andrés, en una imagen de archivo. (EFE)

Con el acuerdo extrajudicial, en palacio ahora respiran tranquilos. El príncipe sentado en el banquillo habría sido una imagen letal en el año en el que la soberana celebra 70 años en el trono. Ni toda la pompa real -con sus caballos, sus barcos por el Támesis, sus tiaras- que se espera para los eventos de esta primavera habría podido hacer sombra al juicio.

Tras conocerse la noticia, Buckingham se negó a realizar comentarios al respecto, recalcado lo ya anunciado en enero: "Es un caso de un ciudadano privado". ¿Alguien puede comprar ahora esta respuesta, cuando se trata del hijo favorito de la monarca, cuando es el escándalo más importante de la historia reciente en la monarquía británica?

El caso legal puede estar cerrado. Pero la polémica está muy lejos de acabarse, entre otras cosas, porque siguen las preguntas sobre si la reina está costeando esos supuestos 12 millones de euros. Al fin y al cabo, Andrés no tiene trabajo conocido. Tan solo le queda una pensión por haber sido miembro de la Marina -que no cubre sus excentricidades- y ha tenido que vender algunas de sus mansiones para costearse los abogados.

Sin dinero, sin sitio en la familia real, sin ONG a las que representar, al príncipe solo le queda el ostracismo. Los expertos consideran "arduamente improbable" que vuelva a salir algún día al balcón real, sobre todo cuando el príncipe Carlos se convierta en monarca. Porque ese será el día en el que Andrés pase de ser el hijo favorito de la soberana al hermano repudiado del nuevo rey.

Hace ya tiempo que la vida del príncipe Andrés, hijo favorito de Isabel II, supera ya cualquier umbral del surrealismo o decoro. La bochornosa entrevista que concedió en 2019 a la BBC hablando sobre su amistad con Jeffrey Epstein -el multimillonario americano que se suicidó en una prisión de Nueva York mientras esperaba un juicio por tráfico de menores- aún retumba en la cabeza de los británicos. "¿En qué momento le pareció una buena idea alojarse en la casa de un condenado por delitos sexuales?", le preguntó de manera directa la periodista Emily Maitlis.

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