Un joven Christian de Dinamarca, una fiesta, champán y un polémico vídeo

Esta semana, el príncipe Christian de Dinamarca se ha convertido en protagonista de numerosos titulares de la prensa. El hijo de Mary y Federico de Dinamarca es estudiante de Herlufsholm, un discreto internado de las afueras de Copenhague que hace unos días organizó un viaje a la nieve para sus alumnos a la estación de esquí de Val Thorens, en Saboya.

El heredero al trono de Dinamarca, como buen amante de los deportes de nieve, no quiso faltar a este divertido plan. No solo por el hecho de que le encante practicar el esquí, sino por las enormes posibilidades de entretenimiento diurno y nocturno que ofrece el lugar.

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Maite Torrente

El problema surgió cuando durante una velada en el chalet-hotel la Folie Douce, el joven Christian, de 16 años, roció con champán a sus amigos. El momento no tendría, en principio, ninguna importancia y respondería a un impulso dentro de un grupo de jóvenes divirtiéndose. Pero el hecho de que uno de los compañeros del príncipe Christian grabase ese instante con su teléfono móvil y de que decidiera publicarlo en redes sociales han complicado el asunto.

Christian de Dinamarca es un adolescente con ganas de diversión, como el resto de sus compañeros. Hasta cierto punto podría resultar lógico un comportamiento algo excéntrico o desmedido en un ambiente de fiesta. Pero en su caso, no es tan sencillo. Él es el heredero al trono de su país, todos sus movimientos son mirados con lupa y cualquier imagen que transmita frivolidad o una actitud de derroche y que se pueda vincular a él o cualquier otro miebro de su familia no es buena para la Casa Real de Dinamarca. La familia real debe transmitir siempre una imagen responsable e intachable.

El vídeo de Christian rociando champán en redes sociales se hizo viral, para disgusto de Mary y Federico de Dinamarca, antes de que la cuenta de Instagram donde se difundió cambiara su estado a 'privada'. Era tarde.

Ahora, la responsable de comunicación de la Casa Real, Lene Balleby, ha tenido que dar un paso al frente para ofrecer explicaciones. Ha asegurado que es difícil controlar lo que se publica en las redes sociales y que el uso de las mismas, para todo, es el modus operandi de los jóvenes de hoy. “Es el modo de comunicación de los jóvenes. Todas las personas son potenciales medios y documentalistas. Un compañero de clase o cualquier otra persona puede tener más impacto que una cámara de televisión. Y nunca se sabe cuándo está encendida. Por lo tanto, debemos tener cuidado con no convertir en un problema algo que, a los ojos de los jóvenes, es normal y aceptable”, ha dicho para pedir después que se haga un esfuerzo por analizar “las actividades de los jóvenes en las redes sociales y el contexto en el que se crean”.

No existen precedentes en las casas reales sobre el hecho de tener que combinar la educación de sus jóvenes con el uso de las nuevas tecnologías, las cuales resultan muy difíciles de ser controladas. Corresponde, en mayor medida, a los jóvenes príncipes y princesas estar atentos para no terminar siendo protagonistas involuntarios de vídeos publicados por amigos.