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La tiara floral de Dinamarca, la más original de las joyas reales
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La tiara floral de Dinamarca, la más original de las joyas reales

Todo sobre la tiara floral de diamantes, la preferida de la reina Margarita y que se dice que perteneció a Anastasia, con quien está lejanamente emparentada

Foto: Imagen de archivo de Mary y la reina Margarita de Dinamarca. (EFE/Julian Abram Wainwright)
Imagen de archivo de Mary y la reina Margarita de Dinamarca. (EFE/Julian Abram Wainwright)

Las citas más importantes de la realeza merecen las mejores joyas. Las royals lo saben y por eso aprovechan esas veladas de gala para lucir algunas de las piezas más bellas de sus joyeros, esas que llegan hasta sus manos cargadas de historia, algunas de ellas de leyendas y, las menos, incluso de maldiciones, como las que persiguen a algunas joyas que se han perdido con el tiempo o que descansan en museos, donde su maldición parece quedar aplacada.

Otras, por otra parte, son nuevas incorporaciones que dentro de un tiempo veremos con la misma admiración que aquellas que llevan en la familia generaciones. Ejemplo de esto es la tiara Medianoche de Mary de Dinamarca, un préstamo del taller de joyería Ole Lynggaard, diseñada especialmente para ella y que parece que no tendrá que devolver. Esto parece ser relativamente frecuente en Dinamarca, pues su cuñada, la princesa Marie, hizo lo propio con una diadema de la joyería francesa Mauboussin.

placeholder La reina Margarita de Dinamarca, a su llegada a la cena de gala ofrecida en su honor en la víspera de su 75º cumpleaños en el palacio Christiansborg. (EFE/Nils Meilvang)
La reina Margarita de Dinamarca, a su llegada a la cena de gala ofrecida en su honor en la víspera de su 75º cumpleaños en el palacio Christiansborg. (EFE/Nils Meilvang)

Por supuesto, no todas las joyas que adornan a las mujeres de la familia real danesa son préstamos como estos. Otras, como hemos apuntado antes, son regalos familiares, herencias que pasan de madres a hijas perfectas para conmemorar momentos importantes. La tiara floral Aigrette -uno de los muchos nombres que recibe esta joya- que la reina Margarita escoge para momentos clave de su vida es un ejemplo de ello. Elaborada con un acabado floral en diamantes tiene un diseño único y espectacular, la sección central presenta la flor más grande y está engarzada de tal forma que tiene un poco de movimiento, lo que potencia el brillo. Las dos piezas laterales tienen más un diseño de estilo corona.

Suele llevar esta impresionante tiara cuando se recoge el cabello, pues se trata de un diseño flexible, original y diferente que le permite adaptarla a diferentes looks. Está formada por tres piezas que pueden llevarse juntas como tiara, pero también pueden lucirse por separado, como broche o como diadema, dejándolo a la imaginación, y no es raro que la reina Margarita opte por ponérsela como una suerte de tocado, completando sus recogidos.

placeholder La reina Margarita, en la boda de su hijo Federico. (Getty/Pascal Le Segretain)
La reina Margarita, en la boda de su hijo Federico. (Getty/Pascal Le Segretain)

Tres piezas desmontables que permiten dar diferentes estilos a la tiara y que fueron un regalo de su madre, aunque el origen oficial de la joya no está del todo claro. Se cree que fue hecha a mediados del siglo XIX y que pudo haber pertenecido a la gran duquesa Anastasia de Rusia, aunque esto nunca ha sido confirmado. Antes de pasar a manos de la realeza, perteneció al tenor Lauritz Melchior, pero decidió subastarla. El rey Federico IX la compró y se la regaló a su esposa, la reina Ingrid, a principios de los años 60, pero tras la muerte del monarca, esta dejó de llevarla y decidió que lo mejor era que pasara a manos de su hija, convirtiéndose en una de las preferidas de la actual reina.

Esta es la tiara que llevaba la reina Ingrid en la boda de su hija, la reina Margarita, en 1967; de hecho, esta cita fue la primera vez que la lució. Tal vez por eso fue la escogida por esta última para lucir en la boda de su primogénito y heredero del trono, Federico de Dinamarca, un enlace real cargado de emoción, pues en el momento en el que Mary Donaldson hacía acto de presencia en la iglesia, el joven no podía evitar derramar unas discretas lágrimas al verla. La pareja se conoció cuatro años antes, durante los Juegos Olímpicos celebrados en Sídney en el año 2000, pues Mary es de origen australiano.

placeholder La reina Margarita, junto a su marido en 2007 en el palacio de Christiansborg.(Getty/Niels Henrik Dam)
La reina Margarita, junto a su marido en 2007 en el palacio de Christiansborg.(Getty/Niels Henrik Dam)

También ha escogido esta tiara para otras sonadas ocasiones, como cenas de gala a los miembros del Gobierno y el Parlamento danés organizadas en el palacio de Christiansborg, o los festejos previos, celebrados en honor a su propio cumpleaños. La ha llevado en numerosas ocasiones y parece que ha probado todas las combinaciones posibles, pues la ha lucido como tiara, la ha llevado como broche y ha jugado con todas las posiciones que esta puede ofrecerle, incluso con las dos piezas laterales como si de una corona de laurel se tratara alrededor de un recogido bajo. En alguna ocasión ha comentado que la versatilidad de la tiara le encanta, así como probar nuevas formas de llevarla.

Esta tiara de diseño floral presenta tantas versiones diferentes que parecen nunca acabar y con las que la reina Margarita disfruta sorprendiendo cada vez que una cita requiere una indumentaria de gala y ella se deja llevar por el corazón y selecciona esta pieza familiar. Una joya perfecta para no aburrirse nunca y que tiene un diseño tan elegante que pude llevarse sin resultar demasiado llamativa o estridente. La tiara perfecta para que una reina luzca en la boda del heredero del trono. ¿Seguirá Mary de Dinamarca con la tradición en el futuro?

Las citas más importantes de la realeza merecen las mejores joyas. Las royals lo saben y por eso aprovechan esas veladas de gala para lucir algunas de las piezas más bellas de sus joyeros, esas que llegan hasta sus manos cargadas de historia, algunas de ellas de leyendas y, las menos, incluso de maldiciones, como las que persiguen a algunas joyas que se han perdido con el tiempo o que descansan en museos, donde su maldición parece quedar aplacada.

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