Kate Middleton, de cena de gala en Jamaica: de su vestido princesa a las joyas de Isabel II

Nueve looks y suma y sigue. Kate Middleton está haciendo un gran despliegue de glamour en su tour por el Caribe. Puede que sea por tratarse de la primera gira tras la pandemia, o porque conocedora como es de que el objetivo del viaje es reenamorar a los ciudadanos del lugar, quiere que todos los ojos se fijen en ella, con una perfecta mezcla de estilo y boato. Así sucedió la noche de este miércoles en el que era su segundo día en Jamaica después una breve estancia en Belice. Tras una ajetreada jornada en Kingston, los duques de Cambridge asistían a una cena de Estado celebrada en su honor en King's House.

El anfitrión de la velada era el gobernador general de Jamaica, que representa a la reina Isabel II en el país. Una cara amiga después de que horas antes el primer ministro, Andrew Holness, le explicara al príncipe Guillermo en una reunión bilateral su intención de que Jamaica sea completamente independiente y de que Isabel II deje de ser la jefa de Estado del país, que se convertirá, si sus deseos se hacen realidad, en una república, una situación que ya vivía Barbados el pasado mes de noviembre. La reacción de los duques fue asentir con la cabeza, ya que ellos nada tienen que ver con esta situación, pero fue, sin duda, una escena incómoda.

Todo lo contrario a lo sucedido unas horas más tarde, en la cena, donde los Cambridge estuvieron en su salsa. Para la ocasión, Kate Middleton confió en un nuevo vestido al más puro estilo princesa de cuento. Un diseño de Jenny Packham en verde, uno de los colores de la bandera jamaicana. Desde que aterrizó en el Caribe, la esposa del príncipe Guillermo no ha dejado de vestir los tonos de cada país en una muestra de reconocimiento. En este caso, nos encontramos ante un vestido escote de honor con volantes de tul de glitter, que recorren toda la pieza, corpiño ajustado y falda de vuelo. ¿Su precio? 4.800 euros.

Las joyas jugaron en esta ocasión un papel tan o más importante que el vestido. Y es que se trataba de un préstamo de Isabel II, siendo esta la primera vez que la duquesa lucía estas alhajas, dos piezas de una conocida demiparure de la soberana: unos pendientes en oro amarillo y diamantes que forman un nudo del que caen tres cadenas terminadas por esmeraldas, y una pulsera a juego. Aunque no hay información al respecto, la creencia general es que fueron un regalo árabe a la reina, quien era la única que había lucido estas joyas hasta la fecha.

Kate llevaba prendido del vestido de Jenny Packham su insignia de la Orden de la Familia Real. Le fue concedida por Isabel II en 2017, y con ella la reina quiso elogiar el trabajo de su nieta política. Desde entonces, la duquesa de Cambridge forma parte ya del selecto grupo de mujeres poseedoras de esta orden, entre quienes se encuentran su prima, la princesa Alexandra; las esposas de sus primos, las duquesas de Gloucester y Kent; su hija, la princesa Ana; y sus nueras Camila y Sophie de Wessex. En el pasado también la tuvieron las fallecidas Lady Di, la princesa Margarita y la reina madre, entre otras. La insignia está formada por una tela amarilla sobre la que reposa una imagen de la reina rodeada de diamantes.

La duquesa, quien en este viaje ha preferido prescindir de sus ondas y optar por el peinado extraliso, recogió su melena para la cena en un original y trabajado moño, gracias al que pudimos disfrutar más de esos pendientes propiedad de Isabel II. No faltaba, por supuesto, el anillo de zafiro de Ceilán, rodeado por diamantes, que perteneció a la princesa Diana y que el príncipe Guillermo le entregó en noviembre de 2010 cuando le pidió matrimonio.

Esta fue la segunda ocasión en este tour que la duquesa de Cambridge confió en la diseñadora Jenny Packham. Ya lo hizo en su llegada a Belice, para la que eligió un dos piezas en azul de guipur formado por cuerpo de escote en V y falda lápiz. Desde entonces, ha protagonizado una lección de estilo tras otra, siendo su look más comentado el vestido en fucsia brillante de The Vampire's Wife que llevó en una recepción en las ruinas mayas.

Un esperado perdón

Durante su discurso, el príncipe Guillermo quiso pedir perdón en nombre de la Corona por los actos cometidos durante el colonialismo. Condenó el papel histórico de Gran Bretaña en el comercio de esclavos, describiéndolo como "abominable" y "una mancha en nuestra historia". También aseguró que fue una "atrocidad espantosa" y reveló "su profundo dolor" por lo sucedido.