Desaparece Marivent, el paraíso donde la familia real fue feliz
Hace tiempo que el palacio de Marivent dejó de ser el lugar de reunificación de la familia real. En verano, todos los Borbón Grecia eran fijos
Hace tiempo que el palacio de Marivent dejó de ser el lugar de reunificación de la familia real. En verano, todos los Borbón Grecia eran fijos con sus respectivas parejas e hijos. El príncipe Felipe, como heredero, se independizó y se le habilitó Son Vent, que también se encuentra dentro del recinto. Las infantas se instalaban en sus pabellones, don Juan Carlos tenía vida propia y doña Sofía era feliz al ser el único lugar desde el que dirigía la intendencia familiar. El desayuno, todos juntos, era la única cosa que exigía.
En el palacio de la Zarzuela no existía ese mandato doméstico, entre otras cosas porque cada uno iba a su aire. Por eso la reina emérita siempre ha considerado Marivent como su paraíso afectivo y donde, si pudiera, lo convertiría en su retiro. Dadas las actuales circunstancias, y con la desbandada de los titulares del organigrama real, puede ser que en el futuro desaparezca como domicilio vacacional de la Jefatura del Estado. A pesar de que el rey Felipe ha dicho en varias ocasiones que en su recuerdo siempre estarán los veranos en la isla. El año pasado, en la copa que lleva su nombre, lo volvió a repetir.
Sigamos con la historia. En Semana Santa era más de lo mismo y acababan las vacaciones con la asistencia de todos ellos a la catedral de Palma para la celebración de la liturgia de Pascua y Resurrección. Era una fecha que no formaba parte de la agenda institucional, pero sí de la tradición. Este año no hay presencia del jefe del Estado ni de la reina Letizia y sus hijas. Hay otros compromisos y ninguno de ellos pasa por dejarse ver en el que ha sido el paraíso donde no se puede dudar que la familia Borbón fue feliz.
Para Felipe VI, Mallorca se convirtió en el escenario de su primer amor con Isabel Sartorius. Y para la infanta Cristina, Marivent fue el destino de sus viajes secretos con Iñaki Urdangarin y, antes, escenario de sus amores con Bultó. En el mundo de las contradicciones, fue también donde se les vetó la entrada cuando estalló el caso Nóos. Ahora, con la aparición de Ainoha Armentia en la vida del exduque, ya no queda nada de esas historias amables que hacían del recinto palaciego un lugar de referencia para todos ellos.
La guardiana del palacio
Si no hay cambios de última hora (que los puede haber, dada la querencia a sorprender de Zarzuela), solo acudirá a la misa la reina emérita. Se encuentra en la isla desde principio de semana cumpliendo con su compromiso con la asociación Proyecto Hombre. Acudió con su hermana la princesa Irene al concierto cuya recaudación va en su totalidad a esta iniciativa.
Como en la novela ‘Diez negritos’, de Agatha Christie, poco a poco han ido desapareciendo de la foto fija de Marivent los miembros titulares y los colaterales. Ya no hay reunificación y únicamente la reina Sofía sigue siendo la guardiana del palacio que abre en Semana Santa y cierra en otoño, cuando vuelve a Madrid. Enamorada de Palma, este entorno es su oxígeno al recordarle al palacio de Tatoi en Grecia, donde vivió mientras su padre fue rey. Las ausencias no son buenas. Se abrieron parte de los jardines al público y a ese primer paso pueden seguir otros si ya no hay familia real que quiera disfrutar de Marivent.
Hace tiempo que el palacio de Marivent dejó de ser el lugar de reunificación de la familia real. En verano, todos los Borbón Grecia eran fijos con sus respectivas parejas e hijos. El príncipe Felipe, como heredero, se independizó y se le habilitó Son Vent, que también se encuentra dentro del recinto. Las infantas se instalaban en sus pabellones, don Juan Carlos tenía vida propia y doña Sofía era feliz al ser el único lugar desde el que dirigía la intendencia familiar. El desayuno, todos juntos, era la única cosa que exigía.