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El retorno de Harry y Meghan: tan cerca y a la vez tan lejos
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FAMILIA REAL BRITÁNICA

El retorno de Harry y Meghan: tan cerca y a la vez tan lejos

El regreso de la pareja al Reino Unido estos días, con motivo del Jubileo de Platino de Isabel II, era difícil de encajar en la agenda oficial

Foto: Los Sussex. (Reuters/Dylan Martínez)
Los Sussex. (Reuters/Dylan Martínez)

El momento que vivió la familia real británica en la abadía de Westminster aquel 9 de marzo de 2020 fue uno de los más incómodos que se recuerdan en la historia reciente, con permiso de todos los escándalos que persiguieron a Lady Di. El príncipe Harry y Meghan ya habían comunicado públicamente que rompían sus vínculos con Palacio para comenzar una nueva vida al otro lado del Atlántico. Se trataba de su último acto oficial y la tensión se masticaba en el ambiente.

Las caras del príncipe Guillermo y Kate eran todo un poema. Por un instante, los Windsor fueron como el resto de los mortales, incapaces de maquillar las desavenencias. La relación de los que en su día fueron denominados 'los cuatro fantásticos' había terminado mal, muy mal.

Foto: Zara Philips, junto a su marido, Mike Tindall. (Getty)

Aunque nadie podía imaginar que las cosas iban a ir a peor con una incendiaria entrevista donde los duques de Sussex -porque ya no son royals, pero siguen conservando determinados privilegios- acusaban a la Firma de racista. No revelaron nombres, pero fue casi más grave porque de esta manera sembraban la duda sobre todos los miembros de Palacio. Y no puede obviarse tampoco esa intervención de Harry tras la visita fugaz a su abuela en abril para asegurarse de “que estaba rodeada de la gente adecuada”.

placeholder Harry y Meghan, durante su incendiaria entrevista. (Reuters)
Harry y Meghan, durante su incendiaria entrevista. (Reuters)

En definitiva, el regreso de la pareja al Reino Unido estos días, con motivo del Jubileo de Platino de Isabel II, era difícil de encajar en la agenda oficial. No podía interpretarse como el retorno del hijo pródigo porque Harry parece que no tiene ninguna intención de limar asperezas. La autobiografía que se espera para finales de año promete ser otra bomba de relojería. Por lo tanto, este viernes había que meterlos 'con calzador' en el oficio religioso que se celebraba en la catedral de San Pablo, en tributo a la monarca, por cierto, la gran ausente debido a “unas molestias”.

Había especial interés por saber cómo sería ese reencuentro entre los hermanos y cuñadísimas. Morbo ante todo -para qué engañarnos-, tras esa acusación de que fue Kate quien hizo llorar a Meghan días antes de su boda y no a la inversa, como maliciosamente, según la versión de la actriz norteamericana, habían inventado los tabloides. Pero la elegante coreografía de Palacio consiguió evitar que los Sussex tuvieran que cruzarse -o siquiera mirarse- con los Cambridge. No hubo fumata blanca, por tanto, en la misma catedral donde en su día se casaron Carlos y Diana. Está visto que los Windsor tienen algo con ese templo.

Al no formar parte ya de la familia real oficialmente, Harry y Meghan llegaron mucho antes de que comenzara el servicio religioso. Al bajar del coche, a ella se la vio especialmente nerviosa ante la reacción que pudiera tener el público. No hubo grandes abucheos como los que recibió el premier Boris Johnson, pero tampoco se puede decir que se escucharan muchos vítores y aplausos. En su día, el hijo rebelde de Lady Di era de los más populares. Se le perdonaba todo, pero a los británicos no les encaja ahora ese camino intermedio entre 'celebrity' y duque a ratos libres, con continuas críticas públicas a la Corona. Aunque ahí estaba de comentarista en algunas televisiones el periodista Omid Scobie, convertido en su portavoz no oficial, para recalcar que siguen manteniendo una “relación superestrecha y especial” con la reina. Para los que se perdieron el capítulo de la saga, es el mismo al que Meghan agradeció en su día que le preguntara “si estaba bien” porque era algo que echaba de menos, que le preguntaran cómo estaba.

placeholder Los Cambridge y los Sussex, antes de sus desavenencias. (Getty)
Los Cambridge y los Sussex, antes de sus desavenencias. (Getty)

Los Sussex hicieron el paseíllo hasta ocupar sus asientos, por supuesto, cogidos de la mano. Es algo que choca contra el protocolo y que, según dicen, desagrada completamente a la propia reina, sobre todo teniendo en cuenta que estaban dentro de un templo religioso. Pero para los Sussex nunca son suficientes todas las muestras de afecto que puedan intercambiarse en público.

Los sentaron en el extremo izquierdo, en segunda fila, junto a las hijas del príncipe Andrés, alejado de la vida pública tras el sonado escándalo de abusos sexuales que él siempre ha negado. Se suponía que iba a asistir a la ceremonia religiosa, pero un positivo en covid le obligó a cancelar la cita. Nunca antes un test de antígenos había sido más oportuno. La segunda fila tiene toda su metáfora.

Tras el Megxit, Harry ha encontrado en su prima, la princesa Eugenia, un gran apoyo. Se les ha visto juntos incluso por los Estados Unidos. Es más, Eugenia -junto con su marido Jack Brooksbank y su pequeño August- es quien vive ahora en Frogmore Cottage, la gran casa en Windsor que la reina regaló a los Sussex por su boda, la misma que fue reformada con 2,8 millones de libras pagadas con erario público para ser habitada tan solo unos meses. Tras el 'divorcio' con la familia real, tuvieron que devolver la cuantía.

Por su parte, Guillermo y Kate se sentaron junto a Carlos y Camila en el otro extremo de la catedral. No hubo manera de conseguir la ansiada foto de los cuatro juntos. Ni en la catedral, ni en la recepción que el alcalde de Londres ofreció luego en Guildhall, porque los Sussex fueron los grandes ausentes.

placeholder Harry conversando con sus primas, Beatriz y Eugenia de York, antes de la misa. (Reuters/Pool/Dan Kitwood)
Harry conversando con sus primas, Beatriz y Eugenia de York, antes de la misa. (Reuters/Pool/Dan Kitwood)

Por lo tanto, si ha habido algún tipo de acercamiento familiar ha sido a puerta cerrada. Y si las hostilidades continúan, al menos, no han ensombrecido el jubileo. Ese era el gran objetivo que se había marcado Palacio: que nada de lo que digan o hagan pueda eclipsar a la monarca.

Pero incluso su 'silencio' se ha convertido en noticia. La pareja no posó en el balcón de Buckingham el viernes, pero fue invitada a ver el desfile militar desde la antigua oficina del duque de Wellington con vistas a Horse Guards. Y allí fueron fotografiados jugando con las primas segundas pequeñas de Harry, a las que cariñosamente les mandaban guardar silencio en medio de la ceremonia. ¿Mensaje oculto? ¿A nosotros también se nos ha dicho que no hablemos estos días? Quien quiera leer entre líneas, que lo haga. Lo que está claro es que Meghan era plenamente consciente de que las cámaras seguían cada uno de sus movimientos.

No está previsto que los Sussex participen en más actos oficiales este fin de semana. Pero lo que preocupa a Palacio es su agenda no oficial y su costumbre de hacer apariciones de último momento no publicitadas -como la reciente visita de Meghan al monumento conmemorativo de los niños de escuela primaria asesinados en Uvalde, Texas-. Sin ir más lejos, la visita que realizaron el mes pasado a Isabel II en el castillo de Windsor cuando se dirigían camino a los Juegos Invictus en La Haya pareció tomar por sorpresa incluso a los más allegados a la soberana.

placeholder Los Sussex. (Reuters/Dylan Martínez)
Los Sussex. (Reuters/Dylan Martínez)

Las malas lenguas aseguran que en Buckingham quiere mantener distancia porque cualquier contacto que tuvieran estos días podría ser utilizado para el documental que, según la prensa americana, están preparando con Netflix sobre su vida, cual Kardashian.

Por lo tanto, surgen dudas sobre si realmente Harry y Guillermo podrían llegar a tomar un té. Y eso es especialmente triste, ya no solo por la relación inexistente entre los hermanos, sino por las consecuencias que esto tiene para los primos. Los hijos de los Sussex son auténticos desconocidos para los hijos de los Cambridge. Harry y Meghan tuvieron a su primogénito Archie -de 3 años- cuando aún vivían en Londres. Pero nadie conoce aún a la pequeña Lilibet, a la que pusieron en nombre en honor a Isabel II. Cumplirá un año este sábado. Es muy posible que la reina aproveche la ocasión para poder estar con su bisnieta. Pero se desconoce si habrá un momento para otras reuniones familiares. Tan cerca, y a la vez tan lejos.

El momento que vivió la familia real británica en la abadía de Westminster aquel 9 de marzo de 2020 fue uno de los más incómodos que se recuerdan en la historia reciente, con permiso de todos los escándalos que persiguieron a Lady Di. El príncipe Harry y Meghan ya habían comunicado públicamente que rompían sus vínculos con Palacio para comenzar una nueva vida al otro lado del Atlántico. Se trataba de su último acto oficial y la tensión se masticaba en el ambiente.

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