Lady Diana Spencer y su relación con Isabel II: lo que ocurría tras las puertas de palacio
Tras el fallecimiento de la reina Isabel II y cuando se cumplen 25 años de la trágica muerte de la princesa de Gales, analizamos cómo era la relación entre ellas
Han pasado veinticinco años desde la muerte de Lady Di y sigue habiendo tanta literatura a su alrededor que a veces cuesta distinguir lo que es realidad de la romantización de su historia. Por eso, sigue habiendo numerosos flecos sueltos sobre cómo fue en verdad su relación con la reina Isabel II, fallecida el pasado jueves, quien, recordemos, forzada por los acontecimientos y el fervor popular tras la muerte de la que fue su nuera, tuvo que dar la cara públicamente y hacer un reconocimiento de su figura y su legado.
Fue un discurso en directo y desde el balcón de Buckingham el día previo al funeral, y la soberana británica dijo hablar "desde el corazón, como reina y como abuela" de un "ser humano excepcional" al que admiraba y respetaba por su compromiso hacia los demás, su energía y su devoción a sus dos hijos. ¿Realmente eran estas palabras sentidas o estaban concebidas para capear el temporal porque se daba por hecho que su relación no era buena y la Casa Real no se había portado con ella como debía?
Casi un cuarto de siglo después, sigue siendo un misterio sin resolver, pero entre ambas había suficientes lazos (la reina conocía a Diana de Gales desde que era una niña) para considerar que sí fue una pérdida dolorosa para la madre del nuevo rey Carlos, quien también tuvo que vivir con estoicismo los escándalos de su primogénito, especialmente cuando se divulgaron las sonrojantes conversaciones privadas que mantenía con Camila Parker Bowles, en las que, entre otras cosas, decía que quería ser su tampón. Unas cintas que se grabaron en 1989, cuando ya llevaba casado ocho años con la princesa de Gales, y que vieron la luz en 1992.
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Ahora que tan de moda se ha puesto la palabra 'relato', debemos decir que en el momento de su muerte fue ella quien había logrado que se impusiera el suyo, por lo que Isabel II era mirada con suspicacia y recelo por parte de la opinión pública, que veía en Lady Diana Spencer a una víctima de su marido, de la institución e incluso de un complot para acabar con su vida. Teoría, por cierto, alimentada por Mohamed Al-Fayed, padre de su novio, Dodi, con quien falleció en el túnel del puente de Alma de París, y que algunos siguen sin desestimar por completo en la actualidad.
Lady Di no era ni mucho menos una extraña cuando emparentó con los Windsor y cumplía con los cánones para convertirla en la protagonista de un cuento de hadas en el imaginario colectivo. Era una candidata más idónea, aparentemente, para ser la mujer del futuro rey del Reino Unido que Camila Parker Bowles, divorciada y madre de dos hijos, por lo que inicialmente contó con la aprobación de la soberana británica, aunque era consciente de las dificultades que entrañaba esta posición para una mujer de apenas veinte años que solo tenía como experiencia haber trabajado en un jardín de infancia.
La víspera de su boda, el 28 de julio de 1981 en la catedral de San Pablo, la siempre recordada como la 'princesa del pueblo' recibió dos joyas emblemáticas de la familia enviadas por la propia reina Isabel, una tiara de perlas y diamantes y un collar de esmeraldas que habían pertenecido a la reina Mary, mujer del rey Jorge V. Al día siguiente, se calcula que 800 millones de personas vieron la ceremonia por televisión, una cifra superada ampliamente por la de su funeral, en 1997, que rebasó ampliamente los 2.500 millones, lo que sirve como muestra del impacto de la noticia.
Frescura, naturalidad y aires nuevos eran unas cualidades que la reina Isabel II, que durante su longevo reinado demostró saberse adaptar a los tiempos en cada circunstancia con la que se ha encontrado, valoraba muy positivamente, hasta que la situación se fue de las manos... Dos mujeres de carácter contradictorio habían aprendido a convivir y, al menos públicamente, Isabel II no intervino en los asuntos conyugales de su hijo. Sin embargo, la publicación en junio de 1992 del libro de Andrew Morton 'Diana: Her True Story' ('Diana: su verdadera historia') dinamitó el statu quo.
En las páginas de este instantáneo bestseller se hacía un relato demoledor en el que Diana, que había participado activamente en él, aunque lo negaba, se presentaba como víctima de un marido ausente, también en el sentido figurado de la palabra, que incluso había intentado suicidarse. Al parecer, la reina y su marido, el duque de Edimburgo, no eran partidarios de que se separaran, ellos mismos eran el claro ejemplo de la resiliencia marital (siempre ha pesado la sombra de la infidelidad por parte de Felipe, aunque nunca se ha podido o querido demostrar), pero la situación era insostenible, y el 9 de diciembre de 1992, el primer ministro, John Major, la hizo oficial en la Cámara de los Comunes.
Otro punto de inflexión determinante es la entrevista que emitió el 20 de noviembre de 1995 el programa 'Panorama' de la BBC, que puso en la picota a la monarquía británica delante de casi 23 millones de espectadores, lo que supuso la ruptura total con la que había sido su suegra y hasta entonces no había sido desafiada de esa manera. "Creo que hay mucha gente que no quiere que yo sea reina. Y con mucha gente me refiero a la institución que represento, porque han decidido que yo soy inaceptable", decía Diana, aunque quizás la frase que más ha sobrevivido al paso del tiempo haya sido: "Éramos tres en este matrimonio, eso es una multitud".
Al día siguiente no se hablaba de otra cosa en todo el mundo, lo que precipitó los acontecimientos: la reina pidió que se divorciaran, se llegó a un acuerdo excepcional por el que siguió manteniendo el título de princesa de Gales (nunca dieron el paso de que lo ostente Camila, que ha seguido siendo duquesa de Cornualles) y mantuvo como residencia oficial Kensington Palace. El resto ya es historia y podríamos ponerle como banda sonora 'Candle in the Wind', la canción que interpretó su gran amigo Elton John en su histórico funeral, a la altura del personaje que fue y, todo parece indicar, seguirá siendo, por muchos años que pasen. De la misma manera que sucederá ahora con la reina Isabel II, pues tras su muerte, el mundo entero llora su pérdida.
Han pasado veinticinco años desde la muerte de Lady Di y sigue habiendo tanta literatura a su alrededor que a veces cuesta distinguir lo que es realidad de la romantización de su historia. Por eso, sigue habiendo numerosos flecos sueltos sobre cómo fue en verdad su relación con la reina Isabel II, fallecida el pasado jueves, quien, recordemos, forzada por los acontecimientos y el fervor popular tras la muerte de la que fue su nuera, tuvo que dar la cara públicamente y hacer un reconocimiento de su figura y su legado.