Bromas a Leonor, charlas con Letizia y besos al Rey: los Princesa de Girona, desde dentro
La cita en Barcelona sirve para acercar a los Reyes y sus hijas a los ciudadanos, con quienes charlan y comparten intereses sin prestar atención a la prensa
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La princesa Leonor dejó al auditorio sin habla. Vestida de rojo, con el pelo ondulado y una sonrisa perenne en su cara, la joven asintió con la cabeza ante su padre, el rey Felipe VI, y sin titubeo alguno dio parte de su discurso en un perfecto catalán. Mejor que el de muchos de los catalanes que allí estaban escuchando, boquiabiertos.
La última entrega de los Premios Princesa de Girona con público, celebrados en noviembre de 2019 en el palacio de Congresos de Barcelona, sirvieron para acercar a la familia real a los ciudadanos, muchos de ellos llegados de Girona para conocer al Rey y su familia. El perfecto catalán de Leonor tenía su explicación, la misma que dio después la reina Letizia en una charla distendida con invitados.
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Simpática, cercana, relajada y divertida, la Reina hablaba y contaba cómo su hija empezó a aprender catalán desde pequeña porque no querían que fuera un idioma impostado para ella. Los Reyes lo hablan también, nos dijeron, pero tanto Leonor como la infanta Sofía no han tenido que aprenderlo como lengua extra porque desde bebés lo tienen interiorizado. Y eso se nota cuando uno lo habla.
Los premios fueron creados por don Felipe en 2009 para fomentar y dar alas al talento joven, a la par que crear lazos más fuertes con la ciudad de Girona. Pero desde 2018 Girona no permite al Rey celebrar los premios de su hija en la ciudad, que lo declaró persona non grata en un pleno municipal. Ese año cambiaron la sede y lo trasladaron a Mas Marroc, un restaurante con centro de reuniones de los hermanos Roca, del Celler de Can Roca.
Casi clandestinos
Pareció un acto casi clandestino, así que cuando la Casa Real decidió que había llegado el momento de que Leonor tomara las riendas, no quisieron empañar su estreno y trasladaron los actos a Barcelona. Ha sido 2019 el único año en el que se han celebrado en la capital catalana con público (fueron más de 1.300 asistentes) porque llegó la pandemia y lo complicó todo. En 2021 los premios volvieron, cierto, pero fue en un acto cerrado, por motivos sanitarios, y los pocos invitados no pudieron mezclarse con la familia real.
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Hasta ahora: este lunes, la Princesa, recién llegada e Reino Unido, entregará los premios que llevan uno de sus títulos. Y no cabe duda de que lo hará de nuevo en catalán, un catalán perfecto mamado desde la cuna en casa. Hablar con la princesa y con el resto de familia es uno de los objetivos de muchos de los asistentes a las jornadas. Lo fue en 2019.
Una Reina que brilla
Porque charlar con la reina Letizia sirve para romper muchos estereotipos. Ni estirada ni distante ni seria ni tensa. La mujer de Felipe VI saludó a todos con mucho afecto, se ríe a carcajadas cuando una broma le hace gracia, que suele ser frecuente, comparte sus intereses -que son muchos- con quienes charla, recomienda libros, da besos y abrazos de efusividad sorprendente y conoce a muchos por su nombre, sabe quiénes son, qué les gusta, y pregunta por todo. Lo dijo ella en la Complutense al recordar su juventud de estudiante: es una ‘preguntona’.
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Sus hijas se ríen con sus gracias y el Rey, más pendiente del protocolo y acaso más tímido que su mujer, trata de saludar a todo el mundo, sonríe con las bromas que le hacen. En 2019, después de la primera jornada (fueron dos, no como este año, que es un solo día), don Felipe asistió a un cóctel informal con los invitados, muchos de Girona, y se formaban decenas de corrillos a su alrededor.
Todos querían saludarle, pedirle un favor, darle un beso y decirle lo monárquicos que eran. Aunque no fuera verdad. Destacaba el Rey ante la multitud por su altura y uno podía localizarlo en la gigante sala (allí mismo se celebra el Premio Planeta con decenas de invitados). Muchos le pedían al monarca que visite Girona a pesar de los pesares. “Tiene que venir, Majestad, necesitamos que nos visite”, le decían unas mujeres entusiasmadas. “Claro, claro”, asentía el Rey entre sonrisas, “a ver si puedo llevar a Leonor a Girona”, respondía con cierto aire apurado ante tanto cariño.
"Niña maravillosa"
“La niña Leonor es ¡maravillosa, maravillosa!”, decía una asistente totalmente entregada, “estamos tan agradecidos de que hayan venido. Fíjate que la han aplaudido más aquí que en Oviedo [en referencia a los Premios de Asturias, quizás más protocolarios]”.
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“Desde bien pequeñas, a mi hermana, la infanta Sofía, y a mí, nuestros padres nos han hablado de Girona y de Cataluña siempre con verdadero afecto. Gracias a ellos sabemos muchas cosas de la historia y la cultura catalanas. Gracias por vuestro compromiso con los jóvenes y con una tierra, Cataluña, que siempre ocupará un lugar especial en mi corazón”, dijo en su discurso la Princesa, que todavía habla con voz de niña.
Este año, dos años después, la expectación es máxima. De nuevo, todos esperan escuchar su catalán perfecto. Y muchos esperan poder volver a hablar con la Reina para demostrarse de nuevo que todos esos comentarios sobre su rigidez y tensión no son más que impresiones desde la lejanía. De cerca, los Reyes sorprendieron a todos.
La princesa Leonor dejó al auditorio sin habla. Vestida de rojo, con el pelo ondulado y una sonrisa perenne en su cara, la joven asintió con la cabeza ante su padre, el rey Felipe VI, y sin titubeo alguno dio parte de su discurso en un perfecto catalán. Mejor que el de muchos de los catalanes que allí estaban escuchando, boquiabiertos.