La vuelta a España de la infanta Cristina: ahora, Santander
Después de un tiempo intentando pasar desapercibida, la hija pequeña de los reyes eméritos cada vez se deja ver más tras su separación de Iñaki Urdangarin
Cristina ha salido de su letargo y si antes se escondía lo más posible, desde que se destapó todo el asunto del caso Nóos, que la ha mantenido durante 10 años prácticamente en la sombra, ahora ha dicho basta.
La Infanta ha vuelto, poco a poco, a dar la cara y ya no trata de ser tan discreta en sus apariciones públicas. Este viernes podíamos verla sonriente y con buen aspecto en una reunión de trabajo que la ha llevado hasta la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. Cristina de Borbón se vestía para la ocasión con pantalón de lino en color marrón claro, con top de volantes en un tono similar con detalles en crudo y chaqueta de color blanco. Se presentaba de lo más elegante con complementos también en el mismo tono de marrón claro, con sandalias abiertas en la punta y un maxibolso.
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Si bien es cierto que iba elegante, también tenemos que decir que vestía algo sobria en colores para la temporada estival en la que estamos. En su círculo íntimo aseguraban que, a pesar de las sonrisas en público, la Infanta no está del todo bien de ánimo y aún no ha superado su inesperada y abrupta ruptura con su expareja, Iñaki Urdangarin.
Ese ánimo se nota aún en su vestimenta, con tonos marrones poco propios de una estación veraniega en la que el color suele inundar los atuendos, incluso para estar elegante. Como le ocurría a Letizia este mismo viernes en el homenaje de Estado a las víctimas del covid, que elegía un vestido en azul índigo como símbolo de esperanza ante un futuro prometedor.
Lo que sí es cierto es que la infanta Cristina ya sale mucho más de casa y este viernes se trasladaba hasta Santander, donde ha ejercido de directora del área internacional de la Fundación La Caixa en un encuentro sobre empresas multilatinas. Su círculo más íntimo confirmaba que la hija de los reyes eméritos se está refugiando en el trabajo en estos momentos difíciles para ella, una crisis de la que quizá salga fortalecida en un futuro, debido a que su matrimonio con el exdeportista fue el que la sumió en un ostracismo del que parece que va saliendo poco a poco.
Este año hemos podido verla en varias ocasiones tras saltar a principios de año que Iñaki Urdangarin tenía una relación con una compañera de trabajo, Ainhoa Armentia. Se enteró de la peor manera posible, con la publicación en enero de unas fotografías que descubrían a la pareja paseando de la mano y tuvo que pasar el mal trago. Al principio se refugió en casa, con sus hijos, pero meses después comenzó a salir de su madriguera enfrentándose de nuevo a la opinión pública.
Durante años acudía regularmente a Barcelona de la forma más discreta posible. Entraba en el edificio de la sede de La Caixa, en la avenida Diagonal, donde trabaja, viajando desde Ginebra silenciosamente. Sus compañeros de trabajo la veían entrar y salir cabizbaja una o dos veces al mes desde que viajara a Suiza.
Pero ahora cada vez visita más la Ciudad Condal, donde vive su hijo Pablo. En estos momentos lleva ya un mes viviendo en Barcelona y las visitas cada vez son más largas y más frecuentes. Cuando acude se queda en un apartamento alquilado en el hotel Marriot AC Victoria. Poco la ata ya a Ginebra, más allá del colegio de su hija Irene, que terminará su etapa escolar este próximo curso.
También hemos podido verla este 2022 saliendo con Antonio Resines y su mujer, Ana Pérez, con los que comparte amistad desde hace años. Los tres coincidían en el cumpleaños de unos amigos en Madrid. Reaparecía en Mallorca con un vestido de lo más alegre y colorido y visiblemente más delgada en la boda de la hija de Kyril de Bulgaria y Rosario Nadal, Mafalda. La Infanta iba retomando así, a ritmo lento, su vida social y se rodeaba de amigos en este momento tan difícil para ella.
Podíamos verla también trabajando en Barcelona en mayo en el Philea Forum 22, sonriente y satisfecha, donde pasaba tres días en este encuentro de fundaciones. Este mes de julio, su agenda ha estado de lo más apretada, con varios compromisos en nuestro país. Si hace un par de semanas acudía en Barcelona al 25º Aniversario del Programa de Cooperación Internacional de la Fundación La Caixa con su hijo Pablo, este viernes le tocaba el turno a este encuentro en el Palacio de la Magdalena de Santander, donde se ha analizado el panorama global y los principales retos de Iberoamérica tras la pandemia junto al secretario de Estado para Iberoamérica, el Caribe y el Español en el Mundo, Juan Fernández Trigo; el secretario general iberoamericano, Andrés Allamand; los exministros Josep Piqué, Ramón Jáuregui y Román Escolano; y el canciller de Uruguay, Francisco Bustillo.
Este verano será el primero para ella separada de Iñaki Urdangarin y viajará a Vitoria y Bidart, donde intentará no coincidir con su ex ni su nueva pareja, pero quizá sí podamos verla con su suegra, Claire Liebaert, con la que siempre ha mantenido una estupenda relación. En sus planes, también parece estar incluido Sotogrande, no así Palma de Mallorca, donde estarán su madre y Felipe y Letizia de vacaciones.
Cristina ha salido de su letargo y si antes se escondía lo más posible, desde que se destapó todo el asunto del caso Nóos, que la ha mantenido durante 10 años prácticamente en la sombra, ahora ha dicho basta.