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La reina Sofía: vida independiente y "nunca el divorcio"
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OPINIÓN

La reina Sofía: vida independiente y "nunca el divorcio"

En la última encuesta realizada por el instituto demoscópico IMOP para Vanitatis y publicada el 22 de junio pasado, la reina Sofía era el segundo miembro de la familia real mejor valorado

Foto: La reina Sofía, en una imagen reciente. (EFE/Giorgio Viera)
La reina Sofía, en una imagen reciente. (EFE/Giorgio Viera)

En la última encuesta realizada por el instituto demoscópico IMOP para Vanitatis y publicada el 22 de junio pasado, la reina Sofía era el segundo miembro de la familia real mejor valorado. El primer puesto era para el rey Felipe. Esta puntuación ha sido una constante cada vez que se preguntaba a los ciudadanos por estas cuestiones en los últimos años. Aunque su agenda oficial es mínima, mantiene sus activos positivos que hacen que cuando sale, la gente se lo demuestre. A finales de junio estuvo en Salamanca con la reina Silvia de Suecia para presidir la Cumbre Mundial sobre Enfermedades Neurodegenerativas y en su paseo por las calles los aplausos fueron lo habitual.

Y lo mismo sucedió hace unos días cuando acudió al Teatro Real de Madrid, donde se ofrecía 'Nabucco', la ópera de Verdi. Lo llamativo fue que lo hizo de una manera clandestina, que es lo peor que puede hacer una figura pública.

placeholder La reina Sofía y Silvia de Suecia, en Salamanca. (EFE/J. M. García)
La reina Sofía y Silvia de Suecia, en Salamanca. (EFE/J. M. García)

Las entradas secretas de este tipo que impuso la reina Letizia tienen mucha más repercusión que si hubiera ocupado el palco real, que para eso está. La realidad de doña Sofía es que a falta de agenda oficial mantiene su apoyo al Banco de Alimentos y así puede salir de palacio para que los ciudadanos se percaten de que existe.

Antes de que comenzara la pandemia, tenía sus salidas a restaurantes poco frecuentados por la élite del poder empresarial. De uno de ellos el propietario es libanés y el nombre elegido tiene una razón de ser que doña Sofía conocía. Solidere es un acrónimo que proviene de unir las primeras silabas de Societé Libanaise pour Développement et la Reconstruction, una sociedad dedicada a rehacer el Distrito Central de Beirut, dañado por la guerra civil. El otro local al que acude con la infanta Elena tiene unas connotaciones muy familiares. Se llama Namak, un local de menú indio que dirige Nadeem Siraj.

La reina Federica vivió muchos años en la India y cuando se instalaba por temporadas en la Zarzuela se servían este tipo de menús. Ella misma traía las especias. Hay que recordar que uno de sus viajes más tristes que comenzaba a marcar el principio del fin de su matrimonio fue precisamente un vuelo a Delhi con sus tres hijos. Doña Sofía había descubierto la primera infidelidad de su marido y puso tierra por medio. La reina Federica la mandó de vuelta a España con una recomendación que ha sido clave en la vida sentimental de doña Sofía: “Las reinas no se divorcian”.

placeholder La reina Sofía, en el Banco de Alimentos de Asturias. (EFE/Paco Paredes)
La reina Sofía, en el Banco de Alimentos de Asturias. (EFE/Paco Paredes)

Y en esa tierra de nadie sentimental y familiar es donde se encuentra la reina emérita. Los nietos se han hecho mayores y tienen su vida independiente. Felipe Juan Froilán y Victoria, que acudían a menudo a Zarzuela cuando apretaba el calor, tienen ahora otras piscinas más entretenidas. Los Urdangarin se encuentran desperdigados y además ahora deben dividir el tiempo entre papá y mamá. Estar con la abuela real es más complicado y doña Sofía lo sabe.

En cuanto a su matrimonio, la relación con don Juan Carlos no tiene visos de cambiar. A pesar de las informaciones que aseguran que los reyes eméritos hablan todos los días, hay datos que dicen lo contrario. Y una de las razones para que esta buena sintonía no lo sea tanto son los viajes de Marta Gayá a Abu Dabi. La que fue la primera novia y por la que don Juan Carlos quiso divorciarse es a día de hoy su gran apoyo y confidente. Y como con los nietos, doña Sofía lo sabe y ya no tiene sentido mantener el papel de buena esposa. Lo que nunca habrá será divorcio.

placeholder Don Juan Carlos y doña Sofía, en el funeral de la infanta Pilar. (EFE/Emilio Naranjo)
Don Juan Carlos y doña Sofía, en el funeral de la infanta Pilar. (EFE/Emilio Naranjo)

El 3 de agosto de 2020 se hacía oficial a través de un comunicado del Palacio de la Zarzuela que el rey emérito se había instalado en los Emiratos. Se cumplen dos años y doña Sofía no ha tenido ningún interés en visitarlo. Hace tiempo (o eso parece) que decidió tener su vida independiente en la parcela afectiva. En la oficial continúa cumpliendo con sus tareas institucionales que deberían ser más continuas, igual que las apariciones de la Princesa de Asturias y la infanta Sofía.

Las tres mujeres son tres valores que desde Zarzuela tendrían que potenciar. El verano en Palma sería un buen momento para hacer a la heredera y a su hermana más visibles. Y si puede ser, con la abuela y sin la presencia de doña Letizia. Esa unidad familiar no es muy creíble.

En la última encuesta realizada por el instituto demoscópico IMOP para Vanitatis y publicada el 22 de junio pasado, la reina Sofía era el segundo miembro de la familia real mejor valorado. El primer puesto era para el rey Felipe. Esta puntuación ha sido una constante cada vez que se preguntaba a los ciudadanos por estas cuestiones en los últimos años. Aunque su agenda oficial es mínima, mantiene sus activos positivos que hacen que cuando sale, la gente se lo demuestre. A finales de junio estuvo en Salamanca con la reina Silvia de Suecia para presidir la Cumbre Mundial sobre Enfermedades Neurodegenerativas y en su paseo por las calles los aplausos fueron lo habitual.

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