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El 'living la vida loca' de la infanta Cristina con su prima Alexia y Fernando León
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El 'living la vida loca' de la infanta Cristina con su prima Alexia y Fernando León

Hasta que Iñaki Urdangarin se cruzó en su vida, la hermana del rey Felipe vivió veranos de correrías y amoríos. Recordamos algunos

Foto: La infanta Cristina. (Marina G. Ortega)
La infanta Cristina. (Marina G. Ortega)

La vida sentimental de la infanta Cristina ha sido mucho más activa de lo que pudiera parecer. A diferencia del rey Felipe, que desde que cumplió la mayoría de edad veía aparecer en la prensa listas de futuribles, la exduquesa de Palma tuvo más suerte. Sus amores, que fueron varios antes de contraer matrimonio con Iñaki Urdangarin, tuvieron poca repercusión. En ese listado inicial de tonteo hubo algún hermano de amigas del colegio Santa María del Camino, que no era mixto, e hijos de empresarios que veraneaban en Palma. Pudo vivir su vida loca sin que la pillaran en ningún renuncio.

Desde que se convirtió legalmente en adulta fueron surgiendo nombres que al igual que se hacían visibles se evaporaban. En unos casos porque no había constancia gráfica y en otros eran tan irreales como la fidelidad del príncipe de Gales a Lady Di. En ese apartado figuran Carlos, futuro rey de Inglaterra, su hermano Eduardo y hasta Ali Pahlevi. Quizá el único que tuvo un perfil más acorde con el interés real fue Felipe de Bélgica. Durante un tiempo pasaba temporadas en Madrid y viajaba a Barcelona. Nunca hubo ningún encuentro solitario y público. A lo más que llegaron fue a compartir, como sucede actualmente, bodas y bautizos del resto de parientes reales. Después de este príncipe, hoy rey de los belgas, ya no hubo más historias que la relacionaran con aristócratas internacionales. A la Infanta le tiraban más los deportistas.

La Barcelona posolímpica

Influyó mucho ser el verso suelto de la familia real y buscar su independencia fuera del nido desestructurado que era el palacio de la Zarzuela. Cristina se fue a vivir a Barcelona con la excusa de participar en el Campeonato Mundial de Vela Adaptada que se iba a celebrar en la Ciudad Condal tras finalizar las Olimpiadas. Ella formaba parte de la organización y ese era el motivo oficial que se transmitió desde Zarzuela. Tenía 25 años y se instaló en un piso con su prima Alexia, que tiempo después iniciaría un noviazgo con Carlos Morales, perteneciente al mundo de la vela.

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Una de las razones por las que quiso vivir en Barcelona, como aparece en ‘La Infanta invisible’ (Ediciones B), fue para estar más cerca de Fernando León, un chico canario, rubio y con ojos azules al que había conocido en un curso de vela donde él era el profesor y Cristina la alumna. Se hicieron íntimos. El regatista tenía un año más que la Infanta y compartían muchas aficiones. Era también muy amigo del príncipe Felipe y, de hecho, fue testigo en su boda con la periodista Letizia Ortiz. En aquellos primeros meses salían en grupo y para los fotógrafos era muy difícil detectar un romance.

Las noches del Sardinero

Una regata en Santander, en el verano de 1987, sirvió para demostrar que esa unión iba más allá de la amistad de colegas entre la hija real y el deportista. La revista ‘Tiempo’ titulaba: 'Regatas y noches de fiesta para la infanta Cristina'. En el texto se hacía hincapié en las argucias del muchacho para que los profesionales no pudieran captar una imagen junto a la Infanta. Precisamente esa manera de actuar fue la que despertó el interés no solo de los periodistas, sino de los socios del club náutico y del restaurante en la playa del Sardinero al que acudió el grupo. Por la noche, la hermana del Rey, sus amigos y León compartían diversión sin testigos molestos que pudieran plasmar la intimidad entre ambos.

placeholder Reportaje de las noches de fiesta de la Infanta. ('Tiempo')
Reportaje de las noches de fiesta de la Infanta. ('Tiempo')

Una de las anécdotas que relata el reportaje era que en ese alterne por los bares del Sardinero no dejaron entrar a la Infanta y sus acompañantes aduciendo que estaban a punto de cerrar. Los responsables del bar no habían reconocido a la hija de don Juan Carlos y doña Sofía, y el grupo se fue a otro local para seguir con la fiesta. La historia contaba cómo testigos presenciales daban por bueno el romance: “De todos los que acompañaban a la infanta durante sus noches santanderinas, Fernando León era el más atento. Él era el encargado de pedirle las copas y cederle el asiento”.

En otro párrafo del reportaje se decía: “Juntos jugaron, entre trago y trago al fútbol, bajo la mirada de asombro de otros clientes que animaban a la infanta para que consiguiera un gol”. Según la información de la revista, el regatista la dejó ganar. En el mismo texto aparecían declaraciones suyas más aprendidas que sentidas: “Entre la infanta y yo solo hay una buena amistad. Nos conocemos desde hace varios años porque los dos competimos en vela. La infanta es una buena compañera y una excelente navegante”.

placeholder Álvaro Bultó. (Cordon Press)
Álvaro Bultó. (Cordon Press)

A ese verano siguió uno más, hasta que la exduquesa de Palma decidió dejar el palacio familiar y buscar la discreción en Barcelona. El siguiente amor fue también otro deportista y aventurero. El nexo de unión con Alvaro Bultó fueron las pistas de esquí de Baqueira en unas vacaciones. Hubo química durante una cena y fue la infanta la que, al volver a la vida cotidiana, le llamó por teléfono para quedar. La historia de amor duró tres años y fue languideciendo hasta colocar el cartel de fin. Después llegarían a su vida Jesús Rollán, con el que no llegó a establecer nada que no fuera una amistad. El jugador de waterpolo mantenía una buenísima relación, pero le dijo no a la hija de los hoy reyes eméritos. Por descarte, llegó Iñaki Urdangarin. Pero estos son ya otros recuerdos.

La vida sentimental de la infanta Cristina ha sido mucho más activa de lo que pudiera parecer. A diferencia del rey Felipe, que desde que cumplió la mayoría de edad veía aparecer en la prensa listas de futuribles, la exduquesa de Palma tuvo más suerte. Sus amores, que fueron varios antes de contraer matrimonio con Iñaki Urdangarin, tuvieron poca repercusión. En ese listado inicial de tonteo hubo algún hermano de amigas del colegio Santa María del Camino, que no era mixto, e hijos de empresarios que veraneaban en Palma. Pudo vivir su vida loca sin que la pillaran en ningún renuncio.

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