Así es Westminster Hall, donde los británicos se despiden de la reina Isabel II
Esta gran sala, que aloja al Parlamento, es el enclave en el que se llevará a cabo la capilla ardiente de la reina Isabel II durante los próximos días hasta su funeral
El pasado martes, el ataúd con los restos de la reina Isabel II viajaba desde Escocia hasta Londres. Fue en un avión que salió a las seis de la tarde, hora local, desde el famoso palacio de Holyrood de Edimburgo, donde sus hijos le habían rendido un emotivo tributo, y aterrizó en Northolt, al oeste de Londres, casi una hora después. A partir de entonces, se ponía en marcha la conocida Operación London Bridge, justo después de haberlo hecho la Operación Unicornio, que consistía en un plan repleto de rituales y homenajes en diferentes catedrales escocesas, al haber fallecido en el castillo de Balmoral.
De haberlo hecho en Buckingham, el procedimiento hubiera sido más corto, pero habría contado, de la misma forma, con múltiples actos oficiales celebrados en su honor. Uno de ellos, el cortejo fúnebre celebrado este mismo miércoles en su traslado desde el palacio de Buckingham a Westminster Hall, donde está instalada la capilla ardiente. Un edificio histórico por el que se calcula que pasen cientos de miles de personas en las próximas horas, para despedir a Isabel II, tal y como sucediera cuando murió su madre, Isabel Bowes-Lyon, en 2002.
Westminster Hall es el edificio más antiguo de todos lo que conforman la finca parlamentaria. En el mismo y sus alrededores crecieron las principales instituciones del Estado británico: el Parlamento, los tribunales de justicia y varias oficinas gubernamentales. Tiene, por lo tanto, un importante papel en la historia británica y más ahora que nunca, pues acogerá cerca de 3.000 ciudadanos a la hora, dispuestos a dar su último adiós a la soberana.
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La llamada Gran Sala de Westminster fue construida en 1097 y es la parte más antigua del palacio del mismo nombre, donde está alojada, que aún existe. Sus dimensiones de 21x73 metros la convierten en uno de los más grandes salones en Europa con un techo sin soportes, ya que durante el reinado del rey Ricardo III fue reemplazado por un techo artesonado diseñado por Henry Yevele y Hugh Herland que, con el tiempo, se ha convertido en una de sus señas de identidad.
Entre los muros de piedra y ventanales de Westminster Hall han tenido lugar grandes eventos y ceremonias. Así, desde el siglo XII al XIX, los banquetes de coronación en honor a los nuevos monarcas fueron realizados aquí (Ana Bolena, por ejemplo, en 1533), así como numerosos juicios de Estado, incluido algunos de proceso de destitución y el del rey Carlos I al final de la Revolución inglesa. De hecho, en sus inicios, alojaba tres de las más importantes cortes en Inglaterra: la Corte del Tribunal del Rey, la Corte de Alegatos Comunes y la Corte de Chancery, que luego fueron fusionadas en la Alta Corte de Justicia.
Como dato curioso, cuentan que durante obras de refacción del Parlamento británico se encontró un pasadizo escondido, ubicado detrás de un claustro. Cerrado en la época victoriana, había sido creado para la coronación de Carlos II en 1660 con el fin de que los invitados pudieran tener acceso directo al banquete en Westminster Hall. Este y otros secretos rodean al Westminster Hall y al Palacio de Westminster, en general. Un edificio que ha sobrevivido a dos incendios, 14 bombardeos y hasta un complot para volarlo por los aires (la llamada conspiración de la pólvora).
A día de hoy, sigue siendo uno de los lugares con mayor interés turístico de Reino Unido, aunque las razones por las que se llenará de visitantes en estos días son, desgraciadamente, bien distintas. Los visitantes pueden ver a la reina desde las cinco de la tarde en Londres de este miércoles hasta el próximo lunes día 19 a las seis y media de la mañana en la ciudad, cuando comenzarán los preparativos para su funeral en la abadía de Westminster.
El pasado martes, el ataúd con los restos de la reina Isabel II viajaba desde Escocia hasta Londres. Fue en un avión que salió a las seis de la tarde, hora local, desde el famoso palacio de Holyrood de Edimburgo, donde sus hijos le habían rendido un emotivo tributo, y aterrizó en Northolt, al oeste de Londres, casi una hora después. A partir de entonces, se ponía en marcha la conocida Operación London Bridge, justo después de haberlo hecho la Operación Unicornio, que consistía en un plan repleto de rituales y homenajes en diferentes catedrales escocesas, al haber fallecido en el castillo de Balmoral.
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