Máxima de Holanda, en Atenas: homenaje a su querida Grecia y un recuerdo a la reina Sofía

Grecia es el paraíso particular de Guillermo Alejandro y Máxima de Holanda. Cada verano, los reyes dejan los Países Bajos y se trasladan hasta su mansión en Doroufi, al sur del país, para disfrutar de unas vacaciones totalmente privadas. Cuando siendo aún príncipes de Orange la pareja decidió buscarse una casita de verano, primero pensaron en Mozambique. En 2007, daban el paso de adquirir allí un terreno, pero en plena crisis financiera internacional se desató tal polémica que decidieron dejar ese plan. Sin embargo, en 2011, y tras asistir a la boda de Nicolás y Tatiana de Grecia en la isla Spetses, la argentina se enamoraba de Grecia y al año siguiente adquirían allí una propiedad.

Una mansión que se asoma al mar Egeo y que cuenta en su primera planta con la habitación de matrimonio con jacuzzi y una sala de estar de 100 metros cuadrados, en la segunda hay otros dos dormitorios con sus respectivos baños y una sala de juegos. Tienen piscina y cancha de tenis, también un muelle y puerto privados que fueron pasto de las críticas ecologistas. Esta casa, que el matrimonio adora, les ha traído también algún que otro dolor de cabeza, sobre todo a finales de 2020 cuando, en plenas restricciones de la pandemia, decidieron viajar a Grecia, saltándose las normas, motivo por el que tuvieron que entonar públicamente el 'mea culpa'.

Conociendo su historia de amor con el país helénico, es normal que la visita de Estado que están realizando, y que arrancaba este lunes con una ceremonia de bienvenida, seguida por una visita al monumento más representativo de Atenas, el Partenón, sea tan especial para ellos. "Venir a Grecia es como volver a casa", aseguraba, de hecho, el rey la mañana de este lunes durante un encuentro con Sakellaropoulou, la primera presidenta mujer al mando. Sin embargo, y más allá de las palabras, Máxima ha querido demostrar su simpatía por Grecia a través de sus elecciones de moda.

Para los actos de la mañana, la argentina se decantaba por un vestido de la firmaZeus + Dione, creada por la esposa del primer ministro griego, Mareva Grabowski, junto a su socia, Dimitra Kolotoura. Se trata de un diseño bicolor, con tonos tierra en contraste con el blanco, formado por un vestido de corte midi de manga larga con puño, que tiene escote de pico y juega con dos telas en diferentes colores, crudo y naranja, en superposición. Las mangas son ligeramente abullonadas en el hombro y el puño, y la falda cuenta con pliegues que le otorgan un ligero vuelo.

La reina combinó su diseño griego con un tocado blanco de Philip Treacy, unos stilettos también blancos con vinilo de Gianvito Rossi -que después cambiaba por unas bailarinas camel al visitar el Partenón- y un clutch plateado de Sofía de Habsburgo. Para darle un toque más elegante a su estilismo, Máxima se decantó por unos grandes pendientes de perlas colgantes y un broche de diamantes en forma de hoja con una perla en el centro y otra colgando.

Esa misma noche, en el palacio presidencial de Atenas, se celebraba la cena de gala ofrecida por la presidenta, y Máxima elegía otra conocida firma de Grecia, Costarellos. Creada por el alemán Christos Costarellos, su primera colección debutó en la moda griega en 1998, haciéndose con un nombre internacional a los pocos años. El diseño que lucía la reina era en color burdeos y combinaba terciopelo y guipur. Presentaba manga corta y cuello alto. Está a la venta en distintas webs multimarca por un precio de 2.235 euros, y disponible en otras tonalidades, como verde y azul marino.

En cuestiones de joyas, Máxima sacaba una de las grandes piezas del joyero de los Orange para coronar su cabeza. Realizada en 1888 por la joyería Mellerio, de la que recibe el nombre, la tiara que ha lucido Máxima en Atenas fue un encargo del rey Guillermo III de Holanda para su esposa, la reina Emma. Cuenta con 385 piedras, entre diamantes y rubíes, y existe el brazalete a juego, los pendientes y el anillo, de los que la argentina ha echado mano en la noche griega. También lucía un impresionante 'devant de corsage' en la cintura, que la reina Emma mandó realizar quitando la parte central del collar original por considerarlo demasiado ostentoso.

Resulta que no es la primera vez que esta tiara pisa suelo ateniense. Y es que fue la elegida en 1962 por la entonces princesa heredera Beatriz, la madre de Guillermo Alejandro, para asistir a la cena previa a la boda de don Juan Carlos y doña Sofía.

La visita de Estado de los reyes de Holanda a Grecia continuará este martes con actos en Atenas y el miércoles con una visita a Tesalónica.