Los secretos tras los looks homenaje de Camila y Sophie de Wessex en la cena de gala

Hace escasos minutos, el mítico palacio de Buckingham, acostumbrado al trajín constante de los miles de turistas, ha abierto sus puertas para recibir a los 150 invitados e invitadas del gran banquete de gala, que está teniendo lugar en estos momentos en el interior del histórico edificio londinense. La celebración se ha organizado con motivo de la visita de Estado del presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, y su mujer, Tshepo Motsepe, la primera visita oficial que reciben Carlos III y la reina Camila como reyes.

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Más allá de los representantes del país africano y los nuevos príncipes de Gales, Guillermo y Kate Middleton, una ligera representación de la familia real inglesa, entre la que destacaban los condes de Wessex, Sophie y Eduardo, también ha acompañado a los reyes británicos en este acto que cuenta con un estricto protocolo de vestimenta. Los caballeros deben lucir frac o uniforme militar de gala y las mujeres vestidos largos formales, acompañados con guantes y joyas históricas, que acaban por protagonizar numerosos titulares debido a su espectacularidad.

La primera noticia de la noche ha llegado cuando Camila era fotografiada con una tiara no vista sobre ella hasta ahora. Se trata de una obra belga de zafiros perteneciente a Isabel II, complementada con pendientes, collar, pulseras y anillos a juego. Además, también estrenaba la banda de la Orden de la Jarretera, la cual obtuvo hace tan solo un año.

Si nos centramos en la historia de esta pieza de joyería europea, dominada por un gran zafiro cuadrado engastado dentro de un marco adornado de diamantes y zafiros, originalmente se trataba de un collar de la princesa Luisa de Bélgica, hija del rey Leopoldo II, tal y como muestran sus retratos artísticos de las décadas de 1870 y 1880. Sin embargo, su vida llena de desventuras hizo que se viese obligada a vender todas sus alhajas, entre las que se encontraba este collar. Es entonces cuando en 1963 fue comprado por Isabel II, quien requirió una tiara para combinar con el amuleto de zafiro de su padre, Jorge VI, que este le había regalado anteriormente.

A pesar de este despliegue de accesorios, la actual reina de Inglaterra posó con un vestido de gala con cuello redondo, manga larga, elaborada en encaje, y silueta recta en tonalidad azul Klein, que ya le habíamos visto en ocasiones anteriores. Por ejemplo, en el reportaje que protagonizó para la versión británica de la revista 'Vogue'.

La condesa de Wessex ha apostado por un modelo largo vaporoso aguamarina de manga corta acampanada y escote cruzado en forma de V con cinturón elaborado en el mismo material, con el objetivo de potenciar su silueta, y falda de ligero vuelo. Además, Sophie, mujer de Eduardo, hijo menor de Isabel II, lo ha completado con sandalias de tacón y clutch plateados y una tiara de collar del mismo color del diseño principal con los pendientes de Diamond Chandelier Drop Demi-Parure.

Esta pequeña pieza de joyería para el pelo compuesta por cinco aguamarinas engastadas con cintas también guarda sus secretos. Concretamente, Isabel II fue vista públicamente con ella por primera vez durante un banquete en Canadá en 1970 y desapareció hasta que la condesa la rescató para su boda en 1999, habiendo sido remodelada previamente por el joyero de la Corona. A partir de ese momento, se ha convertido en un símbolo para Sophie, que siempre la ha escogido para acudir a los mayores eventos reales en el extranjero.

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De esta manera, las mujeres de la monarquía británica han rendido un homenaje indirecto a la que es y será, probablemente, la lideresa más poderosa de la historia mundial reciente.