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Harry, Meghan Markle y la difícil tarea de seguir estirando el chicle
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FAMILIA REAL BRITÁNICA

Harry, Meghan Markle y la difícil tarea de seguir estirando el chicle

El interés es obvio: su vínculo con Palacio. Pero si ya no tienen contacto, ¿de dónde sacarán contenido? En el documental, de hecho, ya repiten muchas de las cosas reveladas antes

Foto: Harry y Meghan, durante su entrevista para Netflix.
Harry y Meghan, durante su entrevista para Netflix.

Por muchas críticas que Harry y Meghan Markle hayan cosechado por su famoso documental (al menos en el Reino Unido), hay que reconocerles su gran habilidad para hacer negocios. Realmente lo que cuentan como novedad se limita a dos capítulos: la ruptura de una promesa entre hermanos. Pero eso no llegaría a la miniserie. Así que estiran el chicle a lo largo de seis horas para justificar el contrato de 100 millones de euros firmado con Netflix.

Para una pareja que ansía tanto la 'búsqueda de la libertad' -ese era el título de su biografía supuestamente 'no autorizada'- y que profesa un profundo rechazo al acoso de los medios, quizá sorprenda que ahora no pueda hacer ni un pastel de cumpleaños sin ser seguidos por una cámara.

Y por muy naturales que quieran mostrarse con sus vaqueros y sus pies descalzos, algunos les acusan de estar sobreactuados. Cada uno se expresa como quiera, faltaría más. Pero igual lo de grabarse mientras hacían meditación les ha quedado muy de Hollywood. “Parece un intento por expurgar esos espíritus reales malignos que hicieron que sus vidas privilegiadas fueran una miseria”, señalaba la columnista Camilla Tominey, del muy monárquico 'The Telegraph'.

Tras una primera parte sin mucha intriga palaciega, la segunda y última entrega vienen con algo más de emoción. Un detalle, quizá, para conmemorar este viernes los 100 primeros días en el trono de Carlos III. No hay bombas como las que soltaron en la famosa entrevista con Oprah -donde acusaron a la familia real de racismo-, pero sí hay granadas bien dirigidas, sobre todo al príncipe Guillermo, lo que viene a corroborar que la relación entre los dos hermanos es prácticamente irrecuperable.

Los hijos de Lady Di habían llegado a un pacto. Al ver cómo funcionaba el “juego sucio” entre la institución y la prensa, donde -según la versión de Harry- las oficinas de los distintos miembros de Buckingham filtran información para perjudicar a unos con tal de que otros salgan beneficiados, los hermanos se prometieron que nunca llegarían a ese punto oscuro.

Pero cuando Meghan comenzó a destacar, parece que Guillermo se sintió molesto, de la misma manera en la que se sintió el príncipe Carlos ante el protagonismo de Diana. Y entonces estalló la guerra. “El problema es cuando alguien que se casa con alguien que debería ser un actor secundario y ese roba el protagonismo o hace el trabajo mejor que la persona que nació para hacer esto, la gente se molesta. Cambia el equilibrio, porque te han llevado a creer que la única forma en que tus organizaciones benéficas pueden tener éxito o que tu reputación puede crecer o mejorar es si estás en las portadas”, matiza Harry.

La vida de los duques de Sussex -porque han dejado Palacio, pero mantienen algunos privilegios- comenzó a ser un infierno por las continuas filtraciones. Por lo que el Megxit era inevitable. Y los detalles de cómo vivieron ellos aquella ruptura histórica son, quizá, lo único interesante de todo el documental.

Al describir la llamada 'cumbre de Sandringham', donde los royals discutieron a principios de 2020 los puntos del acuerdo de divorcio, Harry revela: “Fue aterrador que mi hermano me gritara y gritara y que mi padre dijera cosas que simplemente no eran ciertas, mientras que mi abuela estaba sentada sin decir nada como asimilando todo”. “Tienes que entender que desde la perspectiva de la familia y en especial de ella, su última misión y responsabilidad es la institución. Si la gente a su alrededor le está diciendo que lo que nosotros planteábamos iba a ser visto como un ataque a la institución, entonces ella va a seguir los consejos que le han dado”, añade.

placeholder Guillermo, Harry y Peter Phillips. (Reuters)
Guillermo, Harry y Peter Phillips. (Reuters)

En definitiva, deja al príncipe Guillermo como un matón impulsado por el ego, al entonces príncipe Carlos como un mentiroso y la reina Isabel II como una mujer sin personalidad que, pese a tener la sabiduría de un reinado de 70 años, se limita a hacer lo que sus asesores le dicen.

En medio de todo, por lo que Harry se siente profundamente roto es por la gran traición de su hermano. Sin embargo, hay cierta ironía cuando habla de la “institucionalización” de Guillermo porque al final está haciendo con su hermano exactamente lo que acusa a los medios de hacerle a él: atacar a alguien que sabe que no se quejará y no puede explicar su versión.

Pero los Sussex se justifican en estar “defendiendo lo que es correcto” y en hacer todo en nombre del “amor”. “El amor siempre gana”, revela Meghan al compartir con los telespectadores el discurso que leyó en la ceremonia privada de su boda.

De momento, la estrategia les está saliendo muy bien. O al menos muy rentable. La primera parte documental debutó con 81,55 millones de horas vistas, lo que lo convierte en el estreno más visto de Netflix. Más de 28 millones de hogares han visto la primera parte hasta ahora, superando así a la exitosa serie 'The Crown'.

Entre otros, la pareja también tiene contrato con editoriales valorado en 40 millones de euros para publicar una serie de libros (entre ellos la incendiaria biografía que saldrá en enero de Harry) y otros 20 millones de euros por el pódcast que tiene Meghan hablando de mujeres y estereotipos.

La pregunta es si van a poder seguir estirando el chicle. El interés es obvio: su vínculo con Palacio. Pero si ya no tienen contacto con los royals, ¿de dónde sacarán contenido? En el documental, de hecho, ya repiten muchas de las cosas reveladas en previas intervenciones.

placeholder Los príncipes de Gales, seguidos por los Sussex. (Reuters)
Los príncipes de Gales, seguidos por los Sussex. (Reuters)

Los Sussex viven en Montecito, un enclave paradisiaco, más exclusivo y privado que Los Ángeles. Según la prensa británica, tienen un casa de nueve habitaciones y 16 baños cuyo precio ronda los 14,65 millones de dólares. Pero, al parecer, la lujosa sala de estar que se ve en el documental se encuentra en realidad en otra casa de 33 millones de dólares en su misma calle. Tal vez se sintieran cohibidos después de que la periodista Tina Brown llamara a su mansión “una cabaña humilde”. El problema es que, según los estándares de Montecito, donde las propiedades más grandes superan los 100 millones, básicamente es así.

Parte del atractivo de esta zona es que a sus famosos residentes no se les molesta para pedirles un selfie. Los millonarios se codean con los billonarios en el ambiente despreocupado y relajado que reina en esta parte de Santa Bárbara. Harry y Meghan son probablemente las personas menos famosas, y ciertamente no las más ricas, de su calle.

El año pasado, 'Forbes' estimó su patrimonio neto en unos modestos 10 millones de dólares, a pesar de sus acuerdos multimillonarios con Spotify y Netflix, sin duda debido a todos sus gastos. El sueño americano en este preciso punto de California no es barato: niñeras, jardineros, entrenadores personales, seguridad las 24 horas… incluso 'house manager'. Solo un detalle, el de Gwyneth Paltrow se llama Jeffrey y el mismísimo 'The New York Times' le dedicó recientemente un reportaje. Por lo tanto, después de sacar a sus hijos, a la madre de ella, de compartir incluso su íntimo discurso de boda, los Sussex van a tener que ser creativos para seguir encontrando contenido a su particular reality show.

Por muchas críticas que Harry y Meghan Markle hayan cosechado por su famoso documental (al menos en el Reino Unido), hay que reconocerles su gran habilidad para hacer negocios. Realmente lo que cuentan como novedad se limita a dos capítulos: la ruptura de una promesa entre hermanos. Pero eso no llegaría a la miniserie. Así que estiran el chicle a lo largo de seis horas para justificar el contrato de 100 millones de euros firmado con Netflix.

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