Isabel II y su primer discurso televisado de Navidad, hace 65 años: su look y su mensaje

El 25 de diciembre de 1957 la reina Isabel II tenía 31 años. Llevaba cuatro años de reinado tras la repentina muerte de su padre y aquel día de Navidad ofreció, como en años anteriores, su discurso navideño. Pero este fue muy distinto a los precedentes.

Antes, su predecesor, el rey Jorge VI, había realizado sus discursos a través de la radio. En 1957, Isabel II hizo historia cuando no solo su voz, sino también su imagen, entró en todos los hogares británicos. El 25 de diciembre de 1957 se produjo el primer discurso navideño televisado protagonizado por un monarca en la historia de Reino Unido.

TE PUEDE INTERESAR

La fiesta de la reina Camila a la que invitó a los enemigos de Meghan

Sara Castellanos

El objetivo era mostrarse cercana a los ciudadanos, tal y como ella misma dijo: “Espero que este nuevo medio haga mi discurso de Navidad mucho más personal y directo”.

Serían 69 discursos más, tras aquel primero, los que grabaría la reina a lo largo de su vida. Murió antes de poder protagonizar su discurso número 70. En 1957, sin embargo, la joven Isabel II se mostró más insegura e inexperta. Aunque sonriente, parecía algo tensa, pendiente de las hojas que leía para no perderse en sus palabras, tal y como podemos ver en el vídeo que la familia real británica publicó el año pasado en sus redes sociales mostrando este momento inolvidable de Isabel II.

En las imágenes se ve a la reina en la gran biblioteca de su residencia de campo de Sandringham, donde siempre pasaba las fiestas con su familia. Sentada en su escritorio, Isabel II luce un vestido elegante y festivo, de manga corta y cuello cuadrado. En su look destaca un collar de tres tiras de perlas, una joya con un emotivo significado para la reina, ya que fue un regalo que le había hecho su padre, Jorge VI, diez años atrás.

En su discurso, Isabel II dedicó unas palabras a su abuelo. Aquel 25 de diciembre de 1957 se cumplían 25 años del primer discurso navideño que el monarca pronunció a través de la radio: “Hace 25 años, mi abuelo transmitió el primero de estos mensajes de Navidad. Hoy es otro hito porque la televisión ha hecho posible que muchos de ustedes me vean en sus casas el día de Navidad. Mi propia familia se reúne a menudo para ver la televisión, como están en este momento, y así es como los imagino ahora”, comenzó diciendo.

Alabó las ventajas de las nuevas tecnologías, como el novedoso uso de la televisión, que permitió que todo su país la viera en esta fecha tan señalada, pero también advirtió de los peligros que la modernización podía traer consigo, sobre todo por el riesgo de comenzar a desechar valores tradicionales que la reina siempre defendió: “Que sea posible que algunos de ustedes me vean hoy es solo otro ejemplo de la velocidad a la que las cosas están cambiando a nuestro alrededor. Debido a estos cambios, no me sorprende que muchas personas se sientan perdidas e incapaces de decidir a qué aferrarse y qué desechar. Cómo aprovechar la nueva vida sin perder lo mejor de la antigua. Pero no son los nuevos inventos los que plantean la dificultad. El problema es causado por personas irreflexivas que descuidadamente tiran a la basura ideales eternos como si fueran maquinaria vieja y desgastada. Harían que la religión fuera dejada de lado, que la moralidad en la vida personal y pública quedara sin sentido, que la honestidad se contara como una tontería y que el interés propio se estableciera en lugar del autocontrol. En este momento crítico de nuestra historia, ciertamente perderemos la confianza y el respeto del mundo si simplemente abandonamos esos principios fundamentales que guiaron a los hombres y mujeres que construyeron la grandeza de este país y la Commonwealth”.

En su discurso, la madre de Carlos III se enorgulleció de su papel como reina y como representante de la Commonwealth. Recordó viajes a diferentes países que había realizado junto a su marido, Felipe de Edimburgo, como Francia, Estados Unidos, Portugal o Dinamarca, y se alegró del fabuloso recibimiento que les habían dado.

Isabel II finalizó haciendo referencia a unas líneas de la una novela alegórica de John Bunyan titulada 'Pilgrim's progress', en la que uno de los personajes pronuncia estas palabras con las que la reina se sentía muy identificada. Hay que recordar que, en aquel momento, hacía poco tiempo que la reina había sufrido el fallecimiento de su padre y ella había ocupado un inesperado, por repentino, puesto como monarca en un país que había sufrido mucho la Segunda Guerra mundial: “Aunque con gran dificultad llegué aquí, sin embargo, ahora no me arrepiento de todos los problemas que he tenido para llegar a donde estoy. Mi espada le doy al que me sucederá en mi peregrinación y mi valor y habilidad para al que pueda conseguirlo. Mis marcas y cicatrices llevo conmigo, para que sean un testigo para mí de que he peleado sus batallas, y ahora será mi recompensa".

Concluyó con sus mejores deseos a todos los británicos: “Espero que 1958 les traiga la bendición de Dios y todas las cosas que anhelan. Así que les deseo a todos, jóvenes y mayores, dondequiera que estén, toda la diversión y el disfrute, y la paz de una muy feliz Navidad”.

Este 2022, Carlos III protagonizará el que será su primer discurso navideño como rey, y el primero tras la muerte de su madre. Como es de esperar, el recuerdo de Isabel II ocupará un importante lugar.