La historia millonaria tras los broches de Kate y Camila en el día de la Commonwealth

Como es tradición, el Reino Unido celebraba el segundo lunes de este mes de marzo, es decir, durante la jornada de ayer, el día de la Commonwealth o Mancomunidad de Naciones, que reúne a los 56 países que en un momento de su historia pertenecieron al Imperio británico. Con los miembros de la familia real adquiriendo el protagonismo absoluto del acto, la abadía de Westminster acogía un servicio religioso con motivo de conmemoración de la unidad de todos los miembros de esta organización, el primero en setenta años que no contaba con la presencia de Isabel II.

Sin embargo, a pesar de su ausencia, los royals británicos siempre encuentran una forma de rendir homenaje a la que fuese la monarca más longeva de la historia reciente. En esta ocasión, más allá de la mención de Carlos III en su discurso, Camila Parker Bowles decidió incluir en su estilismo un pequeño detalle que se encontró en el joyero de la madre de su marido.

A uno de sus clásicos abrigos vestidos largos de botonadura central y hombrera redondeada con ligero vuelo en el bajo de la prenda, confeccionado por su diseñadora de confianza Fiona Clare en tonalidad azul Klein, la reina consorte decidió añadir no solo un llamativo tocado circular de plumas de Philip Treacy, sino que también lució un gran broche redondo en su solapa conformado por un zafiro central de color azul con una hilera de oro a su alrededor con borde de 18 diamantes tasado en 373.000 euros.

Esta pieza de alta joyería formó parte de algunos de los looks más icónicos de Isabel II, como el de su visita al papa Francisco en 2014. Sin embargo, no fue la primera de la dinastía en lucirla. La reina María la compró a mediados de la década de los años 30 en una subasta, siendo consciente de que procedía del joyero de la emperatriz rusa Maria Feodorovna, madre del zar Nicolás II.

Por otro lado, Kate Middleton tampoco quiso quedarse atrás y se convirtió, una vez más, en la protagonista del evento con una alhaja de precio aún superior, concretamente de unos 640.000 euros. La princesa de Gales remató su estilismo de aires ochenteros inspirado en Lady Di con uno de los broches más importantes de la familia real británica: el del Príncipe de Gales.

De esta manera, la mujer de Guillermo hacía que el conjunto en azul marino de tejido jacquard con estampación de pequeñas flores en blanco de la firma canadiense Erdem, compuesto por una chaqueta de silueta péplum y falda de largo midi, pasara a segundo plano en favor de una joya que lució por primera vez hace unos meses, durante la visita de Estado del presidente de Sudáfrica, y que solo pueden lucir las consortes de quienes llevan el título.

Su historia se remonta al año 1863 cuando el futuro rey Eduardo VII se casó con la princesa Alexandra de Dinamarca en la capilla de San Jorge, en Windsor, y la novia lo recibió como regalo de parte de la sociedad Ladies of North Wales. La pieza cuenta con dieciocho diamantes de talla redonda con pequeñas esmeraldas que rodean el símbolo tradicional del príncipe de Gales, tres plumas de avestruz, que están rodeadas a su vez por una corona con el lema ‘Ich Dien’ (yo sirvo).