Alberto de Mónaco nombra a Charlène su regente (pero con muchas limitaciones)

La revista francesa ‘Closer’ ha analizado un decreto que el príncipe Alberto II de Mónaco firmaba el pasado verano, con fecha de 29 de julio de 2022. Un decreto que designaría a la princesa Charlène como regente si se produjera su muerte, pero con matices.

Y estos matices significan que la sudafricana estaría muy limitada en sus movimientos y no tendría la capacidad de decidir sola, puesto que hasta que su hijo Jacques, como heredero, alcanzara la mayoría de edad en caso de fallecimiento o invalidez de Alberto II, Charlène contaría con el llamado Consejo de Regencia, formado por siete personas.

Siete personas de alto rango en la jerarquía del principado que le harían materialmente imposible decidir sola sobre el futuro no solo de su hijo mayor, sino de Mónaco. Esto significa que la esposa del príncipe Alberto asumiría la presidencia de este Consejo de Regencia, pero estaría muy limitada en sus decisiones, por lo que su capacidad para asumir sus funciones al frente del principado produce muchas dudas.

Aunque goza de buena salud y aún tiene 65 años, que precisamente cumplía este martes, 14 de marzo, el príncipe Alberto ya está organizando su sucesión. La revista francesa ‘Closer’ descubría que el jefe del Estado monegasco ha hecho un cambio significativo en la organización y en el papel de su esposa en caso de no poder hacer frente a su cargo.

Alberto ocupa el trono del principado desde 2005 tras la muerte de su padre, Rainiero de Mónaco. Aunque aún puedan quedarle muchos años de reinado por delante, la sucesión está obviamente planeada. Sin embargo, ahora se ha sabido gracias a este medio galo que, el verano pasado, el príncipe decidía hacer una modificación en plena crisis de su mujer, cuando no se encontraba bien de salud. Un cambio que en un primer momento pasó desapercibido, pero que era detectado por este medio francés en una de las “órdenes soberanas” emitidas por palacio.

Una de estas órdenes, fechada en junio de 2015, establecía que la mujer del soberano, en este caso la princesa Charlène, estaba a cargo de la regencia en caso de su imposibilidad: “Si el príncipe heredero es menor de edad en el momento de la muerte o abdicación del príncipe reinante, la regencia la ejerce, en el primer caso, la esposa del príncipe fallecido o, en su defecto, el heredero mayor de edad más próximo a él en el orden de sucesión”, lo que involucraría a la princesa Carolina.

Pero lo que ahora ha sacado a la luz ‘Closer’ es una nueva orden, fechada el 29 de julio de 2022, a la que ha tenido acceso esta publicación, que cambia la situación en algunos puntos importantes. En esta orden se especifica que ahora es un consejo de regencia el que debe asegurar la transición hasta que el príncipe heredero, Jacques, tenga la edad suficiente para reinar. “Si el príncipe heredero es menor de edad en el momento de la muerte o abdicación del príncipe reinante, la regencia es ejercida por el Consejo de Regencia”. Esta ordenanza tiene como consecuencia que la princesa Charlène presida este consejo, pero estaría rodeada de otras siete personas con voz y voto.

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La composición del Consejo de Regencia del Principado de Mónaco se compondría de:

• Cónyuge del príncipe reinante no separado de iure o de facto, quien sería el presidente
• Presidente del Consejo de la Corona
• Secretario de Estado
• Presidente del Consejo de Estado
• Cuatro personas designadas por decisión soberana

El Principado de Mónaco experimentaría este periodo de regencia solo en el caso de que el príncipe Alberto II muriese o se viera incapacitado para desempeñar sus funciones antes de la mayoría de edad de su hijo Jacques. En el principado es necesario por ley que el heredero alcance los 18 años de edad para poder reclamar la sucesión a su padre.

Alberto de Mónaco y Charlène se casaron en 2011 y tuvieron dos hijos mellizos, Jacques y Gabriella, nacidos el 10 de diciembre de 2014. Es el varón el que ostenta el título de heredero y cumplirá los 18 años en diciembre de 2032, por lo que Alberto ha querido curarse en salud y dejar todo bien atado en caso de que pueda surgir algún contratiempo en estos casi diez años que quedan para que su hijo pueda ejercer de regente.