Pablo Urdangarin y su disgusto por no poder proteger su intimidad ante la prensa

Si no son veinteañeros, pónganse en la piel de un chaval de 22 años que empieza una relación con una amiga. Una chico que decide ‘ir en serio’ con ella y deja de lado cualquier otro ‘ligue’ que hubiera tenido. Mejor mantenerlo todo en ‘petit comité’, se dirían. Y eso es lo que decidió Pablo Urdangarin.

Empezó una relación con una chica de su entorno por la que siente especial cariño y de pronto supo que había imágenes de ella dando vueltas por las redacciones. Fue Vanitatis el primer medio que publicó las fotografías, debidamente pixeladas para proteger la imagen de la joven. Algo que Urdangarin júnior agradeció sobremanera, y así nos lo han hecho saber desde su entorno más directo.

Sin embargo, ver esas imágenes también le preocupó. El joven pidió que no se publicara una imagen clara de la joven, que no se dieran pistas sobre su identidad, que se la mantuviera al margen. Después de más de un año de entrega a los medios, Pablo Urdangarin pidió ayuda y no la ha recibido. De ahí su malestar.

Como una 'celebrity'

Era consciente de que en el momento en el que se hacía pública su relación, era cuestión de tiempo que la imagen de la joven apareciera en los medios. Por ser vos quien sois. Pese a quien pese. Así ha sido este miércoles, cuando hemos podido saber todos los detalles sobre la nueva pareja del hijo de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin. Y el joven tiene un buen disgusto.

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La imagen de su novia ha aparecido en los medios y, según fuentes cercanas, teme que empiecen a seguirla como si fuera una 'celebrity'. La chica no tiene relación con este mundo ni tiene ganas de formar parte de él, ni de lejos quiere ser conocida por nadie. Y así es como una relación puede romperse.

Pablo Urdangarin se ha convertido, en poco tiempo, en una cara habitual en los medios de comunicación. Cuando se mudó a Barcelona lo hizo casi en secreto y empezó a entrenar en el Barça incluso sin ficha para que no se pudiera descubrir que estaba en el equipo. La sonada separación de sus padres lo convirtió, sin quererlo, en una especie de portavoz familiar. Educado, amable y preparado para responder a los periodistas, Urdangarin júnior se ha convertido además en uno de los miembros de la familia del Rey mejor valorados.

Intimidad propia

Hasta la fecha no había tenido que hablar de sí mismo, solo de sus padres. Y a su entorno les contaba que se había preparado toda la vida para crisis semejantes. Cabe recordar que ha vivido en varios países por el proceso judicial en el que se vio envuelto su padre y que terminó con una sentencia condenatoria y varios años de cárcel.

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Pablo empezó a jugar a balonmano de pequeño, siguiendo los pasos de su padre, a quien adora. Siempre tuvo claro que su sueño era ser jugador profesional de esta disciplina, algo que ha logrado a base de tesón. Porque además resulta que el chaval es bueno, que se le da bien el deporte que catapultó a Urdangarin sénior como uno de los mejores deportistas de la historia de este país. Y cuando su familia se mudó de Barcelona a Ginebra para evitar el acoso que sufrían por el caso Nóos, el segundo de los hijos del matrimonio intentó seguir sus entrenamientos de balonmano en Suiza.

"Muchas vueltas"

Pero ya lo dijo su padre en una de las pocas entrevistas que ha dado tras salir de prisión: “El balonmano es un deporte del que hemos hablado mucho en casa y que sea en este club, aún es más emotivo. Pablo ha tenido una formación complicada, ya que vivió en Estados Unidos y allí no había equipos de balonmano, y en Suiza eran flojos, así que ha tenido que dar muchas vueltas [Hannover, Nantes] para llegar aquí”, manifestó el todavía marido de la infanta Cristina en ‘La Vanguardia’.

El Barça era la opción más sólida para alguien criado en Barcelona, alguien que ha mamado el barcelonismo desde la cuna. Que Urdangarin le ha echado una mano a su hijo para llegar a jugar en la capital catalana es algo que solo sabe el padre. Lo cierto es que ahora el joven ha demostrado que está ahí por sus propios méritos, convertido en pieza clave en el Barça Atlètic (antes llamado Barça B) y con frecuentes convocatorias en el primer equipo.

Sus padrinos

Cuando Pablo se mudó a Alemania, donde empezó su carrera semiprofesional en el TSV Hannover Burgdorf, tuvo un buen sostén familiar. Antonio Carlos Ortega era el primer entrenador y también un gran amigo de los exduques de Palma. Incluso fue uno de los invitados a su boda, en 1997 en Barcelona. Después, cuando fichó por el Nantes, al mando del primer equipo estaba Thierry Anti, suegro de Valero Rivera júnior. Es decir, el consuegro del que fuera descubridor y entrenador de Iñaki durante casi toda su carrera. En su paso por el Hannover, Urdangarin júnior también coincidió con amigos de su padre.

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Tampoco hay que buscarle tres pies al gato. Lo comenta a este medio uno de los amigos de Urdangarin, deportista de élite y exjugador de balonmano como él: “Aquí se conocen todos. Es un mundo pequeño y todos son amigos, porque, además, Iñaki era uno de los mejores”. Ejemplos los hay a puñados: los hijos de David Barrufet y de Fernando Barbeito, los mejores amigos de Urdangarin en su época dorada en el Barça y la Selección, juegan ambos en equipos de balonmano, como también juega el hijo de Òscar Grau, otro de los grandes amigos de Iñaki.

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Ahora es él quién se ha convertido en noticia. Y puede que la voluntad de ser educado y amable, algo de lo que ha hecho gala durante más de un año, se vea truncada por la intromisión en su intimidad más pura. Él mismo pidió ayuda hace unos días y, no, no ha sido posible ayudarle.