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Juan Carlos cumple con la voluntad de Felipe VI en su vuelta a España: sin 'shows', con poca seguridad y (casi) hermetismo
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Juan Carlos cumple con la voluntad de Felipe VI en su vuelta a España: sin 'shows', con poca seguridad y (casi) hermetismo

Han pasado 11 meses desde que el Rey emérito visitara nuestro país. Y en esta nueva ocasión han quedado claras las directrices dadas por la Casa Real

Foto: El rey Juan Carlos, llegando a Vigo. (EFE/Brais Lorenzo)
El rey Juan Carlos, llegando a Vigo. (EFE/Brais Lorenzo)

Era mayo de 2022 cuando el Rey emérito volvía a nuestro país después de dos años de exilio dorado en Abu Dabi. Las imágenes de su regreso no pasaron inadvertidas, principalmente por ese recibimiento a lo grande, casi de héroe o de hijo pródigo, que se le brindó en Sanxenxo, la localidad que vuelve a acogerlo estos días. Un 'show mediático', como se tildó en aquel momento, que desde Zarzuela no estaban dispuestos a que se repitiera. Y así ha sido: don Juan Carlos cumplía con la voluntad del rey Felipe a su vuelta España este miércoles, completamente diferente a su anterior visita y mucho más discreta. Una premisa que se ha cumplido desde muchos frentes, desde la escasa seguridad a un hermetismo casi total.

Y es que, para empezar, en mayo del año pasado se sabía con bastante antelación la hoja de ruta que iba a seguir el exmonarca, con las horas a las que iba a pisar el Club Náutico al detalle. Una situación radicalmente opuesta a la que nos encontrábamos este miércoles en Sanxenxo, donde reinaba la calma, en contraposición con lo que se vivió hace once meses. El resumen podría ser que nadie sabía nada. Ni en el propio puerto deportivo, donde hasta poco antes de que aterrizara el emérito en Vigo no había ningún dispositivo de seguridad, ni en la propia Casa Real, desde donde solo nos puntualizaban que era una visita estrictamente privada, por lo que, al menos por cauces oficiales, no se iba a dar información.

placeholder El rey Juan Carlos, llegando a la casa de Pedro Campos. (EFE/Lavandeira Jr.)
El rey Juan Carlos, llegando a la casa de Pedro Campos. (EFE/Lavandeira Jr.)

En el Club Náutico sí había varios compañeros de medios de comunicación apostados desde hacía días. Muy pocos, eso sí: apenas cuatro cámaras con sus correspondientes redactores. Una cifra infinitamente inferior a la que se manejó en mayo del año pasado, cuando los profesionales acreditados alcanzaron casi las dos centenas. En sus crónicas destacaban la calma que se vivía en la localidad gallega estos días, al contrario que la que se vivió en la anterior visita del emérito. Y dando un paseo por el pueblo, se podía comprobar que así era.

Y es que la vida transcurría este miércoles como cualquier otro día en Sanxenxo. No había un mayor dispositivo de Policía Local, tal y como confirmaban algunos efectivos a Vanitatis, ni se notaba más presencia de Guardia Civil. Solo el vuelo de un par de helicópteros indicaba que algo este miércoles era distinto. Una diferencia que ya se hacía más notable llegando a la casa de Pedro Campos, el centro neurálgico de la información, puesto que la que se podía obtener en el Club Náutico, el otro punto fuerte, era bastante escasa.

placeholder El Bribón, en el puerto deportivo, antes de la llegada de don Juan Carlos. (EFE/Lavandeira Jr)
El Bribón, en el puerto deportivo, antes de la llegada de don Juan Carlos. (EFE/Lavandeira Jr)

Allí, en Nanín, donde vive el empresario e íntimo de don Juan Carlos que lo acoge estos días, la seguridad era mucho mayor desde horas antes de que el emérito llegara desde Londres al aeropuerto de Vigo, con varios coches y efectivos de la Guardia Civil en las calles aledañas. Una situación que no era del agrado de todos. Un rato antes, una vecina de la zona se lamentaba en un supermercado -bastante enfadada- de que durante la anterior visita que hizo el exrey, por ejemplo, no podía bajar con sus nietos a la playa, aunque finalmente, por sus quejas, los guardias se lo permitieron. Este año también se nota la presencia real en que los vecinos no pueden pasear libremente por ciertos lugares cercanos a la casa de Campos sin que se les pida la documentación, según contaba la señora.

Lo que tampoco falta estos días es personal del Palacio de la Zarzuela. Algunos miembros de seguridad viajaban en un vuelo regular con destino Vigo a primera hora de este miércoles y otros paseaban por el pueblo gallego tranquilos, con unas horas libres antes de la llegada de don Juan Carlos a Galicia. Una presencia lógica, puesto que el Rey emérito sigue formando parte de la Casa Real, aunque sin actividades institucionales y sin asignación, después de esa decisión que tomó don Felipe tras conocerse su vinculacion con fundaciones de origen opaco.

placeholder El rey Juan Carlos, en el aeropuerto de Vigo. (EFE/Brais Lorenzo)
El rey Juan Carlos, en el aeropuerto de Vigo. (EFE/Brais Lorenzo)

Así, con mucho hermetismo, una información con cuentagotas y cambiante cada cierto tiempo, el rey Juan Carlos hacía su llegada, por fin, y después de once meses, de nuevo a España a última hora de la mañana. Concretamente, pasaban unos minutos de las dos y media de la tarde cuando hacía su aparición en el flamante todoterrreno de Pedro Campos, el mismo con el que lo había recogido a pie de pista. Para hacernos una idea de cómo la información sobre el emérito ha ido cambiando estos días, podemos fiijarnos en el ejemplo de su anfitrión: hasta hace pocos días, aseguraba a sus más cercanos que no lo recibiría en el aeropuerto. Una decisión que cambiaba poco antes del aterrizaje del vuelo, que llegaba pasada la una y media de la tarde.

De nuevo, esas primeras imágenes de don Juan Carlos en Galicia protagonizaban una situación completamente distinta a la que presenciábamos en mayo de 2022, cuando se daba un auténtico baño de multitudes, recibiendo el cariño de la gente. La llegada de este miércoles era muy diferente, montado en un vehículo y solo recibido en la casa del empresario por un grupo de periodistas, más amplio que el que se encontraba en el Club Náutico, cierto, pero aun así mucho más reducido que el que cubría hace once meses su regreso a nuestro país, después de dos años en Emiratos.

placeholder El rey Juan Carlos, con Pedro Campos. (EFE/Brais Lorenzo)
El rey Juan Carlos, con Pedro Campos. (EFE/Brais Lorenzo)

¿Y a qué obedece la escasa seguridad, la calma y el hermetismo? Pues ni más ni menos que al expreso deseo de la Casa Real para que esta nueva visita no generara el mismo revuelo del año pasado ni imágenes no del todo cómodas para todos. Así, el círculo más íntimo del Rey emérito respetaba la discreción solicitada. Desde Pedro Campos hasta el alcalde de Sanxenxo, que hasta horas antes de la llegada de su amigo decía no tener constancia de nada. Y lo mismo desde Zarzuela: desde hacía días se venía dando la misma versión. Se trata de un viaje privado, así que no solo no se facilita información por vía oficial, sino que, como nos decían este mismo miércoles, "va a estar muy restringida la cosa", en referencia al acceso que pueda tener la prensa estos días a los movimientos de don Juan Carlos.

Una forma de desanimar a muchos fotógrafos y medios de comunicación para que no viajaran hasta Galicia, para así conseguir que el grueso de prensa y, por tanto, la expectación y el revuelo fueran mucho menores.

Era mayo de 2022 cuando el Rey emérito volvía a nuestro país después de dos años de exilio dorado en Abu Dabi. Las imágenes de su regreso no pasaron inadvertidas, principalmente por ese recibimiento a lo grande, casi de héroe o de hijo pródigo, que se le brindó en Sanxenxo, la localidad que vuelve a acogerlo estos días. Un 'show mediático', como se tildó en aquel momento, que desde Zarzuela no estaban dispuestos a que se repitiera. Y así ha sido: don Juan Carlos cumplía con la voluntad del rey Felipe a su vuelta España este miércoles, completamente diferente a su anterior visita y mucho más discreta. Una premisa que se ha cumplido desde muchos frentes, desde la escasa seguridad a un hermetismo casi total.

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