El rey Juan Carlos I y la contundente petición que ha hecho a sus amigos y familiares
Su hijas, las infantas Elena y Cristina, y algunos íntimos le trasladaron su voluntad de viajar hasta Sanxenxo. La consigna del exmonarca ha sido clara: nadie podía ir a verlo
La consigna del rey Juan Carlos I a todos sus allegados, incluida su familia, ha sido clara y la cumplen todos, por ahora, a rajatabla. Discreción absoluta. Ni una declaración ni siquiera una fotografía. Cuando el exmonarca decidió las fechas en las que iba a viajar a España, se lo comunicó a las personas con las que tiene más confianza. Y muchas de ellas, incluidas sus hijas, las infantas Elena y Cristina, le trasladaron su intención de ir a donde él.
Don Juan Carlos, alarmado y preocupado por que la visita se convirtiera, de nuevo, en un espectáculo, les pidió que no fueran, que ni se acercaran. Que no hablaran con la prensa, que no opinaran sobre su visita y que, sobre todo, no viajaran a Sanxenxo. Así lo aseguran a Vanitatis desde el entorno directo de don Juan Carlos.
Algunos querían pasar unos días en tierras gallegas con él, otros solo unas horas, lo que fuera posible, para darle un abrazo y mostrarle su apoyo. Hay que tener en cuenta que no todos sus amigos han podido ir a verle a Abu Dabi y quienes sí han ido tienen ganas de verlo en territorio español. Y verlo en primera persona.
La infanta Elena tampoco
La petición de distancia física, la casi súplica, se trasladó también a su entorno familiar. Así pues, a diferencia del año pasado, cuando la infanta Elena estuvo en la pista de aterrizaje del aeropuerto de Peinador, en Vigo, para darle la bienvenida a su padre, este año estaba en Zaragoza por motivos laborales. La primogénita de los Reyes eméritos mantiene muy buena relación con los miembros del equipo de vela de su padre y su presencia en Sanxenxo no es nada extraña. Pero esta vez no aparecerá. Y si finalmente lo hiciera, según informan a este medio, sería casi de incógnito.
Su padre, el exrey, quiere seguir visitando España, quiere volver de forma periódica, lo adelantábamos en esta misma página hace unos días. Y para ese propósito, necesita normalizar sus viajes. Necesita, señalan, dejar de ser noticia. El camino ha quedado claro, además, en su primer día en Galicia.
Dos visitas muy distintas
Lo describe la enviada especial de Vanitatis al lugar, Ángela Mora, con claridad: “Una premisa [la de la discreción] que se ha cumplido desde muchos frentes, desde la escasa seguridad a un hermetismo casi total”. Si comparamos las dos visitas, la de mayo del año pasado y la de estos días, las diferencias son notables: “Esas primeras imágenes de don Juan Carlos en Galicia protagonizaban una situación completamente distinta a la que presenciábamos en mayo de 2022, cuando se daba un auténtico baño de multitudes, recibiendo el cariño de la gente. La llegada de este miércoles era muy diferente, montado en un vehículo y solo recibido en la casa del empresario por un grupo de periodistas, más amplio que el que se encontraba en el Club Náutico, cierto, pero aun así mucho más reducido que el que cubría hace once meses su regreso a nuestro país, después de dos años en Emiratos”.
En Sanxenxo, añaden las mismas fuentes, don Juan Carlos se siente cómodo, está en su ambiente. Se reúne con navegantes, hombres de mar que hablan sobre su pasión, sin entrar en disquisiciones políticas o cuestiones controvertidas. "Son gente llana, marineros, hablan de sus cosas y él disfruta mucho", afirman.
Ese alejamiento del público y esa discreción serán la tónica a lo largo de la semana, nos advierten desde el círculo del rey expatriado. Se dejará ver lo mínimo y mantendrá una distancia prudencial con la prensa. Cabe recordar que en 2022 llegó incluso a espetar a un periodista la ya famosa frase de “explicaciones de qué”, lo que fue difícil de digerir tanto en Zarzuela como en Moncloa.
Del oasis a la realidad
Don Juan Carlos vivió en un oasis aquellos días en Sanxenxo, aclamado y aplaudido por sus amigos gallegos y por las gentes del pueblo, que le vitoreaban. Otros amigos le animaban desde la distancia, con llamadas y mensajes de ánimo. Así que cuando llegó al palacio de la Zarzuela y se reunió con su hijo, un encuentro que fue muy largo y duro, se topó con la realidad. El rey Felipe VI le pidió que no volviera en un tiempo y que cuando lo hiciera, su comportamiento fuera otro.
Por este motivo canceló su siguiente visita, prevista en junio de ese mismo año. Y durante todo el verano, cuando se le preguntaba cuándo iba a volver, respondía que no había previsión. No ha sido hasta principios de este año, tras visitar primero Grecia, por el funeral del rey Constantino I, y París después, invitado por el nobel Mario Vargas Llosa, que don Juan Carlos ha decidido que ya tocaba volver. Consciente de que estamos en periodo electoral, ha medido bien las fechas para no llegar en plena campaña.
Y aunque son muchas las voces que aseguran que Zarzuela se enteró por la prensa de su visita, lo que sostienen desde su entorno directo es que el Rey emérito “no viene a España si no tiene el permiso de su hijo”. De su hijo dependerá que vuelva de nuevo. Esa es su intención, decíamos, normalizar sus visitas, dejar de ser noticia y poder estar con los suyos sin presión mediática. Cuando eso suceda, entonces sí que podrán ir a darle un abrazo sus amigos y sus familiares. Quienes quieran. Porque espera que las cámaras desaparezcan poco a poco y su presencia se confunda con el paisaje gallego.
La consigna del rey Juan Carlos I a todos sus allegados, incluida su familia, ha sido clara y la cumplen todos, por ahora, a rajatabla. Discreción absoluta. Ni una declaración ni siquiera una fotografía. Cuando el exmonarca decidió las fechas en las que iba a viajar a España, se lo comunicó a las personas con las que tiene más confianza. Y muchas de ellas, incluidas sus hijas, las infantas Elena y Cristina, le trasladaron su intención de ir a donde él.
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