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Las claves del lenguaje corporal de la reina Letizia en la coronación de Carlos III: análisis y claves
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SOLEMNE Y COMEDIDA

Las claves del lenguaje corporal de la reina Letizia en la coronación de Carlos III: análisis y claves

La reina Letizia fue una de las invitadas más aplaudidas en la coronación de Carlos III, por su acertado look, pero también por su saber estar y profesionalidad

Foto: Los reyes Felipe y Letizia llegando a la coronación. (Reuters/Lisi Niesner)
Los reyes Felipe y Letizia llegando a la coronación. (Reuters/Lisi Niesner)

Era el día de Carlos III y también el de la reina Camila, pero eso no ha sido impedimento para que algunos de los invitados al evento hayan conseguido acaparar todas las miradas. Sucedía con el pequeño Louis, protagonista inesperado por su naturalidad, pero también con la reina Letizia, una de las invitadas más aplaudidas.

Sus estilismos nunca pasan desapercibidos; de hecho, con un vestido verde el día anterior consiguió congraciarse con los británicos, seleccionando una opción de una diseñadora del país anfitrión, Victoria Beckham. Para la coronación optó por una de sus firmas fetiche, Carolina Herrera, con un dos piezas en color rosa que también recibió grandes alabanzas.

placeholder Los reyes Felipe y Letizia, a su llegada a la coronación. (Reuters/Dylan Martinez)
Los reyes Felipe y Letizia, a su llegada a la coronación. (Reuters/Dylan Martinez)

Era un día solemne, en el que el protocolo tenía que estar muy presente y, una vez más, la reina Letizia no falló. Tal vez por eso se mostró tan segura como siempre, con la espalda muy recta y los hombros hacia atrás, dejando claro con su lenguaje corporal que estaba donde tenía que estar a su llegada a la abadía de Westminster.

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Hubo momentos en los que esa seguridad se le escapó ligeramente entre los dedos, se pudieron ver miradas al suelo y momentos de ligera tensión, unos gestos que se entendían a la perfección al conocer que el tiempo no había respetado la ceremonia y había comenzado a llover.

placeholder La reina Letizia cuidando sus pasos para no tropezar. (Getty)
La reina Letizia cuidando sus pasos para no tropezar. (Getty)

El suelo de la zona, irregular y más resbaladizo de lo que es en seco, le jugó alguna mala pasada a alguna de las invitadas. No a la reina Letizia, quien aseguró su paso con esas discretas miradas, y que también optó por utilizar un gesto que le hemos visto mucho, cogió del brazo a su marido, una muestra de cariño muy habitual en los matrimonios, que se puede entender como acompañamiento y guía, pero también seguridad.

En este caso, podría responder a una búsqueda de estabilidad extra en un momento en el que todas las miradas están puestas en ella. De hecho, una vez en la abadía, soltó el brazo de su marido y caminaron juntos, pero sin agarrarse.

placeholder Los reyes Felipe y Letizia, en la abadía. (Reuters/Victoria Jones)
Los reyes Felipe y Letizia, en la abadía. (Reuters/Victoria Jones)

Letizia no mostró su versión más espontánea, tampoco la más sonriente y relajada, que sí se había podido ver en Buckingham. El momento era otro. El día anterior estaban invitados a una ‘distendida’ celebración entre amigos, pero en la abadía de Westminster se celebraba un momento histórico y requería una actitud solemne.

De hecho, durante su salida de la embajada, antes de llegar a la abadía, también su actitud fue más relajada, su sonrisa más sincera, dejando ver los dientes en lugar de mantener los labios apretados, como sí hizo en Westminster, concentrada.

placeholder La reina Letizia, durante la coronación de Carlos III. (Getty)
La reina Letizia, durante la coronación de Carlos III. (Getty)

La Reina es de esas personas que no dejan nada al azar, como lo prueba el tocado de la firma española Balel. No renunció a los guantes, uno de los complementos del día, en una jornada en la que se esperaban tiaras y coronas, pero a las que renunciaron por petición del monarca, que quiso que la celebración fuera más sobria y el dress code más relajado.

Así, aunque protagonista en momentos puntuales, la reina Letizia era consciente de que no era el centro de la ceremonia, lo que le permite relajarse un poco y disfrutar de la coronación como la invitada que fue.

Era el día de Carlos III y también el de la reina Camila, pero eso no ha sido impedimento para que algunos de los invitados al evento hayan conseguido acaparar todas las miradas. Sucedía con el pequeño Louis, protagonista inesperado por su naturalidad, pero también con la reina Letizia, una de las invitadas más aplaudidas.

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