Así son las voces de Máxima de Holanda y la heredera Amalia

Al hablar en público hay que cuidar todos los detalles y, aunque habitualmente se presta gran atención a la imagen y a los movimientos del cuerpo y el lenguaje no verbal, hay también otros muchos factores a tener en cuenta, como puede ser la voz. No podemos cambiarla, pero sí que podemos trabajarla para que transmita lo que queremos.

Es clave para mantener la atención de la audiencia, así como para matizar el mensaje que se quiere mandar. Estos aspectos son muy cuidados por las personas que habitualmente hablan en público, como la reina Letizia, quien ha sabido inculcar a sus hijas la importancia de tener presentes todos estos detalles.

Lo cierto es que la reina española partía con ventaja gracias a los años que pasó dedicada al periodismo y presentando telediarios, pero nada tiene que envidiarle la reina Máxima, quien ha aprendido a que su voz sea escuchada allá por donde pasa. Un potente discurso que realiza con las palabras adecuadas y el tono indicado para que su mensaje cale en su audiencia.

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En el caso de Máxima, eso es todavía más importante, porque el neerlandés no es su idioma natal, ni siquiera es la segunda lengua que aprendió. Aprender el idioma era para ella muy importante, por lo que no dudó en estudiarlo y hacerlo a su manera; en una ocasión reconoció que aprendió las primeras palabras gracias a las canciones infantiles.

Máxima siempre se muestra cercana y sonriente, dos cualidades que la ayudan a la hora de crear un vínculo con la gente que está a su alrededor, siempre sencilla y clara, algo esencial para que tus palabras lleguen a la audiencia. El contacto visual es imprescindible y por eso la mayoría de las ocasiones en las que habla en público lo hace sin leer en exceso.

Un consejo del que su hija ha tomado nota. Amalia es la heredera y en el futuro se espera que sea reina de los Países Bajos, por lo que es importante que aprenda cómo realizar su trabajo, pero también cómo transmitir con su voz y su mirada sus emociones. Necesita la confianza del pueblo y para ello es fundamental una buena comunicación.

Su primer discurso fue muy aplaudido, no solo porque alababa a su abuela y aseguraba que su intención es prepararse al máximo hasta que llegue su momento, también porque cumplió con detalles como estos. Mantuvo la voz firme, sin temblar a pesar del nerviosismo, y suave, haciendo las inflexiones necesarias para dotar de emoción sus palabras. Miró a los ojos a la audiencia y apenas leyó sus notas, lo que es un refuerzo más de que cree lo que dice.

Así, un discurso pausado, con voz controlada pero llena de matices, es la mejor manera de conseguir que te presten atención y tus palabras sean memorables.