Mary de Dinamarca y su vestido customizado en la cena de gala con los reyes de Noruega

Como suele ser habitual en cada visita de Estado que realizan los reyes de un país a otro, este jueves por la noche tuvo lugar la cena de gala que cerraba la primera jornada de la que están realizando estos días Harald y Sonia de Noruega a Dinamarca. Y como también suele ser habitual, vivimos un auténtico despliegue de estilismos de lujo y tiaras, algunas de las más espectaculares e históricas de los joyeros de las dos casas reales. Uno de los outfits más interesantes, el de Mary de Dinamarca, que lució un vestido customizado para esta cena de gala con los reyes de Noruega.

Se ponía el broche de oro así a un día que comenzaba un poco accidentado, con una caída del monarca noruego nada más llegar a suelo danés. Precisamente, este incidente sirvió de chascarrillo para el discurso del rey Harald, ya que no quiso pasar por alto ese comienzo a lo grande de la visita de Estado, refiriéndose a que respetaba tanto a su homóloga que incluso se postró a sus pies al llegar. Tras las risas, Margarita II le contestó: "No esperes que yo haga lo mismo", siguiendo con el tono cómico de la reunión y mostrando los estrechos lazos que unen a las dos familias, y no solo familiares, ya que siempre han tenido una buenísima relación.

Pero vamos a lo que más nos interesa de la velada (sin querer desmerecer ni su importancia institucional ni el vínculo entre los dos países), ese despliegue de looks nocturnos con espectaculares vestidos y tiaras. Y, como decíamos, el que más nos llamaba la atención era el de la princesa Mary, ya que optaba por rescatar un diseño que ya conocíamos, pero modificándolo ligeramente, algo que ya es común a las royals actuales. La esposa del príncipe Federico lució el modelo Gabriel de Max Mara en color rosa empolvado, con cintura caída, silueta acampanada y estampado jacquard.

Diseño repetido, pero customizado

Y podríamos considerar que este diseño es el 'uniforme oficial' de Mary para sus citas de gala con los reyes noruegos, ya que lo estrenaba en 2017, precisamente para la celebración del 80º cumpleaños conjunto de Harald y Sonia en Oslo. Pero este jueves lo vimos diferente al día del estreno. El motivo es que ha modificado el escote, customizándolo para que, en lugar de ser redondo como era en origen, ahora sea en forma de V. Una decisión que quizá tomó para lucir una de sus joyas más especiales: un colgante de oro y pequeños diamantes con una F, la inicial de su marido.

Mary coronó su estilismo customizado con su tiara, aquella que quiso comprarse ella misma en una casa de subastas por 30.000 coronas danesas y estrenó en 2015. Es una pieza peculiar, ya que también se puede utilizar como gargantilla. Y precisamente por ser una adquisición suya y no tener que devolverla al joyero real, es la que luce en más ocasiones.

Pero también por ser suya y haber sido comprada, tiene mucho menos valor histórico que las otras dos tiaras que vimos este jueves por la noche en Amalienborg. Una de ellas, la tiara de esmeraldas de Sonia de Noruega, con más de dos siglos de historia, ya que fue creada para Josefina, esposa de Napoleón. El color de las piedras preciosas, que forman esta corona con múltiples diamantes, contrastaba con el vestido de la reina, en un color verde lima. Parecía que veíamos una reinterpretación de su 80º cumpleaños, ya que ella también, como la princesa Mary, lució el mismo diseño que en aquella celebración.

Y tampoco la pieza que lució Margarita de Dinamarca tiene nada que envidiar, ni en valor ni en historia, a la de Sonia. La monarca escogió la tiara de Orange-Nassau, una creación de perlas, diamantes y oro encargada por el príncipe Federico de los Países Bajos para su esposa, Luisa de Prusia. La tiara forma parte de un conjunto, ya que más tarde se unieron a ella un imponente collar y los pendientes, que tienen truco: pesan tanto que, en lugar de ir solo enganchados al lóbulo, llevan una estructura para también ir sujetos detrás del pabellón de la oreja. Aunque en este caso, y quizá precisamente por ese peso, la monarca prescindió tanto de ellos como de la gargantilla.

Así, con sus tiaras y sus vestidos de noche -el de Margarita, fiel a su estilo, de lo más colorido-, las tres damas reales disfrutaron de la cena junto al rey Harald y el príncipe Federico. Ante ellos, un menú con varios detalles personalizados, ya que degustaron varios vinos de Cahors, el pueblo francés donde se encuentra el castillo en el que la familia real veranea. Los caldos acompañaron la langosta que comieron de primero y el venado con verduras frescas de Fredensborg. Uno de los vinos, además, fue embotellado con motivo del jubileo de la propia Margarita, el año pasado. Un detalle personal que la anfitriona quiso tener con sus invitados en una cena de gala en la que no faltaron las bromas, las joyas y, sobre todo, los gestos de amistad entre las dos casas reales.