Asombro y alegría: el misterio de las joyas desaparecidas de la familia real de Grecia
El príncipe Pablo ha felicitado al Ministerio de Cultura heleno por este hallazgo de la corona, el cetro y la espada de oro del rey Otón de Grecia, primer monarca del país
La última vez que fueron utilizados los emblemas reales del rey Otón de Grecia, al menos la corona, fue durante los funerales de los padres de la reina Sofía, el rey Pablo en 1964 y la reina Federica en 1981. Desde entonces no habían vuelto a ser vistos en público, hasta este pasado 17 de julio, cuando el Ministerio de Cultura griego publicaba en sus redes sociales que estas joyas reales habían sido encontradas en Tatoi.
Unas joyas que incluyen la corona, el cetro y la espada de oro del rey Otón, primer rey de los helenos, y que se descubrieron durante el trabajo de documentación de los bienes culturales y objetos muebles por parte de los funcionarios de los servicios competentes del Ministerio de Cultura. Unos emblemas reales de los que se ha hablado en muchas ocasiones, con numerosas especulaciones sobre su destino, que ahora se han encontrado en muy buen estado de conservación y cuidadosamente embalados.
Ha sido la ministra de Cultura, Lina Mendoni, la que ha querido informar de este hallazgo. Quería “agradecer a los servicios competentes del Ministerio de Cultura por el trabajo científico extremadamente diligente y sistemático que han estado haciendo en Tatoi los últimos años”, decía la ministra griega. Un hallazgo que, confiesa, ha sido “inesperado” y que es de “extraordinaria” importancia para el Estado griego, independientemente de que hoy en día sea una república.
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“Son las primeras insignias oficiales del nuevo Estado griego”, afirmaba, y “ofrecen huellas tangibles de su continuidad en el tiempo”. Unos emblemas que el mismo príncipe Pablo de Grecia ha celebrado en su cuenta de Instagram con el mensaje: “Felicidades al Ministerio de Cultura”. Y todo, a pesar de que las joyas de la realeza helena “pertenecen al pueblo y la nación griegos”, como ha especificado la ministra.
Lina Mendoni ha querido explicar que en cuanto se complete el mantenimiento de estos objetos, a cargo del Departamento de Conservación de Monumentos Antiguos y Nuevos del Ministerio de Interior, y tras la consulta con el primer ministro y el presidente del Parlamento, las joyas serán entregadas al palacio de Otón, donde se encuentra el Parlamento, para que puedan ser exhibidas permanentemente en el Salón del Trofeo Eleftherios Venizelos.
Otón, de la casa Wittelsbach, reinó en Grecia de 1832 a 1862 y tanto la corona como el cetro fueron elaborados por la famosa casa de orfebrería parisina Fossin et Fils, mientras que la espada Fossin fue creada por Jules Manceaux, de la armería del mismo nombre. Su fabricación fue encargada por el padre de Otón, Luis I de Baviera, en 1835, para celebrar la coronación de su hijo al alcanzar la mayoría de edad. Sin embargo, el barco que transportaba estas joyas no llegó a tiempo a Grecia y la coronación se celebró finalmente sin ellas.
En su salida del trono de Grecia en 1862 se llevó consigo los emblemas del trono, ya que nunca aceptó su expulsión ni abdicó. Por ello, los primeros emblemas del Estado griego estuvieron en posesión de la Casa Real de Baviera hasta su entrega a la nueva dinastía monárquica, descendientes de Jorge I de Dinamarca. Unos objetos realizados en oro y aleaciones de metal, con cuidadas y labradas decoraciones, sin apenas piedras preciosas, salvo el lapislázuli de la empuñadura de la espada.
La última vez que se vieron juntos los tres emblemas fue en diciembre de 1959, durante la ceremonia de entrega de los mismos por parte de la Casa de Wittelsbach al rey Pablo de Grecia, volviendo de nuevo a territorio heleno. Una ceremonia que se celebró en el palacio de Atenas, hoy en día palacio presidencial, de la que el príncipe Pablo se ha hecho eco en sus redes sociales.
La última vez que fueron utilizados los emblemas reales del rey Otón de Grecia, al menos la corona, fue durante los funerales de los padres de la reina Sofía, el rey Pablo en 1964 y la reina Federica en 1981. Desde entonces no habían vuelto a ser vistos en público, hasta este pasado 17 de julio, cuando el Ministerio de Cultura griego publicaba en sus redes sociales que estas joyas reales habían sido encontradas en Tatoi.
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