Así ha cambiado la recepción real en Mallorca: de Urdangarin y Marichalar a un nuevo escenario

Desde que el rey Felipe VI llegara hace unos días a Palma de Mallorca, su agenda y la del resto de la familia real que ha ido aterrizando en la isla en los días posteriores ha tenido varios puntos de atención. Después de las tradicionales audiencias con las autoridades de Baleares al día siguiente de su llegada en el palacio de la Almudaina, el monarca salía a navegar a bordo del Aifos, el velero de la Armada, en su primera sesión de entrenamiento preparatoria para la 41 Copa del Rey Mapfre de vela.

La reina Letizia, por su parte, no faltaba a su cita con el séptimo arte, presidiendo el pasado domingo la gala de clausura del Atlàntida Mallorca Film Festival, en la que era su primera aparición en Palma con motivo de sus vacaciones junto a su marido, la princesa Leonor y la infanta Sofía. Al día siguiente, la familia al completo protagonizaba su primera aparición en público con un posado informal durante su visita a los jardines de Alfabia, una de las fincas más antiguas de la isla, en plena Sierra de Tramontana, que hunde sus orígenes en la época de la ocupación árabe.

Ahora le llega al turno a otro momento clásico en el verano de la familia real: la recepción que los Reyes ofrecerán en Palma a los representantes de la sociedad civil de Baleares, que en esta ocasión vuelve a celebrarse en los jardines del palacio de Marivent, como ocurrió por primera vez el pasado año, cuando asistieron más de 300 invitados.

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Este encuentro, en el que siempre participa la reina Sofía y que tendrá lugar a las nueve de la noche, volvía a celebrarse nuevamente después de dos años de parón debido a la pandemia de coronavirus. Pero ¿cómo ha cambiado esta recepción real desde que Iñaki Urdangarin y Jaime de Marichalar participaran en la misma o desde que en 2014 lo presidieran por primera vez Felipe y Letizia?

Tenemos que retroceder casi dos décadas en el tiempo para llegar a 2004, el año de las primeras vacaciones en Mallorca de la reina Letizia, pocos meses después de contraer matrimonio con Felipe VI. Desde entonces no ha faltado un solo año a su cita con la isla, pero aquel verano fue difícil para ella por la persecución constante de los fotógrafos en cada una de sus salidas. Según rezan las crónicas de la cena de aquel año en el palacio de la Almudaina, los Reyes y sus invitados disfrutaron en el salón gótico de un menú compuesto de espuma de berenjenas con daditos de tomate frito, lomos de lenguado cocidos en aceite de oliva virgen y puré de calabaza, y timbal de manzanas con salsa de vainilla.

La recepción de 2005 estuvo marcada por el embarazo de Letizia, que daría a luz a la princesa Leonor tres meses después. Aquel año estuvo presente la familia real al completo, incluyendo a Urdangarin y Jaime de Marichalar con las Infantas, pero sin la presencia de sus miembros más jóvenes, como es habitual.

Al año siguiente destacó la ausencia de la infanta Elena y Jaime de Marichalar. Según recogía el diario local 'Última hora', en el posado para la prensa destacó "la discreta elegancia" de doña Sofía y su hija Cristina, pero sobre todo "la nota de espectacularidad" de la entonces Princesa de Asturias, "quien se mostró radiante gracias a un vestido blanco con estampado de rosas de vivo color rojo y un lazo a la cintura que entallaba su fina silueta".

Saltamos a 2008 para recordar el original vestido con estampado de inspiración africana que lució la asturiana en la Almudaina, en una cena en la que, además de los Príncipes de Asturias y los Reyes, también estuvieron presentes las Infantas e Iñaki Urdangarin. Ya no aparece en la imagen familiar Jaime de Marichalar, ya que en noviembre de 2007 se había anunciado la ruptura de la pareja, evitando la palabra 'divorcio' para referirse a él como "cese temporal de la convivencia".

En 2011 encontramos la última imagen en la recepción en la Almudaina de Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, poco tiempo antes de que estallara el célebre caso Nóos, que supuso el cese de sus apariciones en actos oficiales. Aquel año, que fue el último que contó con la presencia de ambas Infantas, doña Letizia nos sorprendió apostando por uno de los looks más originales que ha lucido para este acto: un mono azul con escote palabra de honor.

Tres años después y sin la presencia entonces de Juan Carlos I, que se encontraba de viaje oficial en Colombia, los actuales Reyes debutaron en este menester con un gesto de cercanía cuando se detuvieron para saludar al público que les esperaba en el exterior del palacio desde primera hora de la tarde y les aplaudía y vitoreaba. Entre los invitados más conocidos en aquella ocasión se encontraban el extenista Carlos Moyá, la escritora y miembro de la RAE Carme Riera o el cantante de ópera Joan Pons.

Si en 2014 la Reina lució un vestido blanco de escote asimétrico de Felipe Varela, en 2015 optaba por un estilismo sin estridencias cuyo color predominante fue el negro. Tanto Letizia como su esposo se dejaron querer por las decenas de mallorquines que se agolparon a las puertas del palacio de la Almudaina. Un baño de multitudes que seguía la línea propuesta por Felipe VI durante su proclamación: la de "una monarquía renovada para un tiempo nuevo" que también invitaba a la cercanía de los soberanos.

450 invitados fueron los que acudieron en 2016 a la recepción en la Almudaina, que aquel año estuvo marcada por la decisión de Podemos y la formación eco-nacionalista Mes de declinar la invitación cursada por la Casa Real para asistir al evento, donde los Reyes demostraron una gran complicidad. Aún más asistentes, hasta 500, acudirían al año siguiente. Políticos, artistas, deportistas y activistas disfrutaron junto a Felipe VI y Letizia de un menú firmado por Macarena de Castro, la chef del Jardín de Alcúdia.

El acto que tradicionalmente pone fin a la agenda institucional de la familia real en Mallorca estuvo marcado en 2018 por la ausencia del habitual acercamiento al público de los Reyes y doña Sofía. ¿El motivo? Dos grupos de manifestantes se habían dado cita en las puertas de la Almudaina. Por un lado, y según fuentes policiales, 150 partidarios de la república pedían un referéndum para decidir el futuro de la Corona; por el otro, 300 monárquicos defendían a la institución con gritos de "¡viva el Rey!".

La recepción del año siguiente pasó al recuerdo por la complicidad recuperada de Letizia con su suegra, con la que los gestos de cercanía y cariño fueron constantes. Aquella fue la última vez que asistimos al evento antes de que se suspendiera durante dos años y se recuperara ya en su actual ubicación en Marivent.