La relación de los Gómez-Acebo con Felipe VI que nunca se extendió a la reina doña Letizia

El pasado viernes fallecía Fernando Gómez-Acebo, el hijo pequeño de la infanta Pilar, a los 49 años. Arrastraba una enfermedad respiratoria y el nuevo ingreso en el hospital no presagiaba esperanzas de una recuperación, como ya había sucedido en otras ocasiones. Coco, como le llamaban familiarmente, padecía desde hacía tiempo dicha enfermedad crónica que le originaba entradas y salidas hospitalarias.

Esta vez era diferente. No había muchas esperanzas. Desde el primer momento, el Rey y el resto de la familia Borbón estaban al tanto de la evolución negativa. Don Felipe, la reina Sofía, la infanta Elena, los duques de Soria, los hermanos y los sobrinos mayores acudieron al Hospital Universitario Quirón de Pozuelo de Alarcón para acompañarse mutuamente cuando ya no había solución médica.

El sábado, los Reyes asistieron al tanatorio La Paz en Tres Cantos, donde se abrió la capilla ardiente. Al día siguiente, llamó la atención que el Rey asistiera solo al entierro en el cementerio de San Isidro, sin la compañía de doña Letizia. Al ser un acto privado, nada se ha sabido de la razón de esa ausencia en un acto tan familiar y doloroso.

Nos hemos puesto en contacto con el gabinete de comunicación del palacio de la Zarzuela, que confirmaba el carácter privado del acto. Añaden que la norma habitual es que se acuda solamente al responso en el tanatorio, como sí hizo el matrimonio real. Desde el entorno cercano, la explicación que ofrecen es que “al tratarse de una circunstancia personal de vínculo familiar tan estrecho, pudiera ser que el Rey quisiera acudir también al entierro”.

La relación del rey Felipe con sus primos es casi de hermanos. De ahí que el jefe del Estado quisiera estar con todos ellos en esas horas tan tristes. Desde siempre, la convivencia ha sido muy directa. Pasaban los veranos en Palma, los inviernos en Baqueira y parte de las Navidades compartiendo las cenas y almuerzos. Cuando eran pequeños, recibían a los Reyes Magos en el palacio o en la sede del ayuntamiento de Madrid.

No faltaban los primos griegos, que también formaban parte de esa unidad que tanto don Juan Carlos como doña Sofía se encargaron de fomentar. Y, por supuesto, los cumpleaños del príncipe Felipe y sus hermanas y sus puestas de largo. Hay infinidad de imágenes de los Borbón Grecia con los Gómez-Acebo y los Zurita en reuniones familiares.

Por edad, don Felipe estaba más cerca de Simoneta, con la que solo se lleva un año. Según iban cumpliendo aniversarios, la afinidad del Príncipe con algunos de sus primos se fue afianzando. En las salidas invernales de estos últimos años, Beltrán y Bruno han formado parte del grupo deportivo en el que nunca ha participado doña Letizia. Son salidas de primos y amistades de la época de las academias militares. Igual que la Reina tiene sus encuentros con sus amigas de los años en los que ejercía el periodismo y tampoco acude el Rey.

Una relación menos directa

La relación de doña Letizia con los primos Gomez-Acebo y Zurita es menos directa que la que tuvo la reina Sofía con sus cuñadas, las infantas Pilar y Margarita. Como sucede en muchas familias, y la real no iba a ser diferente, las cuñadas no compartían salidas ni encuentros ajenos a ese mundo familiar, como sí lo ha hecho doña Sofía con su hermana, la princesa Irene, o su íntima, la princesa Tatiana Radziwill.

Con ellas hay constancia gráfica, tanto en los veranos de Marivent como en las salidas a conciertos y exposiciones en Madrid. En cambio, en aquellos años con la infanta Pilar en los que los hijos ya tenían sus propias familias, no era habitual. Doña Sofía acudía todos los años al rastrillo de Nuevo Futuro, donde la duquesa de Badajoz la recibía con un abrazo. A continuación solía quedarse a almorzar en el restaurante solidario que dirigía doña Pilar. A veces se unían Simoneta y Fernando Gómez-Acebo.

En lo que se refiere a la reina Letizia, la relación con la familia política ha ido evolucionando. En los primeros años de matrimonio, la Princesa no tenía mucho que ver con los primos y amigos del heredero. Mundos muy diferentes que con el tiempo fueron cuadrando. Existen anécdotas de aquellas primeras Navidades que ilustraban cierta falta de sintonía.

La noche del 24, toda la familia Borbón se reunía en el palacio de la Zarzuela. Tras el discurso televisivo de don Juan Carlos se entregaban los regalos por el sistema del 'amigo invisible'. Hubo incluso rumores sobre que a la Reina, alguna vez, le tocaron obsequios que no eran de su agrado, como fueron unas botas de agua de una firma británica, y llegó a decirlo. El tiempo, como todo en la vida, acabó acercando a doña Letizia con los primos del Rey, como se ha podido ver en el pasado cumpleaños de la infanta Elena y en el tanatorio La Paz.