Los Reyes reciben en Marivent: de un solitario taburete en el patio al pésame a la reina Sofía
Don Felipe y doña Letizia, acompañados por doña Sofía, recibieron a cerca de 600 invitados en el Palacio de Marivent para la tradicional recepción
Aunque ya nos hemos acostumbrado, no deja de resultar una imagen llamativa. A eso de las 20:50 horas de la noche de este lunes, 29 de julio, con 35 sofocantes grados a la sombra de los pinos de Marivent, y apenas unos segundos antes de que apareciesen por la puerta principal del Palacio los reyes Felipe y Letizia junto a doña Sofía, el patio estaba presidido por un solitario taburete de metal. Sí, una banqueta en medio de aquella vasta mansión de estilo regionalista, con torreón incluido y 33.000 metros de frondosos pinares. El taburete, iluminado desde la lejanía por dos grandes focos, se llevaba toda la atención, despertando incluso los celos de un cruceiro gallego de granito que se encuentra allí plantado desde hace décadas. Porque un cruceiro tiene sin duda una gran significación religiosa, qué duda cabe, pero aquel simple asiento anticipaba algún que otro titular pagano.
Si algo nos ha demostrado la historia del arte es que a los objetos que aparecen iluminados en el centro de una estancia hay que prestarles normalmente mucha atención, porque suelen funcionar como metáfora de algo, aunque uno no sepa nunca muy bien de qué. Si la 'Silla de Vincent con Pipa' es en realidad un autorretrato de un pintor en horas bajas, una trasmutación repleta de melancolía, quizá aquella banqueta en suelo ilustre de palacio es la mímesis de una Reina que intenta cumplir con sus funciones a pesar de que ciertos problemas de salud se lo están poniendo algo difícil. Eso sí, como nobleza obliga, doña Letizia aguantó el interminable pasacalles de rostros de la sociedad mallorquina congregados en palacio con la mejor disposición. Dicen que Su Majestad casi nunca sonríe, pero si le hubieran dado este lunes un euro por cada vez que estiró con fuerza las bolas de Bichat podría haber pagado ella misma el palacio que el empresario Ioannes Sarikadis acabó donando a la diputación y que desde una mañana de 1973 se ha convertido en la residencia oficial de verano de la Familia Real. Sobre todo de doña Sofía, que ha confesado en alguna ocasión que Marivent le recuerda a Tatoi, el palacio donde creció. Y uno siempre quiere volver en la madurez a los pasillos de la infancia. Es ley de vida.
Lo de Letizia viene de lejos, pero últimamente parece que se le está haciendo más cuesta arriba. Si el pasado viernes tuvo que ausentarse, debido a la dolencia que padece en sus pies, el neuroma de Morton, de la recepción que ofreció el presidente francés, Emanuel Macron, en el Palacio del Elíseo a los jefes de Estado que habían viajado hasta París con motivo de la inauguración de los Juegos Olímpicos, este lunes en la recepción a las autoridades y la sociedad balear que se llevó a cabo en Palma de Mallorca, doña Letizia tuvo que sobrellevar el saludo a las alrededor de 600 personas que estaban invitadas a este evento con la ayuda de ese taburete, en el que iba apoyándose de vez en cuando, como suele ser habitual en algunas recepciones de un tiempo a esta parte.
Entre los asistentes a la velada veraniega destacaban varios cargos políticos nacionales y, sobre todo, no podía ser de otra manera, autonómicos, entre las que cabe destacar la presencia de la presidenta del Congreso, Francina Armengol; la presidenta del Govern balear, Marga Prohens; y el alcalde de Palma, Jaime Martínez. Quienes no estuvieron presentes, aunque se llevaba especulando semanas con esta posibilidad, eran la princesa Leonor y su hermana, la infanta Sofía. Habría sido la primera vez que ambas acudieran a este tradicional evento, coincidiendo además con la mayoría de edad de la princesa y su consecuente ascenso laboral, por llamarlo de algún modo, haciendo ya las veces de heredera del trono, pero ambas están representando estos días a la institución en París, acompañando a nuestros deportistas en sus lances durante los Juegos Olímpicos. Sin duda, todo hay que decirlo, un plan bastante más entretenido para dos jóvenes de su edad. Salvadas por el deporte...
También se dejaron caer por Marivent (mar y viento en mallorquín) ciertos invitados del mundo de la cultura, como el cantante Jaume Anglada, gran amigo del rey Felipe, o el diseñador Pablo Erroz, que cada vez gana más enteros en el mundo de la moda a nivel nacional. De hecho, en el verano de 2022, para una visita a Valldemossa, doña Letizia lució una falda de largo midi que presentaba un estampado Ikat exclusivo de Erroz, en colaboración con el taller emblemático Textil Bujosa, en Santa María del Camí.
Por suerte para doña Letizia, y sobre todo para la prensa acreditada, que llevaba un par de horas ya peleando con la humedad característica de la isla, el saludo duró apenas 20 minutos, durante los cuales los Reyes estrecharon la mano de sus invitados de forma cariñosa y afectuosa. Si uno saca la calculadora, salieron a 30 saludos por minuto. O, lo que es lo mismo, un saludo cada dos segundos. Un ritmo frenético que más que un taburete demanda un buen Lexatin. Al terminar lo que otrora conocíamos como besamanos (ahora somos más políticamente correctos, ya saben), esto es, un ejército de civiles desfilando a toda prisa en fila de a uno por el granito de Marivent, el rey Felipe y la reina Sofía se mezclaron con los invitados que se fueron apiñando en torno a las mesas altas sobre las que se sirvió un menú cóctel compuesto por 15 platos distintos, mientras doña Letizia, en un gesto espontáneo, se acercó a saludar a varios periodistas y fotógrafos y departió con ellos de manera especialmente distendida. La presunta frialdad de la Reina, tan mítica, tan difundida por la prensa, tan interiorizada por las masas, se diluye como el hielo al implacable sol de Palma en las distancias cortas.
Más tarde, durante el cóctel (aunque esto nos lo han tenido que contar otros, porque para algunas cosas la Casa Real sigue siendo digamos un tanto especial y algo sectaria), la Reina estuvo conversando animadamente con Jaume Ripoll, el organizador del Festival de Cine Atlàntida, a cuya cita había acudido doña Letizia el día anterior, coincidiendo con el oscarizado actor Michael Douglas. La Reina es una ávida lectora y una gran amante del cine, por lo que toda conversación en torno a la cultura le suele resultar especialmente estimulante. Por su parte, doña Sofía estuvo charlando sobre temas sociales con diversos invitados y recibió de algunos de ellos el pésame por el fallecimiento de su tío, el príncipe Miguel de Grecia, que se produjo este domingo en Atenas. Tenía 85 años.
Un menú de 15 platos
Ese menú que mencionábamos anteriormente corrió a cargo de las consagradas chefs mallorquinas Marga Coll y Maca De Castro. Contó con aperitivos salados entre los que destacaban berenjenas rellenas de carne de cerdo negro mallorquín y salsa de tomates asados, escabeche de raya con zanahoria y naranja, crema de cigalas mallorquinas y avellanas, coca de pimientos asados y paté de Felanitx, coca de calabacín, tomates secos y queso Sa Cabreta, crujiente de lechona de Can Company con mermelada de guindilla o frito de pulpo de roca mallorquín con verduras. El plato dulce lo formaron plátano con almendras, carajillo de ron amazonas y ensaimada con crema pastelera. Todo, en general, muy estrella Michelin y muy de isleño.
Recepción ofrecida por los Reyes, acompañados por la Reina Sofía, a representantes de los distintos sectores e instituciones de la sociedad de las Illes Balears en el Palacio de Marivent.
— Casa de S.M. el Rey (@CasaReal) July 29, 2024
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El look de la Reina
Para la ocasión, doña Letizia estrenó un vestido de estampado étnico en tonos naranjas y dorados de la firma Maksu, un modelo de lago midi, manga corta y escote en V. Lo combinó con calzado plano, debido a los problemas que tiene en los pies. En concreto, optó por unas nuevas sandalias doradas, con tiras trenzadas, de la marca francesa Sézanne, aunque confeccionadas en los talleres que la firma tiene en España. Unos pendientes de aro en oro amarillo y su anillo de Coreterno, que le gusta especialmente, redondeaban su estilismo.
Se espera que don Felipe, por su parte, participe a partir de la mañana de este martes en la Copa del Rey Mapfre de Vela. Arranca así un nuevo verano real en Mallorca. Uno más. El plan pinta bien: reyes, sol y barcos. Y también, por desgracia, taburetes.
Aunque ya nos hemos acostumbrado, no deja de resultar una imagen llamativa. A eso de las 20:50 horas de la noche de este lunes, 29 de julio, con 35 sofocantes grados a la sombra de los pinos de Marivent, y apenas unos segundos antes de que apareciesen por la puerta principal del Palacio los reyes Felipe y Letizia junto a doña Sofía, el patio estaba presidido por un solitario taburete de metal. Sí, una banqueta en medio de aquella vasta mansión de estilo regionalista, con torreón incluido y 33.000 metros de frondosos pinares. El taburete, iluminado desde la lejanía por dos grandes focos, se llevaba toda la atención, despertando incluso los celos de un cruceiro gallego de granito que se encuentra allí plantado desde hace décadas. Porque un cruceiro tiene sin duda una gran significación religiosa, qué duda cabe, pero aquel simple asiento anticipaba algún que otro titular pagano.
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