El 'paparazzo' de la familia real, una especie mallorquina en vías de extinción
La estancia de los Reyes y sus hijas en Mallorca, al menos la parte más oficial, se ha dado por finalizada. Ha sido el año que menos trabajo han tenido los fotógrafos desplazados a la isla
Se publica menos, se vende menos y, por tanto, se gana menos dinero. Es el resumen que podríamos hacer del resultado que vienen teniendo para los fotógrafos los últimos veranos de los Reyes y sus hijas en Mallorca, especialmente este, más atípico y diferente que el resto. Una situación que hace que el 'paparazzo' que sigue los pasos de la familia real en la isla, sea una especie en vías de extinción.
El motivo principal es que el negocio de la prensa ha cambiado mucho en los últimos años. Las redes sociales, las páginas webs y las grandes plataformas de imágenes han modificado el mercado. Pero, hasta hace no mucho, las apariciones de la familia real en la isla balear eran casi una garantía de venta y rédito económico. Ahora, eso es algo casi utópico.
De hecho, la mayoría de los fotógrafos que se desplazan hasta Mallorca cada verano van respaldados por una agencia o ciertos contratos y encargos expresos. Muy atrás quedaron los tiempos en los que los freelance se atrevían a viajar hasta la isla, con los consiguientes gastos, sabiendo que al menos, en el peor de los casos, recuperarían el dinero o incluso, en el mejor, sacarían beneficio.
Pero, si ya la situación era complicada de por sí, este año, Juegos Olímpicos mediante, lo ha sido aún más. El apoyo que la familia real ha prestado en París al equipo olímpico español ha hecho que las posibilidades de tomar una fotografía de don Felipe y doña Letizia con sus hijas se redujeran a la noche del sábado y el domingo. Previamente, habían sido Leonor y Sofía las que viajaron a la capital francesa, dando el relevo a doña Letizia. Este pasado lunes era don Felipe, que estaba allí hasta mediados de semana, cuando regresaba para dar el testigo en estos días a doña Sofía, cuya presencia está prevista para la clausura.
Con la intensa agenda deportiva, se descartaba así ese pseudoposado que los Reyes solían ofrecer todos los años. Hace ya un tiempo que no se trataba de la sesión de fotos de rigor, en la que junto a sus hijas, y antaño otros miembros de la familia real, posaban para las cámaras en Marivent o el Palacio de la Almudaina, de una forma más estática y tradicional. En los últimos tiempos, ese momento se sustituyó por la visita a un enclave turístico de la isla. La familia paseaba, disfrutaba del sitio y las vistas y daban a los fotógrafos lo que querían.
Era una cita que congreagaba a varias decenas de profesionales. Pero esa imagen de multitud de fotógrafos y periodistas bien colocados, incluso en varias filas, ha ido mermando con el paso del tiempo, con el giro en el rumbo de la propia Casa Real y sobre todo, con ese cambio de negocio que comentábamos antes.
Este año, ese momento estaba descartado "desde el principio", nos dicen. Así que, con una aparición pública menos —y normalmente la que mejor imágenes da— y sin saberse de forma oficial el calendario royal en los Juegos Olímpicos, a los fotógrafos no les quedaba otra que hacer un acto de fe y viajar a Mallorca, confiando en conseguir el material gráfico suficiente para cumplir las expectativas de agencias y clientes.
El problema es que, salvo la clausura del festival de cine a la que asiste doña Letizia, la recepción en Marivent y la entrega de trofeo de la Copa del Rey, que sí se consideran actos oficiales, las demás salidas, aunque la prensa suele enterarse con cierta antelación de ellas, no están anunciadas en la agenda semanal. Así que tocaba esperar. Esperar mucho. Salvo por la participación del rey Felipe en el campeonato de vela, fueron días y días en blanco, hasta que se supo que los Reyes habían salido a cenar al restaurante Mía de Palma.
Tras la cobertura del domingo por la noche, quedaba la esperanza de que hubiera una nueva salida de día, aunque se tornaba complicada teniendo en cuenta que el rey Felipe estaba a partir del lunes en los Juegos. Mucho más complicada al saberse que el avión oficial, con todo el equipo de trabajo y de seguridad de la Casa Real, volvía a Madrid el lunes. Quedaba, de nuevo, esperar.
Finalmente, la ansiada salida real tuvo lugar el martes por la tarde. La mayoría de los fotógrafos se enteraba con poca antelación, aunque nos comentan que desde Casa Real se pusieron todas las facilidades para que se trabajara bien, dado que era la última oportunidad para fotografiar a los miembros de la familia real que estaban en la isla antes de abandonarla. Es decir, doña Letizia, la infanta Sofía, la princesa Leonor y la reina emérita.
Ni la hora, las cuatro de la tarde, ni la temperatura, más de 30º con una humedad del 70%, parecían las más adecuadas para un paseo por el centro de Palma. Pero se hizo, única y exclusivamente como deferencia a los fotógrafos que llevaban desde hacía muchos días esperando la deseada imagen, con especial atención a la princesa Leonor y la infanta Sofía.
Vanitatis ha podido saber que fue, además, un posado in extremis, puesto que todo apunta a que tanto la reina Letizia como sus hijas volvían a Madrid esa misma tarde. Aunque por cuestiones de seguridad, no se sabe qué pasajeras iban dentro, un Falcon, el avión en el que han hecho estos días todos sus desplazamientos, despegaba del aeropuerto mallorquín a las 18:30, aterrizando en la capital española una hora después.
Estas dos salidas privadas, la cena del domingo y el paseo por el centro de Palma, solo eran captadas por unos pocos medios, una cantidad mínima de profesionales comprándola con todos los que, hasta hace unos años, se acreditaban para ese posado o esas salidas turísticas de las que la prensa podía ser testigo y que se mantuvieron hasta el año pasado.
Ahora, el grueso de la seguridad ya se ha retirado del palacio de Marivent, por lo que parece más que claro que la estancia en Mallorca de la familia real ha terminado. Con ella, también el trabajo de los fotógrafos en la isla, cerrando así el verano real menos rentable de la historia para ellos y dejando pistas de que el 'paparazzo' que sigue los pasos de los miembros de la Casa Real es ya una especie en peligro de extinción.
Se publica menos, se vende menos y, por tanto, se gana menos dinero. Es el resumen que podríamos hacer del resultado que vienen teniendo para los fotógrafos los últimos veranos de los Reyes y sus hijas en Mallorca, especialmente este, más atípico y diferente que el resto. Una situación que hace que el 'paparazzo' que sigue los pasos de la familia real en la isla, sea una especie en vías de extinción.
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