24 horas de nostalgia para la infanta Cristina: de la significativa visita a su padre al funeral de su nanny

La visita de la infanta Cristina a don Juan Carlos, el lunes pasado en Sanxenxo, ha servido para que se hagan varias conjeturas sobre ese encuentro. Por un lado, estaba la versión del viaje exprés que hacía exclusivamente para apoyar al padre. Y por otro, se decía que era una manera de escenificar públicamente el afecto filial ante el revuelo que han supuesto las fotos con Bárbara Rey publicadas en la revista holandesa.

A esto se sumaban las declaraciones interesadas de Ángel Cristo jr. de lo que sucedió hace más de treinta años entre el que era el jefe del Estado y su madre, Bárbara Rey. Ese parecía ser el principal motivo del viaje a Galicia de la infanta, que estaba recién llegada de la boda de su prima Teodora, la cual duró todo el fin de semana y reunió en Grecia a parte de la familia Borbón.

La realidad tenía que ver con otro aspecto que era el principal. La que fuera duquesa de Palma tenía un compromiso laboral en A Coruña relacionado con el que fue su trabajo durante veintiséis años en el área internacional de la Obra Social de la Fundación La Caixa. Lo dejó en 2020 para dedicarse a la fundación Agha Khan, pero nunca se desvinculó totalmente. De ahí que acudiera a unos encuentros organizados por su anterior trabajo. Una vez que terminó la jornada laboral le quedaba toda la tarde libre y decidió trasladarse a Sanxenxo, que se encuentra a 144 kilómetros de A Coruña. Un viaje que dura una hora y media hasta la casa de Pedro Campos en Nanin. La infanta y su padre estuvieron juntos varias horas. Después, ella regresó a su hotel y al día siguiente a Madrid.

Podía haber retrasado su vuelta pero tenía una convocatoria triste en la capital. A las ocho de la tarde se celebraba la misa funeral en recuerdo de Marisa Satrústegui, que fue una especie de nanny que las cuidó a ella y a su hermana desde que eran pequeñas hasta que se independizaron. Se encargaba y supervisaba el día a día de las dos infantas y viajaba con ellas. Una vez que se jubiló, siguió en contacto con la familia. Fue el rey Juan Carlos quien, en 1976, quiso que la hija del militar y hermana de Joaquín Satrústegui, miembro del Consejo Privado de don Juan, estuviera en palacio con sus hijas.

A la iglesia de los Jesuitas en la calle de Serrano llegaron la reina emérita con sus hijas, Elena y Cristina. Para la familia Borbón Grecia, Marisa fue una persona fundamental en sus vidas. Falleció este pasado septiembre a los 90 años en su casa de Madrid. Era la segunda hija de los ocho que tuvieron el coronel de Caballería Ignacio Satrústegui y Saínz de Vicuña y de María Isabel Aznar de la Puente.

Según informaba Almudena Martínez Fornés en ‘El Debate’, cuando el príncipe de Asturias estrenó su casa independiente en el recinto de la Zarzuela Elena Vergarajáuregui, prima de Marisa fue contratada para gestionar la residencia. Una especie de ama de llaves de alto nivel.