¿Espectaculares o decepcionantes? Las fotos de Felipe VI y Letizia por Annie Leibovitz, analizadas por los que más saben

Ya están expuestas en el Banco de España y, después de nueve meses, se pueden ver los retratos de los Reyes realizados por la fotógrafa mejor pagada del mundo, encargados por la propia institución con motivo del décimo aniversario del monarca en el trono. Y como con todo, hay opiniones para todos los gustos. ¿Son unos retratos espectaculares o más bien decepcionantes? Esto es lo que piensan de las fotos de Felipe VI y doña Letizia por Annie Leibovitz los que más saben.

Hablamos primero con Estela de Castro, una opinión necesaria al ser la persona que realizó los últimos retratos institucionales que se hicieron de los Reyes y sus hijas, en 2020. Y lo tiene claro: "A primera vista los retratos son espectaculares, la luz, la composición y el lenguaje corporal están perfectos. La Reina lleva un estilismo maravilloso, con esa parte roja que le da volumen. Se ve claramente la mirada de Annie Leibovitz, por lo que se aprecia que ha tenido total libertad para trabajar, como la tuve yo con los retratos oficiales. Pondría un pero, sobre todo en el del Rey: yo habría dejado un poco más de aire en los pies, el suficiente para que no se corte a la hora de enmarcarlo y pueda respirar un poco. Por lo demás son una maravilla de retratos".

También hemos querido hablar con Jon Eztala, fotógrafo y profesor de fotografía. "Las fotos me recuerdan bastante a las que realizó Annie Leibovitz a la Reina Isabel II. Es curioso que se trata de emular la iluminación natural y con el uso de flashes, el efecto está muy logrado. Pero lo que más me sorprende es que se huye del lujo que pueden aportar los fondos. Incluso se le da un aspecto triste, como de caserón abandonado. Los fondos son tan importantes como el primer plano y acompañan en cualquier retrato. En este caso, su uso es interesante, ya que despoja de toda ornamentación y distracción del primer plano acompañando al personaje y realzando el motivo".

Pero no todas las opiniones son tan a favor como estas dos. Y es que, después de nueve meses, la expectación ha sido tal que quizá algunos esperaban más. Es el caso de Diego Lafuente, colaborador habitual de Vanitatis fotógrafo que ha desarrollado gran parte de su carrera en las editoriales Hearst y Condé Nast, siendo el responsable de algunas portadas icónicas de sus diferentes publicaciones.

"Sin ninguna duda", nos dice, "Annie Leibovitz es uno de los mayores talentos de la fotografía contemporánea y por ello cualquiera de los encargos que realiza generan mucha expectación. Debido a su nivel fotográfico, tendemos a pensar que el próximo retrato que realice va a ser uno más de sus increibles trabajos icónicos. Y para mí este es el principal problema que tienen los retratos de don Felipe y doña Letizia: a pesar de ser un trabajo elegante e impecable, como todos los de Leibovitz, no acaban de transmitir ni de crear la atmósfera tan impactante como la que sí que logró al retratar, por ejemplo, a Isabel II".

"Creo", continúa, "que en este caso las altas expectativas restan valor al resultado. Los retratos no consiguen tener esa luz tan bien trabajada y equilibrada a la que nos tiene acostumbrados. A esto añadiría también que la pose y la interacción con el entorno de ambos es bastante menos armónica de lo que esperaba. Todo esto le resta ese ambiente mágico que es sello característico del trabajo de Leibovitz. Creo que, teniendo en cuenta la dificultad que tienen estos encargos, el trabajo está perfectamente resuelto, pero no me parece ni mucho menos uno de los mejores. No creo que cuando alguien busque las imágenes más icónicas de Annie Leibovitz, aparezcan estos retratos. Es una pena porque madera había".

Y no podemos realizar un análisis con los que más saben de fotografía sin contar con la opinión de José Gegúndez, que sigue el día a día oficial de los Reyes en cada una de sus apariciones: "Los retratos evocan la tradición de los fotógrafos de corte, alineándose con la estética de los retratos clásicos, como los de Goya, aunque no se trate de retratos oficiales. Estas obras comparten la filosofía de los icónicos retratos de la Reina de Inglaterra, también capturados por Leibovitz, destacándose por su atmósfera cuidadosamente diseñada".

"En la fotografía del Rey prevalecen tonos predominantemente fríos tirando a verdosos y una iluminación más escasa, contrastando con el retrato de la Reina, que utiliza tonos cálidos y una iluminación más abierta y luminosa. Creo que se debe a que es una única fotografía dividida en dos partes, pero con una iluminación proveniente de las ventanas del palacio y quiere que tengamos como espectadores la sensación de continuidad de la luz, la luz que llega por la ventana e ilumina a la Reina pero se va perdiendo. Aunque, obviamente, está perfectamente estudiada y está apoyada por iluminación artificial", nos cuenta.

"Pese a que ambos retratos funcionan de manera autónoma, es evidente que forman parte de una misma composición. Esto se aprecia en la continuidad de los elementos arquitectónicos, como las líneas del techo, el sillón en primer plano y, especialmente, en la perspectiva inclinada de la puerta que se ve detrás del Rey y la pared derecha que acompaña el retrato de la Reina. Esta coherencia visual refuerza la narrativa unificada de las imágenes, mientras mantiene la individualidad de cada figura retratada", dice.

Y concluye: "Como espectador del trabajo de Annie Leibovitz desde hace mucho tiempo, esperaba encontrarme con una propuesta clásica, aunque albergaba la esperanza de ver un enfoque más moderno. No esperaba algo tan fresco como los retratos cinematográficos de María Antonieta o La Bella y la Bestia, pero sí una interpretación menos apegada al clasicismo tradicional. La postura corporal de ambos está, como en cada foto de Leibovitz, medida al milímetro, la mano del Rey en la mesa o la pierna medio doblada, la mirada de la Reina comiéndose la cámara. Creo que es un símbolo de cada foto de Annie".

Por último, hemos querido hablar con B. Génova, que desde la discreción sabe mucho de fotos institucionales. Tras un análisis, nos comenta que hay algunos detalles que le chirrían, como la línea que vemos entre la pared y el techo o "el pie casi cortado del rey Felipe, mientras sobra mucho aire por arriba. Demuestra que no han sido muy cuidadosos con según qué detalles", nos dice.

"La habitación parece de otra época, sobrecargada, excesiva", continúa. "Una cosa que ha cambiado con respecto a otros posados es que él no mira directamente a cámara. El que en la foto de él haya una silla cortada no molesta en exceso, mientras que en la foto de doña Letizia sí da una sensación incómoda. En este retrato hay menos detalles molestos, aunque se repite el exceso de aire arriba y casi queda el vestido cortado en la parte inferior"

Y concluye: "El espejo que tiene don Felipe detrás juega con una fuga que no consigue el resultado que cabe esperar, ya que ese recurso se usa sobre todo para dar profundidad a la estancia y en este caso, claramente, no es así".

Como ven, a pesar de las expectativas, las fotografías realizadas por Annie Leibovitz han tenido, como todo, división de opiniones. Sobre lo que no hay debate es que los retratos, captados por la fotógrafa mejor pagada del mundo, van a seguir dando que hablar.