Amalia de Holanda brilla en la cena de Estado en Ámsterdam con su nuevo vestido de gala y la tiara de la boda de su madre
Un día repleto de tiaras que ha terminado en el Palacio Real de Ámsterdam, con el presidente de Portugal como invitado de los reyes de Países Bajos
Llevamos una semana sin parar de hablar de joyas reales. Las diferentes visitas de Estado y los premios Nobel han hecho que reinas y princesas saquen las mejores piezas de su colección. Y la cita de este martes por la noche en Países Bajos no ha sido una excepción. Con permiso de la reina Máxima, su hija Amalia de Holanda ha brillado de la cena de Estado el presidente de Portugal en Ámsterdam, con un nuevo vestido de gala y la tiara de la boda de su madre.
Tampoco es que Máxima se lo haya puesto muy difícil a la heredera. Aunque impecable, como siempre en sus citas de gala, no ha habido sorpresas en su atuendo. La argentina ha elegido un diseño que ya ha llevado en más ocasiones de uno de sus modistos de confianza, Jan Taminiau. En rojo y negro, presenta unas franjas en zig zag en el centro ligeramente degradadas.
Y para hacer juego con el rojo del vestido, Máxima no ha dudado en tirar de joyero y rubíes. Muchos. La reina de Países Bajos ha querido lucir una de sus tiaras favoritas, creada con diamantes y estas piedras preciosas, en combinación con los pendientes y un collar tipo chóker de chatones con tres vueltas, también con un cierre de rubí.
Desde luego, la elección de joyas de madre e hija ha sido de lo más curiosa, con guiños familiares de una a otra. Porque si la tiara que ha llevado Amalia tiene un significado muy especial, la de Máxima no es menos.
Y es que en la biografía que se publicó sobre la heredera con motivo de su 18º cumpleaños, contaba cuánto le gustaba probarse las piezas más históricas de la familia, una afición que ilustraba con una foto suya de niña probándose, precisamente, la tiara de rubíes que ha lucido esta noche su madre.
Pero la propia princesa de Orange ha cerrado este círculo con su propia elección, porque no ha dudado en escoger del extenso joyero la misma tiara que una jovencísima Máxima Zorreguieta llevaba el día de su boda con el príncipe heredero Guillermo Alejandro con su vestido de Valentino.
Se trata de una diadema que en su origen perteneció a la reina Sofía, la primera esposa de Guillermo III, tatarabuelo del actual monarca. El primer diseño presentaba unas piezas con forma de margarita y enormes perlas en el centro que en 2002 se sustituyeron por unas estrellas de diamantes, propiedad de la segunda esposa de Guillermo III. Fue, precisamente, la forma en la que la lució Máxima para su enlace en aquel frío febrero.
Pero, aunque la tiara es muy especial para la familia, no podemos negar que Amalia de Holanda se ha convertido en la gran protagonista por su nuevo vestido de gala, un espectacular diseño con capa cuajado de pedrería del japonés afincado en Estados Unidos Tadashi Shoji, cuyas creaciones defienden la diversidad de cuerpos y siluetas.
En concreto, este modelo está confeccionado en tejido de red joya y presenta una base de corte sirena, además de un corpiño entallado, de efecto trenzado y sutil escote pico que es su seña de identidad. La parte de la falda es fluida y tiene el bajo acampanado, y cuenta con una capa posterior, de cuello redondo y corte al bies, que es uno de los elementos predilectos de la heredera holandesa para sus looks.
Dos tiaras nuevas, un vestido rescatado y otro de estreno que han cerrado así este martes de joyas reales, con una Amalia de Holanda deslumbrante, segura de sí misma y muy favorecida.
Llevamos una semana sin parar de hablar de joyas reales. Las diferentes visitas de Estado y los premios Nobel han hecho que reinas y princesas saquen las mejores piezas de su colección. Y la cita de este martes por la noche en Países Bajos no ha sido una excepción. Con permiso de la reina Máxima, su hija Amalia de Holanda ha brillado de la cena de Estado el presidente de Portugal en Ámsterdam, con un nuevo vestido de gala y la tiara de la boda de su madre.
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