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El efecto wow de Magdalena de Suecia esta semana: tiaras flexibles, ahumados y mucha pedrería
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VUELTA A LA AGENDA REAL POR NAVIDAD

El efecto wow de Magdalena de Suecia esta semana: tiaras flexibles, ahumados y mucha pedrería

La princesa ha regresado por la puerta grande a sus compromisos reales tras su mudanza con un estilo sofisticado con tintes modernos que no ha dejado indiferente a nadie

Foto: Magdalena de Suecia en al entrega de los Premios Nobel. (Gtres)
Magdalena de Suecia en al entrega de los Premios Nobel. (Gtres)

El esperado regreso de Magdalena de Suecia se ha culminado con la foto de familia en los actos relacionados con los Premios Nobel, a los que no acudía desde 2015. Su vuelta a la escena oficial ya en su país natal, ha estado marcada por el glamour y el simbolismo, convirtiéndose en el centro de todas las miradas esta semana. Tras años residiendo fuera del país, su reaparición en estos dos importantes eventos de la Casa Real ha reforzado su presencia en la monarquía, pero, sobre todo, ha demostrado que, en cuestiones de estilo, sigue siendo un referente indiscutible. La princesa ha sabido conjugar tradición, modernidad y un impecable sentido de la elegancia, generando el auténtico efecto wow que ha conquistado tanto a la prensa como al público.

La gala de los Premios Nobel, celebrada el 10 de diciembre en Estocolmo, marcó uno de los momentos más esperados del calendario real. La hija menor de Carlos Gustavo deslumbró con un vestido verde esmeralda de Fadi El Khoury, una creación que destacaba por su escote barco, dejando al descubierto sus hombros y clavículas, y una espectacular cola XXL de tul que aportaba un aire de dramatismo y lujo. El tejido, cuajado de pailletes y pedrería, brillaba como si estuviera engastado con miles de esmeraldas, evocando un simbolismo cargado de esperanza y renovación, en perfecta sintonía con su regreso a Suecia tras sus años de ausencia.

placeholder Magdalena de Suecia con un vestido de Fadi El Khoury. (Gtres)
Magdalena de Suecia con un vestido de Fadi El Khoury. (Gtres)

Para acompañar el deslumbrante vestido, recurrió a la tiara Connaught, una joya histórica que pertenece a la colección real. Este accesorio, creado por E. Wolff & Co. en 1904, fue el regalo de bodas de los duques de Connaught a su hija, Margarita, cuando se casó con el príncipe Gustavo Adolfo, abuelo del actual monarca. Es por esto que simboliza el amor con su diseño en forma de guirnalda de no me olvides y gotas de diamante. Esta elección aporta un toque de tradición y amplifica el efecto wow al subrayar su conexión con el legado familiar.

Pero este elemento esconde un secreto que la hace todavía más impresionante a la vista: se desmonta para crear un aderezo totalmente distinto. En el centro de cada arco cuelga un diamante en forma de lágrima, pues si se desmonta la tiara, puede llevarse como gargantilla y esas piedras se convierten en pendientes. Sin embargo, la princesa optó por unos de esmeraldas que reforzaban la paleta de tonos de su vestido y destacaban su porte regio. Completó el look con accesorios perfectamente coordinados, como un clutch de Linda Nurk adornado con pedrería y unos salones de Valentino decorados con cristales negros.

placeholder La princesa con una cola XXL. (Gtres)
La princesa con una cola XXL. (Gtres)

En cuanto al maquillaje, optó por un enfoque clásico y sofisticado, destacando su mirada con sombras en tonos ahumados y párpados luminosos, mientras que sus labios en un tono nude aportaban equilibrio al conjunto. Su piel, con un acabado impecable, mostraba un sutil rubor que aportaba frescura a su rostro. El peinado fue igual de elegante: un recogido bajo con un moño pulido y algunos mechones estratégicamente sueltos para enmarcar su rostro. Este estilo no solo permitió que la tiara fuera el centro de atención, sino que también resaltó la estructura ósea de la princesa, especialmente sus pómulos.

Una cena con aires de historia y modernidad

La noche siguiente, durante la cena organizada por el rey Carlos Gustavo en el Palacio Real, Magdalena volvió a deslumbrar con un cambio de registro estilístico. En esta ocasión, optó por un vestido gris marengo con franjas de encaje blanco y detalles de tul de Alberta Ferretti, una pieza que ya había lucido anteriormente en 2015 para el mismo evento. Este vestido, de corte sofisticado y sobrio, incluía un escote transparente que añadía un toque contemporáneo al diseño clásico.

placeholder Magdalena de Suecia y Christopher O'Neill. (CordonPress)
Magdalena de Suecia y Christopher O'Neill. (CordonPress)

El atuendo lograba el efecto wow gracias al contraste entre la textura delicada del encaje y la fluidez del tul, que juntos equilibraban una estética clásica con detalles de modernidad. El escote transparente, además de añadir un aire contemporáneo, resaltaba la silueta con sutileza, mientras que la disposición de las franjas de encaje evocaba una armonía visual que realzaba la elegancia de la pieza.

El protagonismo de la noche recayó en la tiara del Pavo Real, una joya con una historia fascinante que data de 1810. Esta pieza, realizada en oro, plata y acero pulido, había permanecido olvidada en un armario del Palacio Real hasta que la reina Silvia la restauró en 1979. Desde entonces, ha sido una de las más llamativas del repertorio real, y en esta ocasión complementó a la perfección el look. También llevó pendientes largos de diamantes y un clutch metalizado, consolidando un estilo atemporal con toques modernos.

placeholder El peinado con ondas de la cena de gala. (Cordon Press)
El peinado con ondas de la cena de gala. (Cordon Press)

El peinado, a diferencia de la noche anterior, fue un semirrecogido con ondas naturales que aportaban movimiento y un toque romántico. Este estilo, combinado con la espectacularidad de la tiara, lograba un balance entre modernidad y tradición, consiguiendo enmarcar su rostro con delicadeza y equilibrar la contundencia del accesorio real. En cuanto al maquillaje, apostó nuevamente por destacar sus ojos con sombras en tonos tierra y un delineado definido que realzaba su mirada, mientras que sus labios lucieron un gloss rosado que aportaba frescura y suavidad al look.

Tendencias y simbolismo en sus elecciones

Las elecciones estilísticas de Magdalena fueron impecables desde el punto de vista estético, pero también alineadas con las tendencias actuales de 2024. El uso del verde esmeralda en la gala de los Nobel refleja el auge de los tonos vibrantes y joya en la moda de alta costura, mientras que los tejidos con textura, como el tul y el encaje, se consolidan como favoritos para eventos formales. Además, las tiaras, lejos de ser un accesorio meramente tradicional, han cobrado nueva vida al ser reinterpretadas como piezas versátiles y modernas dentro del estilismo real.

placeholder El maquillaje de la princesa durante la entrega de los Nobel. (Gtres)
El maquillaje de la princesa durante la entrega de los Nobel. (Gtres)

El simbolismo también juega un papel crucial en el éxito de los looks de la madre de Leonore, Adrienne y Nicolás. El verde, como color de esperanza, armonía y renovación, fue una elección perfecta para marcar este nuevo capítulo de su vida. Por su parte, las joyas elegidas reflejan su conexión con la historia familiar y su habilidad para integrar elementos clásicos en un estilo contemporáneo y sofisticado.

Un esperado regreso a Suecia

La princesa volvió a su país natal este otoño después de cinco años residiendo en Estados Unidos, donde vivía con su marido, Chris O’Neill, y sus tres hijos. Esta mudanza marca un punto de inflexión tanto en su vida personal como en su papel dentro de la Casa Real. La decisión de mudarse de vuelta a Suecia también se vio influenciada por el deseo de que sus hijos crecieran en un entorno más cercano a sus raíces culturales y familiares.

La presencia de la hija menor de Carlos Gustavo no ha sido casual. Su participación en los Premios Nobel y en la cena de gala organizada por el rey refleja una intención clara de retomar su rol dentro de la familia real y, al mismo tiempo, celebrar su conexión con las raíces culturales y monárquicas del país. Estos eventos, llenos de simbolismo, han sido el escenario perfecto para que Magdalena desplegara toda su sofisticación, dejando claro que su regreso es mucho más que un cambio personal, también es un acto cargado de significado y presencia dentro de la monarquía sueca.

El esperado regreso de Magdalena de Suecia se ha culminado con la foto de familia en los actos relacionados con los Premios Nobel, a los que no acudía desde 2015. Su vuelta a la escena oficial ya en su país natal, ha estado marcada por el glamour y el simbolismo, convirtiéndose en el centro de todas las miradas esta semana. Tras años residiendo fuera del país, su reaparición en estos dos importantes eventos de la Casa Real ha reforzado su presencia en la monarquía, pero, sobre todo, ha demostrado que, en cuestiones de estilo, sigue siendo un referente indiscutible. La princesa ha sabido conjugar tradición, modernidad y un impecable sentido de la elegancia, generando el auténtico efecto wow que ha conquistado tanto a la prensa como al público.

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