La sorpresa que Henrik de Dinamarca dejó preparada para darle a su mujer, la reina Margarita, una semana después de morir
Se cumplen este 13 de febrero siete años del fallecimiento del marido de la entonces monarca danesa. Un hombre que demostró su singularidad incluso en su funeral
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Aunque pueda parecer algo macabro, es más que normal en el mundo royal que príncipes y monarcas preparen con antelación su último adiós. Así lo hizo la reina Isabel, así lo hizo su marido, el duque de Edimburgo, y así lo hizo Henrik de Dinamarca. De hecho, este último no solo preparó su funeral, sino que dejó preparada una sorpresa para darle a su mujer, la reina Margarita, una semana después de su muerte, de la que este jueves se cumplen siete años.
El príncipe, padre del actual rey Federico, contrajo una neumonía en enero de 2018, que se agravó por el tumor benigno que tenía en un pulmón. El 13 de febrero, después de varias semanas en el hospital y resginado a su final, pidió ser trasladado a Fredensborg, el que consideraba su refugio en Dinamarca, para vivir sus últimas horas. Ese mismo día a última hora, el conde de Monpezat fallecía, rodeado de su mujer y sus hijos.
Henrik siempre fue un hombre singular, al igual que su esposa, y no fueron pocas las polémicas que protagonizó, desde ese ferviente deseo de ser rey consorte -y no príncipe, título que le correspondía- a los rumores de infidelidad, pasando por muchos comentarios sobre su orientación sexual. Pero nada de eso importó a la reina Margarita, cuya gran debilidad era su marido. No tanto, eso sí, como para anteponerlo a ciertas cuestiones institucionales.
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Y esa singularidad también la demostró incluso ya muerto, precisamente por uno de los detalles que dejó dispuestos para su funeral, una semana después de su fallecimiento. No fue un gran cónclave de royals, como sí sucede en las despedidas de otros royals, sino algo íntimo, solo para la familia y amigos más cercanos del príncipe, lo que hizo que en el templo quedara un gran espacio libre, que Henrik utilizó en su favor para dar una sorpresa a su mujer.
En ese espacio, numerosas coronas de flores recibieron a la familia real, en lo que se describió como un 'mar de flores'. Un escenario y una expresión que tomaron sentido cuando el confesor real tomó la palabra durante el funeral y citó lo siguiente: "Vine de un país de flores a un jardín floreciente: lilas y varas de oro, saúco y escaramujos, flores en parques, campos y bosques, flores junto a las zanjas. Pero la muchacha era el adorno más hermoso del jardín".
Se trata de un poema de Christian Whinter que el príncipe Henrik tomó prestado para el discurso que pronunció en su boda con Margarita, en 1967, toda una declaración pública de su amor. Y no dudó en dejar dispuesto que esas mismas palabras sonaran también en su funeral.
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La propia Casa Real confirmó entonces que, efectivamente, tanto el discurso como la disposición de las flores fueron una de las últimas voluntades del marido de Margarita II: "El deseo del príncipe Henrik era sorprender a la Reina una última vez. Por ello, se dispusieron coronas y flores como si se tratara de un jardín floreciente", explicaron entonces en un comunicado desde palacio.
Esta sorpresa fue un ejemplo más de ese carácter extravagante que siempre definió al marido de la monarca danesa y que también compartía con ella. Precisamente y hablando de su propio fallecimiento, también Margarita II tiene parte de su último adiós preparado, ya que encargó hace dos décadas un sarcófago para que albergara sus restos.
El extravagante ataúd, de vidrio, granito y bronce como materiales principales, está lleno de guiños a la relación de la pareja, ya que la idea era que en él reposaran los restos de ambos. Eso sí, cuando la reina lo encargó, no contaba con que su marido se negara a ser enterrado en la catedral de Roskilde, donde descansan todos los reyes daneses, alegando que él no era rey consorte.
Prefirió ser incinerado y parte de sus cenizas reposan en Fredensborg. Otro detalle, junto con la sorpresa que dio a su mujer una semana después de su muerte, de su carácter tan singular.
Aunque pueda parecer algo macabro, es más que normal en el mundo royal que príncipes y monarcas preparen con antelación su último adiós. Así lo hizo la reina Isabel, así lo hizo su marido, el duque de Edimburgo, y así lo hizo Henrik de Dinamarca. De hecho, este último no solo preparó su funeral, sino que dejó preparada una sorpresa para darle a su mujer, la reina Margarita, una semana después de su muerte, de la que este jueves se cumplen siete años.