Meghan Markle no encuentra la receta del éxito: las feroces críticas a su nueva programa y el problema con el 'apellido' Sussex
Si el propósito de Meghan era que hablaran nuevamente de ella, lo ha conseguido. Con creces. Que hablen, aunque sea mal, pero lo importante es que hablen
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“La brecha entre la autopercepción que tiene de sí misma y cómo la ve el resto del mundo es cada vez mayor”. Esta es quizá la frase más lapidaria entre las miles de críticas sobre el nuevo proyecto de Meghan Markle. La actriz, duquesa, empresaria, defensora de los derechos humanos, aspirante a influyente mundial y, ante todo, esposa y madre —siempre lleva un libro infantil en el bolso cuando viaja, para leérselo a sus hijos por teléfono antes de dormir—presenta una nueva marca de estilo de vida para “entrelazar maravillosamente la reflexión con la búsqueda de alegría de lo cotidiano”.
Ahí no es nada. American Riviera Orchard, su firma de productos artesanales, ha muerto. Larga vida ahora para As Ever (si es que alguien logra encontrar las diferencias). Para lanzar el proyecto, se ha creado una miniserie de ocho capítulos, bajo el nombre de 'Con amor, Meghan'. Es un intento de convertirse en la gran gurú de la anfitronía perfecta, la que elabora su propia miel -usando su “voz de abeja” para generar “buenas vibraciones”; la que pone saquitos con hierbas aromáticas relajantes para dormir a sus invitados, la que cuando prepara fiestas infantiles piensa en las vistas, olores y música. Pero la verdad es que ha quedado reducido a una caricatura, una distorsión de un personaje que es difícil encuadrar.
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The Tig, el blog de estilo de vida que tuvo que cerrar cuando comenzó a salir con el príncipe Harry, triunfó porque era genuino. Ahora, sin embargo, todo se percibe como artificial en este enésimo intento de la pareja de Montecito —sin oficio ni beneficio— que quiere seguir con su estilo de vida de duques. Porque Meghan ya no es Markle, es Sussex, y se asegura de dejarlo claro en la serie.
Cuando en uno de los capítulos una de sus invitadas, la actriz Mindy Kaling -la misma que asegura que recibir la mermelada de Megha fue el momento “más glamuroso de su vida”- la llama por su apellido, la anfitriona la corrige. “Es muy gracioso que sigas diciendo Meghan Markle", le dice a su amiga. "Sabes que ahora soy Sussex.Cuando tienes hijos, quieres compartir su apellido con ellos. No sabía lo significativo que sería para mí, pero significa mucho, este es nuestro apellido, nuestro nombre de familia”.
Y por si no quedaba claro, el título de duquesa de Sussex también aparece en su nueva marca y en su nueva cuenta de Instagram. El mundo de las celebrities e influencers es voluble y está abarrotado. El mercado para creadoras de estilo de vida, ocupado ya por Gwyneth Paltrow o Rachel Zoe. Pero Meghan siempre apuesta por su arma secreta y no tiene reparos en usarla. Harry, el príncipe y su marido, es una constante. Es él quien graba el video de presentación de la serie para Instagram. El que aparece en el anuncio de promoción. El que está en el último episodio para mostrar el orgullo que siente por su mujer con este nuevo proyecto, que por cierto podría ser el último para Netflix.
Los Sussex firmaron en 2021 un contrato de cinco años con la plataforma de entretenimiento valorado en 100 millones de dólares, con la expectativa de que tendrían tantas ideas que se convertirían en productores de contenido de prestigio al estilo Obama. Pero esto no ha sucedido. “Con amor, Meghan” es el enésimo intento que se lanza bajo el estandarte Archewell y la enésima decepción, según la mayoría de los expertos en televisión.
La serie sobre polo del príncipe Harry pasó sin pena ni gloria, al igual que el documental 'Heart of Invictus' o el podcast 'Archetype'. En realidad, el único éxito que han tenido es con el reality show posterior al sonado Megxit de 2022, donde parecía que cada momento de su vida despierta estuviera dedicado a arremeter contra la familia real.
Y ese es el gran problema para los de Montecito. Es obvio que siguen despertando interés. Con sólo once publicaciones, la nueva cuenta de Instagram de la duquesa acumula más de 2,2 millones de seguidores y el documental de Netflix se colocó esta semana entre los más vistos en el Reino Unido (aunque ya no está en el top 10). Pero nadie quiere verla haciendo sándwich con forma de estrella.
En definitiva, Meghan tiene una gran plataforma a su disposición, pero no lo suficiente para poder llenarla. '"As ever"-escribe la duquesa- "significa 'como siempre ha sido' o algunos incluso dicen 'de la misma manera que siempre'". Es ridículo, como lo es el tono de saludo de Meghan: decir lo obvio como si compartieran la clave de la existencia humana es una actitud común entre los famosos hacia el resto del mundo.
Las críticas son feroces. “Es aburrido, insultante para cualquier vestigio de inteligencia que podamos poseer y una monumental pérdida de tiempo”, “es la falta de humor, ironía, autoconciencia y aprehensión de la realidad de este mundo profundamente desigual y apocalíptico lo que al final hace que sea tan desagradable”, “insufrible”, “carente del ingrediente clave”, “aburrido”.
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Si el propósito de Meghan era que hablaran nuevamente de ella, lo ha conseguido. Con creces. Que hablen, aunque sea mal, pero lo importante es que hablen. Ahora bien, si el objetivo era relanzar su carrera como empresaria para seguir manteniendo el ritmo de vida de duquesa no está teniendo tanto éxito. Queda aún mucha herencia. El dinero no es ahora el problema. Pero lo que la pareja siempre ha querido es influencia, poder, respeto y visibilidad. Y no lo encuentran.
Los Sussex son ahora una figura difusa. ¿Quién es ahora Meghan Sussex? ¿La mejor anfitriona? ¿Una farsante que hace alarde de su riqueza? ¿Una persona sincera que realmente se preocupa por la diversidad y el medio ambiente? ¿Un miembro de la realeza en el exilio que sufre un caso incurable de seriedad? O, como la apodó el 'New York Times': "¿Es la versión milenial de Martha Stewart en Montecito?" Meghan sigue sin encontrar su receta. Y hay que vender mucha mermelada para seguir viviendo como una duquesa.
“La brecha entre la autopercepción que tiene de sí misma y cómo la ve el resto del mundo es cada vez mayor”. Esta es quizá la frase más lapidaria entre las miles de críticas sobre el nuevo proyecto de Meghan Markle. La actriz, duquesa, empresaria, defensora de los derechos humanos, aspirante a influyente mundial y, ante todo, esposa y madre —siempre lleva un libro infantil en el bolso cuando viaja, para leérselo a sus hijos por teléfono antes de dormir—presenta una nueva marca de estilo de vida para “entrelazar maravillosamente la reflexión con la búsqueda de alegría de lo cotidiano”.