Charlène de Mónaco, Máxima de Holanda... la realeza en la misa de inicio de pontificado de León XIV: privilegio del blanco y saludos cercanos
Las monarquías católicas Europeas han asistido a la primera misa del nuevo papa en Roma, entre ellas don Felipe y doña Letizia
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El Vaticano no para de protagonizar momentos históricos, un hecho lógico teniendo en cuenta al cambio de papado. Este domingo, la jornada ha girado en torno a la celebración de la misa de inicio de pontificado del papa León XIV, y como era de esperar, la realeza europea ha estado presente en un acto que ha congregado a cerca de 250.000 fieles y más de 200 delegaciones internacionales.
Desde primera hora de la mañana, la plaza de San Pedro se ha llenado de rostros conocidos, entre ellos varios miembros de casas reales que no han querido faltar al acontecimiento. Una de las figuras más destacadas ha sido Charlène de Mónaco. Junto al príncipe Alberto, ha proyectado sobriedad y solemnidad, a la altura de un evento de esta magnitud.
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La madre de Jacques y Gabriella ha sorprendido con un elegante vestido midi blanco impoluto con bordados discretos. Lo ha acompañado de zapatos de tacón fino y velo blanco, haciendo uso del llamado “privilegio de blanco”. Una excepción al protocolo vaticano que permite a ciertas reinas católicas vestir de blanco ante el papa por su vinculación con la Iglesia, en lugar del negro tradicional.
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Esta concesión es solo una opción, pueden escoger un look oscuro, aunque en esta ocasión las asistentes que lo poseen, han querido usarlo. Matilde de Bélgica, por ejemplo, también ha aprovechado este derecho. La mujer del rey Felipe ha optado por una cuidada estética papal: traje blanco con falda plisada, bolso a juego y un espectacular velo de encaje, muy tradicional.
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De forma similar, la gran duquesa María Teresa de Luxemburgo ha lucido un vestido blanco de guipur con cinturón y escote en pico, combinando tradición y modernidad en una de sus apariciones más comentadas.
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En contraste con este trío de blanco, la princesa Victoria de Suecia se ha ceñido al estricto código de vestimenta vaticano en color negro, con un sobrio vestido midi, zapatos de salón y mantilla de encaje. Su presencia ha sido especialmente significativa, ya que se convierte en la única representante de una monarquía nórdica, toda una excepción teniendo en cuenta que ni Dinamarca ni Noruega han enviado representantes.
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También han acudido a la ceremonia los príncipes herederos Alois y Sophie de Liechtenstein. La royal ha seguido el protocolo con un vestido midi, con cut-out en el pecho adornado con pequeños lazos y mantilla negra; mientras que su marido ha vestido de rigurosa etiqueta, como el resto de los varones. La pareja ha representado con elegancia a su pequeña, pero tradicional casa reinante.
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No han faltado tampoco los reyes de España, don Felipe y doña Letizia. La madre de Leonor ha lucido un modelo de Redondo Brand, que ha estrenado para este acto. Se les ha visto saludar al resto de sus homólogos europeos, a los que vieron hace apenas unas semanas en el entierro del papa Francisco.
Por último, también ha acudido Máxima de Holanda. De riguroso negro, la argentina ha optado por un conjunto de falda con abertura lateral y blusa oversize, alejándose de los estilismos del resto de las royals.
Así, la misa ha reunido a buena parte de las monarquías católicas de Europa en una ceremonia que, aunque menos multitudinaria que la del funeral de su predecesor, ha vuelto a convertir Roma en el epicentro de la diplomacia y la fe. Entre privilegios de blanco, mantillas y una cuidada solemnidad, la realeza ha sabido estar a la altura de una jornada que ya es parte de la historia reciente del Vaticano.
El Vaticano no para de protagonizar momentos históricos, un hecho lógico teniendo en cuenta al cambio de papado. Este domingo, la jornada ha girado en torno a la celebración de la misa de inicio de pontificado del papa León XIV, y como era de esperar, la realeza europea ha estado presente en un acto que ha congregado a cerca de 250.000 fieles y más de 200 delegaciones internacionales.