La reina Letizia y el misterio de la tiara de perlas y diamantes que le regalaron con motivo de su boda y aún no ha lucido

Este 22 de mayo se cumplen 21 años de la boda de don Felipe y doña Letizia, una ceremonia que marcó un antes y un después en la historia de la monarquía española. Desde entonces, la Reina ha ido forjando su propia imagen institucional, en parte a través de la cuidada selección de joyas que ha lucido en sus apariciones más importantes. Sin embargo, hay una pieza muy especial que nunca ha visto la luz pública: una tiara que la joyería Carrera y Carrera le regaló en 2004, antes de su enlace con el entonces Príncipe de Asturias.

Se trata de una pieza de oro amarillo, de estilo bandeau, con un delicado trabajo en forma de flores, una línea superior de diamantes y rematada con cinco perlas. Una pieza muy original que la prestigiosa firma eligió para ella como obsequio nupcial. Aunque parecía destinada a convertirse en una de las tiaras de cabecera de la futura Reina, lo cierto es que doña Letizia nunca la ha llevado en público, a pesar de haber tenido múltiples ocasiones para hacerlo.

El dato fue confirmado en su momento por los propios responsables de Carrera y Carrera, quienes revelaron que habían querido homenajear a Letizia con esta joya por su boda. Curiosamente, Miriam Ungría, viuda del príncipe Kardam de Bulgaria y parte del equipo creativo de la firma, lució la misma pieza pero sin perlas en el concierto previo a la boda de los entonces príncipes de Dinamarca, Federico y Mary, una semana antes del enlace de don Felipe y doña Letizia.

La Reina, conocida por su estilo moderno y por priorizar diseños más sobrios y contemporáneos, podría haber considerado que esta tiara no encajaba con su estética. O quizás haya otra razón detrás de su ausencia, una decisión consciente de no exhibir determinados regalos personales que escapan del protocolo o del uso de las llamadas “joyas de pasar”. También es posible que esté reservando esta pieza tan especial para sus hijas, la princesa Leonor o la infanta Sofía, como un gesto íntimo y simbólico de continuidad generacional.

La tiara de Carrera y Carrera no es el único regalo de boda en forma de joya que permanece sin tocar en el joyero de la Reina. El diseñador Maxim Voznesensky le regaló un colgante con forma de huevo de Pascua inspirado en los célebres diseños de Fabergé, una pieza que tampoco ha lucido públicamente. A nivel institucional, la Diputación de Cáceres le entregó una gargantilla y unos pendientes de orfebrería tradicional, el Ayuntamiento de Palma de Mallorca unos pendientes con la cruz de Calatrava y el de Salamanca un collar de filigrana charra.

En la actualidad, más de dos décadas después de aquel enlace histórico, estas piezas siguen envueltas en un halo de discreción, ocultas tras el telón de la vida pública. Pero si hay una joya que destaca por su ausencia, es sin duda esa tiara olvidada, símbolo de un tiempo en el que todo estaba por comenzar y que, quizá, ya espera una nueva cabeza real sobre la que brillar.