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El apacible momento personal de la reina Sofía: calma, encuentros familiares y ejercicio diario
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FAMILIA REAL ESPAÑOLA

El apacible momento personal de la reina Sofía: calma, encuentros familiares y ejercicio diario

A sus 87 años, doña Sofía afronta con serenidad una etapa vital marcada por la calma, el compromiso social y el calor familiar. Atrás quedaron los momentos más duros

Foto: La reina Sofía, en una imagen de archivo. (Gtres)
La reina Sofía, en una imagen de archivo. (Gtres)

Hubo un tiempo en que doña Sofía estaba triste y acongojada, aunque en sus apariciones públicas no lo pareciera. Uno de los momentos más duros de su vida fue la muerte de su madre, la reina Federica, un episodio que tuvo que afrontar completamente sola. La familia se encontraba en Baqueira cuando recibió la noticia, y don Juan Carlos no la acompañó. Doña Sofía regresó sola al palacio de la Zarzuela con sus escoltas y allí se encontró con una situación inesperada: su madre no le había comunicado que iba a someterse a una operación de cirugía estética. Fueron días muy duros, marcados por una profunda soledad. En aquel momento, su hermana, la princesa Irene, aún no vivía de forma permanente en el palacio.

Otra situación especialmente dolorosa para la Reina emérita fue el gesto de desdén que protagonizó la reina Letizia en la catedral de Palma. Ambos episodios tuvieron una carga emocional importante y la afectaron profundamente. Pero el tiempo, como tantas veces, fue su mejor aliado para procesar esas tristezas y seguir adelante con su vida, tanto en el plano institucional como en el personal.

Y es en este último donde no hay lugar para la melancolía, pese a quienes insisten en retratarla como una mujer anciana, abatida y sola. Ni lo uno ni lo otro. Los temas de infidelidad de don Juan Carlos hace tiempo que los superó, y los escándalos que han rodeado al Rey emérito desde su marcha a Abu Dabi tampoco logran alterarla. Los documentales, las series y los programas sobre la vida privada del antiguo jefe del Estado ya no la sorprenden. Conoce bien la historia y sabe exactamente qué puede esperar incluso de las memorias que está escribiendo Laurence Debray. Nada la sobresalta. “¡Qué me van a contar que no sepa!”, comenta con serenidad.

Tampoco le preocupan los recuerdos que publicará Plaza & Janés bajo la firma de Bárbara Rey, a la venta el 12 de junio. La propia Bárbara lo dejó claro: “No es verdad que hable de la Reina, no es verdad que la critique, no es verdad que quiera arreglar cuentas con ella. No aparece”. Si alguien debería estar inquieto por el contenido de ese libro, sería el Rey emérito, no su esposa. Las encuestas, además, siguen situando a doña Sofía como una de las figuras más valoradas de la Familia Real.

Quienes la conocen bien aseguran que atraviesa una etapa vital serena y estable, y que su relación con don Juan Carlos no es tensa. Siguen en contacto a través de Skype o por llamadas de WhatsApp, sobre todo desde que su nieto Froilán reside en Abu Dabi. La propia infanta Elena lo confirmó: “Cuando están juntos, nos llamamos. Felipe y el Rey se apoyan mutuamente”. Y en esas conversaciones, a veces, también está doña Sofía, que hace tiempo decidió pasar página.

El pasado 2 de noviembre cumplió 87 años. A pesar de algunos achaques propios de la edad, se mantiene activa. Realiza a diario una tabla de ejercicios y pasea por los alrededores del palacio. Mientras su hermana, Irene, conservó la movilidad, solían caminar juntas. Continúa cumpliendo con su agenda institucional, que incluye actividades muy diversas: desde asistir al concierto anual de Proyecto Hombre hasta participar como voluntaria en campañas de recogida de residuos.

En los últimos meses ha estado en el Arenal de La Manga (Murcia), en Málaga y en la ribera del Manzanares. A todo ello se suma su colaboración con el Banco de Alimentos, que la lleva a recorrer diferentes puntos de España donde tiene presencia esta organización. Tras cada visita, doña Sofía suele compartir almuerzo con los responsables de la entidad. Disfruta de estas comidas en restaurantes sencillos, alejados de las estrellas Michelin, donde suele alargar las sobremesas. “Es muy agradable estar con ella. Le gusta que le contemos cómo es nuestro día a día. Y se quedó muy impresionada por la cantidad de gente joven que es voluntaria”, comenta un colaborador del Banco de Alimentos de Jaén. Aquel día, comieron juntos en el restaurante Mangasverdes.

También en el plano familiar atraviesa un momento tranquilo. Dos de sus nietos, Miguel e Irene, pasan tiempo con ella en Zarzuela, al igual que la infanta Cristina cada vez que viaja a Madrid, algo que ocurre con frecuencia pese a que su residencia sigue estando en Ginebra. A los almuerzos con los nietos Urdangarin suele sumarse Victoria Federica, y la infanta Elena acude siempre que puede a las instalaciones hípicas del palacio, donde tiene sus caballos.

El rey Felipe también se reúne con su madre cada vez que su agenda institucional lo permite. Con la Princesa de Asturias y la infanta Sofía fuera de casa, esas citas familiares a mediodía o al atardecer se han hecho más habituales. Estas reuniones con hijos y nietos son para doña Sofía un reflejo de los veranos felices en Marivent. Ahora, también los disfruta en Madrid.

Hubo un tiempo en que doña Sofía estaba triste y acongojada, aunque en sus apariciones públicas no lo pareciera. Uno de los momentos más duros de su vida fue la muerte de su madre, la reina Federica, un episodio que tuvo que afrontar completamente sola. La familia se encontraba en Baqueira cuando recibió la noticia, y don Juan Carlos no la acompañó. Doña Sofía regresó sola al palacio de la Zarzuela con sus escoltas y allí se encontró con una situación inesperada: su madre no le había comunicado que iba a someterse a una operación de cirugía estética. Fueron días muy duros, marcados por una profunda soledad. En aquel momento, su hermana, la princesa Irene, aún no vivía de forma permanente en el palacio.

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