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De las visitas secretas a librerías a sus recomendaciones literarias: lo que no se ha visto de doña Letizia en la Feria del Libro
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FERIA DEL LIBRO 2025

De las visitas secretas a librerías a sus recomendaciones literarias: lo que no se ha visto de doña Letizia en la Feria del Libro

La reina se ha paseado por El Retiro, donde ha confesado algunos secretos y ha podido hablar de cerca con libreros y editores sobre una de sus pasiones: la lectura

Foto: Doña Letizia, durante su visita a la Feria del Libro de Madrid 2025. (Gtres)
Doña Letizia, durante su visita a la Feria del Libro de Madrid 2025. (Gtres)

“¿Tienen una bolsa de papel para los libros?”. Esta es la pregunta que más se ha repetido en las casetas de la Feria del Libro de Madrid durante la visita de la reina este viernes. Y no porque la hiciera doña Letizia, sino los miembros de su equipo de protocolo. Detrás de ella, como si fueran parte de una coreografía ensayada, iban recogiendo cada ejemplar que Su Majestad seleccionaba y pidiendo algo para guardarlos: una totebag, una bolsa de papel, lo que tuvieran los libreros a mano.

Este es el detalle que Vanitatis ha podido conocer observando, igual que el año pasado, cuando respondimos a la pregunta de si paga por los ejemplares. Una vez llenas, esas bolsas pasan discretamente a manos de los miembros seguridad de la Feria, en este caso dos jóvenes que se encargaban de custodiar los libros en algún punto intermedio hasta que doña Letizia terminara su recorrido y se los pudieran hacer llegar. Porque, aunque su trayecto ha durado más de una hora, no va cargada. Eso sí, se los lleva. Y no pocos.

No es que Letizia compre compulsivamente, es que es una lectora voraz y curiosa, en palabras de los propios editores. Cada año, su visita a la Feria genera expectación mediática, pero lo que no se ve es casi más interesante: las conversaciones que mantiene con libreros, los títulos que escoge, las recomendaciones que deja sin pretenderlo. Porque, además de reina, es algo así como una prescriptora literaria. “¿Qué se ha llevado?”, decía una mujer al acercarse a una caseta. “Para después comprarlo yo”.

La madre de la princesa Leonor ha llegado puntual, a las 11.00 horas, y ha cumplido con los saludos protocolarios que la esperaban a la entrada. De fondo, un colegio gritaba: “¡Viva la reina!”. Ha causado furor entre los niños, que no han parado de gritar durante su trayecto. Y con ellos, el segundo grupo que ama a Su Majestad por encima de todo: las jubiladas.

Entre tanto escolar, una señora se ha hecho paso para un selfie y otra aprovechaba el bullicio para darle las gracias. Las escenas, entre surrealistas y tiernas, contrastaban con el foco absoluto de doña Letizia en los libros. En esta edición, marcada por el hilo conductor de Iberoamérica, la reina se ha detenido, más que nunca, en casetas pequeñas, editoriales independientes, proyectos que apuestan por la literatura como acto de resistencia.

En la caseta 141, la de Páginas de Espuma, el editor Juan Casamayor la ha recibido con orgullo. “Le ha interesado nuestra nueva adaptación de los cuentos de Edgar Allan Poe, porque le gusta que en una misma editorial convivan autores clásicos con voces contemporáneas. Se ha llevado 'Alcaravea', de Irene Reyes-Noguerol, y eso habla de que es muy curiosa, que quiere saber qué se está escribiendo ahora”, explica a Vanitaits. Casamayor, que celebra este año el 25º aniversario de su editorial especializada en cuentos, lo ha resumido así: “Letizia es una lectora curiosa”.

placeholder Doña Letizia ojea uno de los libros. (Limited Pictures)
Doña Letizia ojea uno de los libros. (Limited Pictures)

La directora de la Feria, Eva Orúe, lo ha corroborado. “Demuestra un conocimiento amplio del sector editorial. En una de las paradas me ha mostrado un libro y ha hecho un comentario técnico sobre la encuadernación que me ha descolocado", ha desvelado.

Pero sin duda ha dejado una frase para el recuerdo: "La reina es irrefrenable". Lo comentaba a raíz de una pregunta sobre cómo se decide las librerías que va a visitar, que suele estar motivado por algún aniversario. "Entre Casa Real y nosotros lo negociamos. Luego ella se para donde le da la gana, y hace bien, y la gente la para donde quiere", ha bromeado.

Pero si algo ha definido esta visita ha sido la naturalidad. No ha dudado en acercarse a los niños del pabellón infantil, donde los pequeños estampaban sellos e ilustraban escenas. “¿Cómo te llamas?”, les preguntaba, para luego responder: “Yo me llamo Letizia”. También lo ha hecho con las excursiones que se ha encontrado en su paseo.

“Me ha preguntado si era del equipo de los libros o del de los móviles. Le he dicho que de los libros. Es muy guapa”, ha contado una niña, que hoy cumplía 11 años y había llevado 20 euros para comprarse un ejemplar. “Yo también soy más del papel”, ha contestado la reina.

placeholder La reina habla con una de las libreras. (Gtres)
La reina habla con una de las libreras. (Gtres)

En Demipage, la editora Claudia Villanueva destaca la sensibilidad de la mujer de Felipe VI hacia el trabajo editorial durante todo el año. “Nos ha dicho que este momento es muy bonito, pero que es consciente del esfuerzo diario, del trabajo constante que hay detrás”. Allí se ha llevado varios títulos, entre ellos '¿Y si pongo otra palabra?', de Antonio Vega; 'Cartas a una joven poeta', una antología; y una edición especial de 'Poeta en Nueva York', de Federico García Lorca.

Uno de los momentos más curiosos ha ocurrido en la caseta de la Librería Olavide, ese “bar de libros” como lo definen sus dueños, Raquel Garzón y Daniel Ulanovsky Sack. Allí, en mitad de una conversación que parecía de lo más normal, doña Letizia les ha confesado algo que los ha dejado boquiabiertos: visita su librería de incógnito.

“No va a avisar cuando vaya, para poder seguir haciéndolo”, cuenta Raquel a Vanitatis entre risas mientras divaga sobre si ha acudido con nariz postiza y peluca. “Es cierto que dijo algunas cosas que hacían pensar que conoce el espacio", añade. "A lo mejor vino con unas amigas y no nos dimos cuenta”, teoriza Daniel. Mientras, una de sus empleadas reconoce: “Aquí hemos visto actores y cantantes, pero no me parece raro no haberla reconocido. Tú estás a lo tuyo, sirviendo cafés, abriendo cajas...”.

placeholder La reina conversa con una de las editoras de la feria. (Limited Pictures)
La reina conversa con una de las editoras de la feria. (Limited Pictures)

Entre los títulos que Letizia ha recogido (y que han terminado, como decíamos, en esas discretas bolsas de papel) está también 'Hasta que empieza a brillar', de Andrés Neuman, una biografía novelada de María Moliner, lexicógrafa y autora del diccionario que muchos consideraban más práctico y humano que el de la RAE. Una elección significativa. También 'El pan perdido', de Edit Bruck, o 'Tal vez viajar', de Ricardo Martínez Llorca. En la caseta de Ediciones Morata, que celebra este año su centenario, le han regalado una cajita con un marcapáginas conmemorativo. En él se puede leer: “Seguiremos construyendo historias”.

Durante su trayecto, la royal ha dejado caer comentarios bien hilados. “Es una feria potente” o “Todos los libros son interesantes”, han sido algunos de ellos. Y es por eso que hay que destacar su parada en la zona conocida como las editoriales Indómitas. Pequeñas empresas que transforman objetos cotidianos como latas o hueveras en libros. De allí se ha llevado un volumen encuadernado en cartón.

Puede que ese sea su verdadero manifiesto. El de una reina que habla con niños como si fueran sus iguales, que se detiene con emoción ante editoras pequeñas y que se lleva a casa no solo una decena de libros, sino el respeto y la complicidad del gremio literario. Que deja pistas de su paso, pero también silencios. Como esas visitas secretas a librerías madrileñas, como si fuera una lectora más. Con o sin nariz postiza.

“¿Tienen una bolsa de papel para los libros?”. Esta es la pregunta que más se ha repetido en las casetas de la Feria del Libro de Madrid durante la visita de la reina este viernes. Y no porque la hiciera doña Letizia, sino los miembros de su equipo de protocolo. Detrás de ella, como si fueran parte de una coreografía ensayada, iban recogiendo cada ejemplar que Su Majestad seleccionaba y pidiendo algo para guardarlos: una totebag, una bolsa de papel, lo que tuvieran los libreros a mano.

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