La tiara de perlas desaparecida durante un siglo que Máxima de Holanda lució discretamente en el Vaticano

Todos sabemos que Máxima de Holanda es la royal que más partido le saca al joyero real. También es cierto que los Orange cuentan con numerosas piezas que le sirven a la reina para jugar y combinar como ella quiere. Sin embargo, Máxima se ha atrevido a lucir alhajas que ni su suegra, la ahora princesa Beatriz, había llevado, como la tiara Stuart o, más recientemente, una pequeña tiara que perteneció a la reina Guillermina y que permanecía escondida desde hace más de un siglo.

Aunque ya han pasado algunas semanas del inicio de la misa de Pontificado de León XIV, ha sido ahora cuando el blog dedicado a la reina de los Países Bajos,'Mode Koningin Máxima', ha descubierto que la argentina lució una importante joya en aquel acto. Vestida de negro, como le tocaba por protocolo, optó por una falda larga, una blusa, una mantilla y pendientes de perlas, además de una pieza muy especial.

Se trata de una antigua tiara muy pequeña, de ahí que en ocasiones reciba el nombre de peineta, que perteneció a la bisabuela de su marido, Guillermina. La reina solía lucirla como tiara, sobre la cabeza, en cambio, Máxima optó por utilizarla como prendedor, sujetando la mantilla negra justo encima de su moño.

La pieza original llevaba cinco perlas grandes en forma de pera y seis pequeñas y redondas. Las perlas grandes proceden de la herencia de Amalia van Solms, por lo que nos encontramos ante unas piezas del siglo XVIII. Con el paso de los años, y al no utilizar nadie la tiara de Guillermina, se decidió que esas perlas cambiaran de lugar y son las que actualmente decoran la tiara de la reina Ana, una de las joyas más imponentes de los Orange.

Por lo que Máxima llevó la tiara -o peineta- en el Vaticano sin esas perlas, de ahí que en un principio resultara difícil para los expertos identificar la joya. Pero está confirmado que se trata de la misma. Todo un detalle el de la actual reina devolver a la escena pública piezas ya olvidadas.

No es la primera vez, como hemos avanzado, que Máxima sorprende rescatando del olvido piezas históricas del joyero real. Su fascinación por la historia de la monarquía neerlandesa y su habilidad para reinterpretar símbolos tradicionales le han permitido conectar el pasado con el presente de una forma única. En esta ocasión, al llevar la tiara de Guillermina como prendedor, no solo rindió homenaje a una reina clave en la historia de los Países Bajos, sino que también demostró su versatilidad, dotando de nueva vida a una pieza centenaria.

Este gesto confirma, una vez más, que la reina consorte de los Países Bajos no es solo una amante de las joyas, sino también una verdadera conocedora del significado que cada una de ellas representa.