Los 20 años de Irene Urdangarin, la "dulce" nieta de los eméritos poco amiga de llamar la atención: anonimato versus familia y novio

"Su Alteza Real la Infanta Doña Cristina y el Excelentísimo Señor Don Iñaki Urdangarin, Duques de Palma de Mallorca, anuncian con gran satisfacción el nacimiento de una niña, cuarta de sus hijos, hoy en Barcelona". Así rezaba el anuncio oficial de la Casa Real hace hoy 20 años, cuando nació Irene Urdangarin. Una fecha que nos sirve de excusa para acercarnos un poco a la figura de esta nieta de los Reyes eméritos. Los que la conocen dicen de ella que es una persona muy "dulce" y "poco amiga de llamar la atención. Aunque no podemos negar que tiene difícil conseguir ese anonimato, teniendo en cuenta cuál es su familia y quién es su novio.

De aquel matrimonio idílico que formaron sus padres no queda nada. La relación de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin se tambaleó cuando salieron aquellas imágenes del padre de Irene con la que es su actual pareja, Ainhoa Armentia, tras lo que se anunció la "interrupción de la relación matrimonial", llegando el divorcio tiempo después. Unos años que no han sido fáciles y en los que los cuatro hermanos Urdangarin de Borbón han intentando mantener un perfil bajo. A pesar de todo.

Es Pablo el que tiene más proyección mediática, dado que juega en Primera División de la Liga Asobal y se le puede ver jugando cada fin de semana, con la presencia en las gradas de su novia, Johanna Zott, o de su padres, siempre por separado. También, de cuando en cuando, es su hermana pequeña la que lo anima desde los asientos, durante esas escapadas a Barcelona que son cada vez menos.

Porque ahora Irene Urdangarin reparte su tiempo entre Oxford, donde estudia, y Madrid, donde tiene su vida sentimental. Sus viajes a la capital española son mucho más frecuentes de lo que pensábamos, tal y como nos cuentan a Vanitatis. Y mucho más aún de los que tenemos constancia gracias a fotografías con su pareja, habitualmente reportajes robados.

Porque si algo no le gusta a la hija pequeña de la infanta Cristina es aparecer en los titulares. Su disgusto fue mayúsculo cuando se conoció su noviazgo con el cuñado del alcalde Almeida y se ha guardado mucho de no aparecer en actos públicos con él. El último, las procesiones de Semana Santa en Málaga, hasta donde viajó con su chico, Juan Urquijo, y sus cuñados, Teresa Urquijo y el propio edil madrileño.

Irene Urdangarin, un perfil discreto con pocas apariciones públicas

Sí se ha dejado ver y no ha tenido más remedio que posar ante los fotógrafos en reuniones familiares, como lo fue la boda de la princesa Teodora, el pasado septiembre. Muy a su pesar, Irene acaparó todos los focos en aquella cita por su look, un vestido que había tomado prestado del armario vintage de su madre. También el 60º cumpleaños de la infanta Elena o su propia graduación sirvieron para tener más imágenes de ella, por lo general escasa.

Así que es difícil conocer más la figura de Irene Urdangarin. Ha llevado el objetivo de mantener un perfil discreto y cierto anonimato hasta el extremo, consiguiéndolo especialmente cuando se encuentra en Oxford, la ciudad inglesa donde estudia Hospitality, una especie de márketing centrado en la organización de eventos. Allí es una persona completamente desconocida que puede disfrutar de su privacidad.

Diferente es cuando viene a nuestro país, donde sus fotos con Juan Urquijo siguen siendo bastante cotizadas. Se espera con ganas el nacimiento del primer hijo de Almeida y Teresa Urquijo y más aún el bautizo del pequeño, que tendrá como padrino a su tío materno. Una ocasión estupenda para presentarse ante el mundo como pareja.

Y, tal como nos cuentan, viaja a Madrid cada vez que el ritmo académico se lo permite, uniéndose a los planes de Victoria Federica, su prima, con la que tiene una relación que va más allá de lo familiar. Son amigas, su comunicación es constante y son compañeras de noches de ocio y salidas por la capital, a las que muchas veces se une también el propio Juan Urquijo.

Los que la conocen dicen de Irene Urdangarin que es una persona "muy dulce y absolutamente discreta", a la que no le gusta nada llamar la atención. Involuntariamente lo hace, aunque intenta que sus movimientos sean lo más silenciosos posible. No es tarea fácil, teniendo en cuenta que es nieta y sobrina de reyes y que el divorcio de sus padres ocupó y sigue ocupando portadas y titulares.

Un equilibrio complicado, desde luego, el de conseguir el anonimato perteneciendo a la familia del Rey, con la atención mediática que esa circunstancia conlleva y de la que puede olvidarse en Oxford, donde goza de una discreción que no siempre puede tener cuando está en Madrid.