El lenguaje corporal de Alberto y Charlène de Mónaco en la Gala de la Cruz Roja, a examen: de la frialdad a los gestos de cariño
Desde hace más de una década, esta cita se ha convertido en el mejor termómetro emocional para medir el estado de la relación entre el matrimonio
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Este sábado llega uno de los días más esperados por los monegascos, pues tiene lugar uno de sus eventos más emblemáticos: la Gala de la Cruz Roja. Un desfile de alta sociedad, lujo y elegancia. Pero no solo eso. Desde hace más de una década, esta cita se ha convertido en el mejor termómetro emocional para medir el estado de la relación entre el príncipe Alberto y la princesa Charlène. Más aún después del sinfín de rumores que aseguraban que estaban al borde del divorcio. Así, debido a sus contadas declaraciones, su lenguaje corporal se ha convertido en el hilo invisible que ha alimentado habladurías y titulares.
La primera vez que acudieron como marido y mujer fue en 2011, unas semanas después de darse el ‘sí, quiero’ en el Palacio de Grimaldi. Cabe señalar que incluso antes de unir sus caminos legalmente, ya había rumores que apuntaban a que su relación no atravesaba su mejor momento. Por ello, esta primera aparición como casados fue escrutada con lupa. También lo fueron las de los años siguientes. En esto tiene mucho que ver que la Gala de la Cruz Roja dista de otros escenarios oficiales, más rígidos o institucionales, y, por tanto, permite observarlos en un contexto más espontáneo.
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Como decíamos, las primeras galas tras su boda mostraron a un matrimonio elegante, pero marcado por la tensión y la distancia. La princesa Charlène, que acababa de estrenarse en su papel de princesa, lució dos vestidos sobrios de inspiración minimalista. Ambos eran de Akris, la firma suiza de la que, por aquel entonces, era imagen. Durante las horas que duró el evento, sus sonrisas eran leves y sus gestos contenidos. Por otra parte, el hijo de Grace Kelly sí conversaba con el resto de los invitados con soltura, pero mantenía cierta distancia física con su esposa que no pasó inadvertida para sus millones de seguidores y para la prensa, tanto la nacional como la internacional.
Tras esos primeros años, en 2014, Charlène de Mónaco apareció, embarazada de los mellizos Jacques y Gabriella, con un vestido largo de Christian Dior, confeccionado a medida, que marcó un punto de inflexión en su imagen pública. En aquella edición, la exnadadora se mostró más relajada, y eso permitió que protagonizara gestos de cariño con el príncipe Alberto, como una caricia en el brazo o un cruce de miradas durante el brindis. Una tónica que se repitió en los años siguientes, en los que las muestras de afecto, aunque discretas, comenzaron a asomar. Eso sí, no eran un matrimonio caracterizado por la efusividad. Varios expertos aseguraron que la maternidad les dio un nuevo centro común.
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No obstante, a partir de 2019, los rumores sobre una posible crisis matrimonial volvieron a aflorar. En aquella edición, Charlène de Mónaco brilló con un vestido verde intenso con capa de Marchesa Notte que acaparó titulares por su elegancia y caída fluida. Eso sí, su lenguaje corporal fue más contenido y algunos medios interpretaron cierta distancia emocional en su actitud. Se llegó a señalar que, en algunas instantáneas, aparecía con la mirada desviada mientras el príncipe Alberto conversaba con otros invitados. Por otro lado, los acérrimos del matrimonio negaron la mayor, destacando que, en el momento del baile, hubo complicidad y gestos de cercanía entre ambos.
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La situación se agravó en 2021, cuando la princesa se alejó de Mónaco durante varios meses debido a una infección otorrinolaringológica contraída en Sudáfrica. Posteriormente, pasó un tiempo en un centro especializado en Suiza para completar su recuperación. El hecho de que no acudiera a la Gala de la Cruz Roja de ese año, unido a las comunicaciones del Palacio -escuetas y poco detalladas-, dio pie a que resurgieran los rumores sobre una posible crisis conyugal. Incluso hubo quienes aseguraron que la pareja estaba a punto de firmar los papeles del divorcio. Desde entonces, y solo en contadas ocasiones, ambos han negado públicamente que atraviesen un mal momento.
En 2022, Charlène de Mónaco sorprendió con un vestido largo de Prada en un tono azul hielo satinado, con bordados florales y una silueta sin mangas. En las fotografías que se recogieron, se pudo ver a la princesa cogida del brazo de su esposo y brindando junto a él. Algunos expertos en lenguaje corporal apuntaron que, tras meses de rumores por el delicado estado de salud de la princesa, analizaron los gestos que realizó durante la velada. De ahí que se mostrasen con cierta cercanía, aunque, eso sí, sin claras señas de espontaneidad. Una actitud similar a la de los años posteriores.
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Este año, a diferencia de los anteriores, el contexto es más sereno puesto que en los últimos meses se les ha visto, en más de una ocasión, derrochando complicidad. Prueba de ello son las instantáneas que se publicaron del matrimonio durante una de las etapas del Tour de Francia en Mónaco. Pero no solo eso. Hace unas semanas, aparecieron, sonrientes y relajados, en el Festival de Televisión de Montecarlo. Así, ahora, no hay rumores sólidos sobre una posible crisis sentimental. Tampoco señales ni gestos públicos de tensión.
Este sábado llega uno de los días más esperados por los monegascos, pues tiene lugar uno de sus eventos más emblemáticos: la Gala de la Cruz Roja. Un desfile de alta sociedad, lujo y elegancia. Pero no solo eso. Desde hace más de una década, esta cita se ha convertido en el mejor termómetro emocional para medir el estado de la relación entre el príncipe Alberto y la princesa Charlène. Más aún después del sinfín de rumores que aseguraban que estaban al borde del divorcio. Así, debido a sus contadas declaraciones, su lenguaje corporal se ha convertido en el hilo invisible que ha alimentado habladurías y titulares.